Fortaleza bizantina, teatro romano, basílica paleocristiana, almazara, termas, Madaura, ss. I -VI dC
Fotos: Tocho, mayo de 2025
Las ciudades de Bolonia, París y Oxford, a las que pronto se sumaron un gran número de ciudades europeas, desde el norte de Alemania hasta el Mediterráneo, desde Praga a Salamanca y Coimbra, idearon, a partir de finales del siglo XI, un sistema educativo superior que cambió para siempre la formación universitaria: programas similares que permitían convalidar enseñanzas de una universidad a otra para poder proseguir los estudios en una sede distinta de la precedente sin tener que repetir clases. A partir de entonces, estudiantes europeos empezaron a recorrer distintos estados en pos de las mejores clases en diversas ciudades, alejadas entre ellas, configurando así una trayectoria por los mejores centros universitarios.
Sin embargo, los estudios, las especialidades, la calidad de las enseñanzas en estos nuevos centros europeos no superaban los que se daban ya desde la antigüedad en centros chinos, romanos, e islámicos -cuyo nivel a menudo hubiera superado el de las primeras universidades europeas. Sin embargo, a diferencia de lo que ofrecían éstas últimas, los estudios superiores antiguos, hindús e islámicos, pese a su más alta calidad y exigencia, solo podían desarrollarse en un mismo centro. Y no otorgaban títulos reconocidos.
Se discute acerca del primer centro superior de la historia, la primera universidad. Mas, en todos los debates, se destaca la primacía de un centro superior fundado por orden del emperador Trajano en la ciudad de Madaura, hoy en Argelia. Fue la primera o la segunda “universidad” del mundo. Dan fe del nivel de los estudios algunos de los estudiantes más aventajados como el teólogo y escritor San Agustín, y el novelista romano Apuleyo.
Este centro, creado en el siglo I dC, desapareció a causa de la invasión árabe seis siglos más tarde.
Hoy, no quedan rastros de este equipamiento. Madaura es un hermoso campo de ruinas desperdigadas por lomas verdes delimitadas a lo lejos por bosques, a casi mil metros de altura, en los montes Aurès, a los que solo se puede llegar con escolta militar. Un mundo de silencio, barrido por el viento y el lamento temeroso de los rebaños de corderos, sobre el que cigüeñas vuelan en círculo como aves de buen agüero, querríamos creer.
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