sábado, 8 de abril de 2023

El amor y la abyección (Venus y Cloacina)


 El foro Romano republicano poseía, cerca del acceso actual, un pequeño santuario a cielo abierto de planta circular. Estaba dedicado a dos divinidades en apariencia antitéticas. Una era Venus, la diosa del Amor. La otra se llamaba Cloacina. El nombre no parece exigir grandes explicaciones pues, como se intuye, ésta asociado al sustantivo cloaca, y relaciona esta diosa con la Cloaca Máxima que los etruscos construyeron en Roma, a través del foro, para depurar este espacio público establecido en una zona de marismas pestilentes, alimentadas por las aguas que descendían de las colinas que vertían en el valle donde se asentaba el foro , las colinas del Capitolio, el Palatino y el Quirinal. 

Ocurre que el sustantivo latino cloaca deriva, según Plinio, del verbo cluere que significa limpiar o purificar. Cluor se traduce por (buena) reputación, ausencia de mácula. 

El santuario de Cloacina se fundó allí donde Sabinos y Latinos sellaron la paz tras el secuestro y la violación de las sabinas por parte de los primeros habitantes romanos cuando la legendaria fundación de la ciudad por parte de varones y necesitada, por tanto, de mujeres para poder crecer. La unión violenta fue purificada por medio de ramas de mirto. 

La flor del mirto es blanca. Aún hoy compone los tradicionales ramos de novia. El mirto formaba parte de los rituales en honor de Venus. Pasó también a ser utilizado en las ofrendas a Cloacina. El resultado fue que Cloacina se convirtió en la protectora de los matrimonios, y la unión sexual purificada, al tiempo que su culto se equiparó al de Venus, hasta que ambas diosas, de lo más alto a lo más abyecto, de la pureza y de las inmundicias, de la luz a las aguas negras, compartieron un mismo santuario.

Un culto que hubiera fascinado a los surrealistas. 




2 comentarios:

  1. Y a los adictos al psicoanálisis, esa disciplina tan ajena a la realidad que le gusta sobreexplicarlo todo...

    Saludos,
    J

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    1. Parece que las fantasías del psicoanálisis están de baja. Son creaciones victorianas, necesarias en su tiempo, seguramente, y que hoy hacen sonreír

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