El profesor de arqueología Indiana Jones, de la universidad (College) Hunter en pleno Manhattan (Nueva York, EEUU -en la que inició y concluye su carrera académica, tras su paso por la universidad Marshall en la pequeña ciudad de Bedford, en el estado de Connecticut, no muy lejos de Nueva York-, impartió su última lección, anciano y cansado, ante unos estudiantes no muy entusiastas y desconocedores de la historia del arte antiguo, este año, en 2023, sobre la cerámica asiría, a partir de la imagen de una vasija.
¿Quiso poner a prueba la sagacidad de los estudiantes mostrándoles la imagen de una cerámica que no era asiria? Porque lo cierto es que la imagen muestra más bien un recipiente chipriota -aunque es cierto que la arqueología chipriota suele ubicarse en el mundo del próximo oriente antiguo más que en el griego.
También es cierto que una película de Indiana Jones, como la última reciente de la saga, estrenada hace semanas, no es un documental, y menos una que sitúa la célebre cárcel, en una angosta cantera, en la que el tirano griego Dionisios de Siracusa, en el siglo IV aC, encerraba sus oponentes -cuyas conversaciones escuchaba de lejos gracias a un peculiar fenómeno de eco que amplifica y transmite el sonido que, en efecto, se produce-, a los pies del templo dórico de Segesta, ubicado, ciertamente, en Sicilia, pero a centenares de quilómetros de la antigua ciudad de Siracusa.
Los guionistas no necesitan saber datos históricos, ¿no viste ninguna de las últimos estrenos históricos de Netflix? La realidad ya no importa.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Es evidente que las películas de ficción no son documentales, pero existen cerámicas asirias muy hermosas, quizá más que la mostrada, por lo que ilusión y verdad hubieran podido ir de la mano.
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