jueves, 16 de diciembre de 2021

El país de los sueños

 Érase el tiempo antes del tiempo de los humanos. Los seres del tiempo de los sueños, que así se denominaba el tiempo primigenio, recorrían el mundo que se iba conformando a su paso. Los andares de los seres de los inicios trazaban caminos y cuando descansaban en la tierra su cuerpo abría valles, o componían montañas donde sentarse.

Mas llegó el día en qué los seres de los sueños tuvieron que partir. Antes de desaparecer, crearon diminutos seres inmateriales que, con el paso del tiempo, acabarían anidando en el cuerpo de los animales y los humanos, como si éstos fueran hijos de los seres de otro tiempo. Tras haber ofrecido etéreos presentes, los seres de los sueños se encaminaron hacia las montañas, se acercaron a las paredes rocosas y desaparecieron tras el telón tendido de las piedras. Tan solo quedó la marca que dejaron al penetrar en la montaña, la huella de su abducción.

Pronto, los humanos descubrieron estas marcas. Testimoniaban del paso de los seres del sueño por la tierra, e indicaban dónde éstos se habían recluido. Eran inalcanzables, invisibles, pero habían dejado suficientes muestras de su presencia. El contacto con estas marcas acercaba a los hombres a los desvanecidos seres del tiempo de los sueños. Además, algunos animales eran portadores de los espíritus que los seres invisibles habían esparcido por la tierra.

Es por esta razón que los hombres preservaron las preciosas marcas que los seres primigenios habían dejado impresas en las rocas. Las resaltaban con colores, y reseguían sus contornos. Estas marcas eran un recordatorio el paso de lo seres del sueño por la tierra: plasmaban por dónde se habían desplazado, y que formas habían creado, qué pasos abierto, pasos por los que nadie, si los seguía, podía perderse.

 Estas marcas, en ocasiones, se hallaban lejos de las comunidades. Pero éstas las necesitaban para saber cómo actuar y por donde caminar por la tierra, dónde estar cerca de los seres de otro tiempo. Los hombres, entonces, empezaron a reproducir  dichas trazas en grandes hojas vegetales compuestas por cortezas desenrolladas. Trazas que constituían mapas que evitaban que los hombres se desorientaban y se perdieran. Mapas que solo los que habían estado cerca de los seres de los sueños, o que encerraban un espíritu desencarnado, podían descifrar. Mapas que trazaban el destino de cada ser humano.

Una exposición -acertadamente titulada Trazos, trazos que fijan las trazas que los seres de los inicios dejaron inscritas en la tierra, y que muestran que el dibujo es una recreación del paso de los seres invisibles por el mundo- en el Museo de las Culturas del Mundo, en Barcelona, muestra una selección de dichos dibujos y pinturas, y cuenta la historia de los hombres que supieron hallar la senda de la vida, guiados, desde lejos, por los seres de los sueños. 



https://www.barcelona.cat/museu-etnologic-culturesmon/ca/node/2082


2 comentarios:

  1. Al leer este texto me parecía seguir un relato africano. Por ejemplo.

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    1. ¡Es cierto!
      Mitos y leyendas, aunque basadas en la realidad circundante, poseen esquemas parecidos

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