Solemos oponer la materia y las ideas. La materia es densa, opaca y pesante. Las ideas, luminosas y aéreas, y se cazan al vuelo. La primera cuesta desplazarla; por el contrario, cambiemos fácilmente de “idea”.
Mas, pensar y pesar son acciones que poseen una misma etimología. Son, en verdad, acciones o decisiones semejantes, y que conllevan consecuencias parecidas. Un mal cálculo del peso de un edificio acarrea su hundimiento, que pone en peligro vidas humanas. Pensar “mal” causa un daño, a veces irreparable, a una persona o a una comunidad.
Pensar consiste en sopesar los pros y los contra, los argumentos a favor y en contra. Las afirmaciones y las negaciones se agrupan y se evalúan a continuación. Cada una tiene su propio peso que inclina la balanza a uno u otro lado. Del mismo modo, acabamos por inclinarlos hacia un determinado pensamiento.
Pensar requiere tener conciencia del peso de cada decisión. Los pensamientos, las decisiones pueden pesarnos durante mucho tiempo. La elección conlleva consecuencias. Nada ni nadie se libra. Ninguna se puede tomar a la ligera. Pero no podemos ser pesados, so pena de llevar a un error en la elección por cansancio. Pensar es una acción grave. La gravedad de las decisiones, en ocasiones, puede pesarnos en exceso, sin que podamos librarnos de la carga o responsabilidad (que cae sobre nosotros). Aquélla obliga a tomar partido (tal es el significado de la palabra responsable). No se puede bromear, ni decidir sin detenimiento. Los argumentos deben ser estudiados, palpados, medidos (la medición de la carga y el tamaño son consustanciales con un pensamiento, que exige tener ojo para calibrar, es decir ajustar la balanza, la importancia y la relevancia de lo que de usamos), a fin de tener en cuenta su coherencia. Los castigados por su falta de mesura, por su ceguera o ambición, en la Grecia antigua , estaban condenados, en el Hades, a acarrear pesos insoportables, para que fueran conscientes para siempre, cada día y noche, del daño cometido por un pensamiento, una decisión equivocada. Las consecuencias de un “mal” pensamiento pueden ser funestas. Puede pesarnos de por vida una elección errónea sin vuelta de hoja. Pensar obliga a negar las evidencias, a desechar las soluciones fáciles -cuyas consecuencias nos doblegarán de por vida-, a evitar precipitarnos, a no decir que sí de buenas a primeras, sino que exige tener claro la obligación a la que nos sometemos.
Se recomienda el maravilloso tratado primerizo, escrito para estudiantes, de Jacques Derrida, cuando era profesor de bachillerato (y por tanto, legible) : Penser, c’est dire non, recientemente publicado, sesenta años más tarde de su redacción, un texto que comenta, en cuatro lecciones, un dicho o aforismo del escritor y pensador (nunca mejor dicho) francés Alain.
Pero cuando se piensa bien ya no veo analogía con pesar, en todo caso con satisfacción e incluso goce. Concuerdo con el texto, y está muy bien que precises lo de que pensar es sopesar. muchos creen que pensar es quedarse abstraído, y en este sentido el típico y tópico Pensador de Rodin ¿sopesará o se abstraerá? Disculpas por la digresión y la asociación de ideas. El problema de sopesar reside en valorar y sobre todo en que hay que elegir, y entonces tomar una decisión implica su riesgo y no siempre la previsión ha sido acertada. En fin, que el texto me hizo eso, pensar o, mejor, reflexionar. Saludo.
ResponderEliminarA mi también me sorprendía que pensar y pesar tuvieran una misma raíz, pero es bien cierto que el tercer término de sopesar permite percibir la relación y darse cuenta que las ideas tienen un peso decisivo que condicionan o conducen nuestra manera de actuar y de ser en el mundo
EliminarPor cierto, Albert Camus lo enfocaba desde otri ángulo, no necesariamente opuesto. ¿Qué es un hombre rebelde?, se preguntaba. Y se respondía: un hombre que dice no, pero si niega no renuncia, es también un hombre que dice sí desde su porimer movimiento.
ResponderEliminarPienso entonces que pensar tiene una esencia rebelde, que pensar obliga a no aceptar de entrada los fondos y trasfondos ideológicos que las culturas han impregnado en las sucesivas sociedades e individuos. De ahí que vivir con cierto rigor interior exija deconstruir.
Derrida se dio cuenta que la constante negativa que Alain defendía puede llevar a una negativa casi mecánica, lo cual es contrario a la reflexión, y que por tanto, la afirmación también es importante si bien nunca tiene que ser definitivo sino que tiene que ponerse a juicio, en un juego constante de avances y pausas para hacer balance de lo hecho y dicho y ser conscientes de por dónde se va.
EliminarEl no del hombre rebelde, de Camus -muchas gracias por esta asociación- seguramente sea consecuencia de una reflexión, o intuición, previa, que permite defender que el camino que se emprendería si se dijera que si abocaría a un error moral.
Pensar es decidir, decidir, es en esencia rebelarse, pero creo que nos hemos olvidado de pensar y, por lo tanto, de rebelarnos. Al menos a tenor de los hechos cotidianos.
ResponderEliminarSalut.
Es más cómodo asentir sin preguntar; así nos va
EliminarPero a veces el empujón final a una decisión puede darlo una sensación ,una intuición ; es decir ,algo irracional
ResponderEliminarDuda, ciertamente; una intuición ¿es irracional? O ¿acontece, súbitamente, ciertamente, pero tras una detenida reflexión?
EliminarLas intuiciones son iluminadores, y somos conscientes de su “verdad”, pero me pregunto si este descubrimiento. La seguridad con la que las aceptamos, no son consecuencia de una previa reflexión
ResponderEliminarMuchísimas gracias por estas reflexiones que permiten matizar el texto y desde luego dan qué pensar. Gracias de nuevo oír este silencioso diálogo
ResponderEliminarSi,por supuesto.No estoy oponiendo reflexión e intuición.Sólo estaba pensando en que a veces los componentes irracionales en una decisión son más determinantes de lo que pensamos y parece que los científicos están diciendo eso. Decidir puede ser casi una reflexión sobre nuestras motivaciones .Quizá es a lo que se refería María Zambrano cuando decía que pensar es describir lo que se siente ( algo así)La intuición a veces no se manifiesta con claridad ,pero tenemos las sensación de que puede ser mejor elegir lo que nos está indicando
ResponderEliminarEn efecto, solo seres ideales, o idealmente, pueden elegir objetivamente, buscando la mejor solución o apuntando al bien. Los gustos, las inclinaciones nos pueden influir y dar con la mejor solución. No sé si Alain o Derrida hubieran considerado que esta actitud sea pensar verdaderamente, aunque no implicase que cometamos un error. Dejarse ir movido por sentimientos o sensaciones, dirían quizá, no es pensar, pues el pensar debe estar libre de ataduras e inclinaciones. Cabe preguntarse, empero, cómo bien dice usted, si esto es posible -o deseable.
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