Unas exposiciones en Barcelona y Madrid, en 1987, que celebraban el cincuentenario del pabellón español en la exposición internacional de París de 1937, célebre por haber acogido el cuadro Guernica de Pablo Picasso, mostró que decenas de pintores expresionistas y surrealistas españoles, con más o menos talento o acierto, enviaron obras desinteresadamente en favor del gobierno de la República española.
La casi totalidad de estas obras se habrían perdido al acabar la guerra civil española si un centenar de éstos cuadros y esculturas no se hubiesen hallado casualmente en un desvencijado desván del museo nacional de arte de Cataluña en Barcelona, entre los que destacaba la maqueta de la escultura abstracta de Alberto Sánchez que presidía el acceso al pabellón.
El pintor valenciano Juan Navarro Ramón participó con unos grabados de denuncia de la guerra -que no se han hallado. Al acabar la guerra tuvo que refugiarse en el sur de Francia, regresando a España tres años más tarde, aunque no cesaría de exponer en París en los años cincuenta. Su obra, naturalista, surrealista o abstracta, pareció quedar marcada por la guerra. Tristeza, melancolía, silencio, casi petrificación, pese a colores vivos, emanarían de sus obras, entre las que destacan vistas minerales y solitarias de pueblos mediterráneos vacíos, y retratos de figuras ensimismadas, perdidas, incapaces de actuar o dejándose ir. Melancolía es el título de algunas obras.
Si no hubiera sido por una exposición actual en el museo francés de Collioure, en el que Juan Navarro vivió, que incluye obras de este artista pintadas durante la guerra civil, entre la pintura metafísica de Carrá , y la nueva objetividad alemana, no habría conocido a este artista pese a que su ciudad natal de Altea le ha dedicado un museo, y que el museo Reina Sofía de Madrid posee la mejor obra de Juan. Navarro Ramón, una de las mejores pinturas naturalistas españolas de los años treinta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario