miércoles, 17 de diciembre de 2025

Transmisión

 Sabemos que la ciencia de la Grecia antigua se habría perdido quizá siempre, si no hubiera sido por los esfuerzos de los sabios árabes que se interesaron, tradujeron, preservaron y divulgaron los tratados filosóficos, astronómicos, médicos, matemáticos y de ciencias naturales griegos.

Esta tarea salvadora aconteció cuando la conquista árabe del Mediterráneo oriental, en decadencia tras el fugaz renacer bizantino del imperio de Justiniano.

El Próximo Orienta, en la segunda mitad del primer milenio, tras la caída del imperio romano occidental, hacía tiempo que ya no era politeísta. Dos religiones, ambas monoteístas , se imponían, antes de la llegada del islam : el cristianismo y el mazdeísmo (o Zoroastrismo). 

Mientras en el Mediterráneo occidental se asentaba un cristianismo paulino, que sostenía que Jesús y Cristo eran dos personas (dos naturalezas) en una (en una persona), el Mediterráneo oriental estaba recorrido por el nestorianismo, una versión del cristianismo que afirmaba que Cristo era dios disfrazado de Jesús (de ser humano). Su humanidad era solo una apariencia que permitía que la divinidad se manifestara. La discusión afectaba también la condición de la madre de Jesús, considerada la madre de dios en occidente, y madre de un humano en oriente -lo que evitaba que compitiera con Cristo en divinidad.

Hoy el nestorianismo se ha fundido con el catolicismo; hace mil quinientos años, las discusiones sobre quién era y qué era el mesías o quién se proclamaba mesías dieron lugar a un violento cisma.

Quienes tradujeron los textos griegos al árabe fueron los nestorianos -cuya concepción del hijo de dios que ponía el acento no en su carácter humano, sino en su condición divina, los acercaba al islam-. 

De este modo, se produjo un encuentro entre paganismo, cristianismo e islam, que tardaría siglos -o más de un milenio- en volverse a producir. Si es que se produjo.


Debo estos datos a una brillante tesis doctoral, que pronto se publicará en el Líbano en francés, de la doctora Narmeen Alí. Sus conocimientos del árabe, el kurdo, el latín y el griego, y el francés le han permitido acceder a textos en lengua original. 

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