lunes, 11 de abril de 2016

PIRÁMIDE (ROELOF LOUW, 1936): SOUL CITY, 1967

La pirámide es una desmesurada escalera al cielo. Cubre la tumba del faraón, un ser humano una de cuyas almas aspira a salir del cuerpo difunto para ascender al cielo y gozar de la eternidad. La pirámide le señala y la abre el camino ascendente. En lo alto, convertida en una estrella, el alma ilumina el mundo para siempre.
La pirámide tiene que ser eterna. Masiva, pétrea, debe ser inmune al tiempo. Si se degrada, se desmorona o se destruye, las almas ya no se alzan ni se metamorfosean en luceros. La noche, entonces, aumenta y, pronto, la obscuridad absoluta cubre el mundo que retorna al estado informe previo a la creación. La vida se apaga. La pirámide es el soporte del cosmos, pues mantiene viva su llama.




Soul City es una pirámide perfecta. Se construye con una superposición de esferas aúreas. Simula una multitud de soles o de luces. Es como si las estrellas del cielo se hubieran posado sobre lo que las alumbró.
Las esferas son naranjas. La pirámide no debe mantenerse en la distancia, ahuyentado a los mortales que trataran de aproximarse. Por el contrario, el artista invita a que cada visitante tome un fruto. La pirámide pronto decae y desaparece. No podrá ser levantada de nuevo. La pirámide habrá durado un instante, incluso si nadie se hubiera atrevido a coger fruto alguno. La descomposición habría sido más lenta pero al cabo de semanas, se habría deshecho.
Y sin embargo, la pirámide no es efímera. Las naranjas eran regalos preciados en la post-guerra. No cabía regalo de navidad más anhelado para los niños. No se atrevían casi a comerla. Desaparecía. pero quedaba el recuerdo, y la esperanza de un nuevo fruto al cabo de un año. La naranja alumbraba el año, anunciaba el año nuevo.
La obra se titula El alma de la ciudad. No abriga un alma, sino la totalidad de las almas. Éstas cohabitan en la pirámide, la constituyen. Recogidas e ingeridas, se convierten en las almas de los visitantes, o les alimentan o les endulzan el alma. Las almas transmigran. De la pirámide mortuoria al alma de una colectividad que comparte un mismo bien, efectúa un mismo gesto de recepción y de comunión. La pirámide ya no protege a un ser sino a  un colectivo. Desaparece para alimentar a quienes se le han acercado. A partir de entonces mora en cada interior.

Soul City se expone en la gran exposición sobre el arte conceptual inglés que se acaba de inaugurar en el museo Tate Britain en Londres

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