Llegó el día en que un banquero judío, que vivía confinado en el gueto de Praga, por el siglo XVII, decidió dejar de prestar dinero a un noble manirroto cristiano que se gastaba fortunas en juegos de azar y no devolvía nunca los préstamos.
Tras quejarse ante el rey del trato recibido, éste mandó apresar y ajusticiar al banquero.
El gueto se levantó en armas. El rey amenazó con incendiar todo el barrio.
Fue entonces cuando un rabino imploró a un ángel que le iluminara, Desde lo alto, el ángel le aconsejó que descendiera al río, recogiera barro y moldeara una figura idéntica a Adán, creado, en los inicios de los tiempos, de modo similar.
La estatua de arcilla, sin embargo, poca ayuda podía brindar. Pero la obra no estaba concluida. Faltaba su animación. El ángel aconsejó al rabino que escribiera la palabra Emeth en el rostro de la figura, las letras de cuya palabra, que significa vida, se dispusieron en el lugar de los ojos, la nariz y ls boca.
Apenas la última letra trazada, la figura de arcilla, llamada Golem, escapó para enfrentarse a los soldados del Rey que trataban de tomar el barrio. La batalla era desigual. El Golem era un arma mortífera. Daba vida al barrio, muerte a los soldados.
De regreso a la morada del rabino, éste, sin darse cuenta, pasó la mano por el rostro del Golem y borró inadvertidamente una letra, la letra E, la inicial de la palabra. El Golem se resquebrajó. El rabino lo observó con inquietud.
Y de pronto se dio cuenta que en la faz del Golem ya solo estaban inscritas las letras m, e, t, y h: juntas componían la palabra Meth. Significa muerte. Muerte que el Golem acabo trayendo al gueto, porque, tras su quiebro, el Golem dejó de defenderlo, finalmente tomado a sangre y fuego por los soldados del Rey. El arma de destrucción masiva, que era el Golem, acabó hundiendo a la comunidad que lo había creado y al que éste defendía.
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