Fotos: Tocho, enero de 2025
Finalmente, el sultanato de Omán ha caído. No ha podido resistir y se ha sumado a la multiplicación de museos desmesurados, obra de arquitectos célebres internacionales, en los últimos años, en los Emiratos Árabes; franquicias de grandes museos europeos o norteamericanos, sin apenas colecciones propias; museos con pocas obras, dotados con despliegues tecnológicos (pantallas que empequeñecen a las de los estadios) que suplen la escasez de obras originales, y dedicados a cantar las excelencias de los gobernantes -un modelo que conocemos bien en España y, en general, en países europeos y en los Estados Unidos (donde, más que políticas, son los patronos a quienes se alaba).
El Museo de Omán a través de las edades, del estudio de arquitectura australiano Cox Architects, es una interminable y carísima nave en el desierto. Se tarda casi una hora en rodearlo, entre campos de césped artificial, láminas de agua, extensos y cuidados campos de guijarros gris perla que alternan con campos de tierra peinada y jardines botánicos.
Ubicado en un paisaje lunar -atractivo por la aridez inmisericorde y las montañas rocosas circundantes talladas a cuchillo-, en la lejana periferia de Nizwan, el museo se asemeja a un aeropuerto: fachadas de piedra y de placas de cobre, pavimentos brillantes que reflejan el entorno y las forman angulares y puntiagudas del museo, volúmenes que nada o poco contienen, que se justifican, según los arquitectos, porque son un reflejo de las montañas a lo lejos, salas de altura catedralicia, pasillos anchos como auditorios, y patios con muros de vidrio orientados al sur (en pleno desierto), el museo es un delirio -o un espejismo-, que cuenta la historia del territorio que hoy es Omán, desde la prehistoria hasta hoy, obviando algunos hechos fundacionales del moderno país -como una guerra civil, un golpe de estado-, nada que no se haya llevado a cabo para la contar las excelencias de la historia en cualquier otro país o “nación”.
Este viernes -día de fiesta, en países de cultura islámica-, el museo, pese a hallarse en ninguna parte, estaba lleno de un público local, familiar, silencioso, atraído, al parecer, no por el edificio, sino por el contenido y la manera de exponerlo a través de proyecciones “interactivas” y juegos de luces, un lenguaje de vídeo-juego que ha sustituido a la realidad -imposible de adquirir hoy en día.
https://www.oaam.om/en
https://www.coxarchitecture.com.au/project/oman-across-ages-museum/