El preciosismo, la búsqueda de la oscuridad, y la originalidad, en la literatura moderna, empezó, quizá con Góngora, velos que Rimbaud, simbolistas como Mallarmé, y poetas españoles de la Generación del 27, marcados por Góngora, echaron sobre sus versos.
Dos mil años años, el poeta romano Horacio aconsejaba:
"A tu estilete dale la vuelta a menudo, si has de escribir cosas que
más de una vez merezcan leerse; y no te esfuerces por que te admire la
masa, contento con unos pocos lectores".
(Horacio, Sátiras, I, 10, 73-74)
Stendhal repetiría la sentencia en su célebre dedicatoria de una de las mejores novelas de la historia La Cartuja de Parma: "To the happy few".
La oscuridad ha sido a menudo un medio para llegar a la luz.
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