Los volcanes son los talleres del dios Vulcano. Dios romano, quizá de origen etrusco, Vulcano es el dios del fuego. No cuida solo los hogares desde el interior, velando sobre el fuego doméstico, cuya protección incumbe también a la diosa Vesta, con quien Vulcano se relaciona, fuego que simboliza la vitalidad de la casa, sino que también los protege desde el exterior, impidiendo que el fuego de la guerra no destruya las moradas.
En tanto que el fuego es un peligro con el que no se puede jugar, los santuarios dedicados a Vulcano se hallaban fuera de las murallas de las ciudades, apartados de ésta, cercanos a los templos de Marte, el dios de la guerra, las armas de cuyos enemigos, obtenidos gracias a la intercesión de Marte, los romanos depositaban en el santuario de Vulcano para que éste las destruyera.
Júpiter lanzaba los rayos, por indicación de Vulcano. Aquéllos eran signos divinos, a través de los cuales Vulcano advertía sobre peligros o castigos causados por las acciones de los hombres. El Coliseo fue parcialmente destruido por un rayo a principios del siglo III, cuando las Vulcanales, las fiestas en honor del dios que tenían lugar en agosto, cuando se corre el peligro que el fuego agoste las cosechas, duramente obtenidas. Esta caída causó espanto. Las calles de la ciudad de Roma se vaciaron. Todos interpretaban que el fin era próximo.
Dios del fuego benéfico, como el que despierta el calor que hace fructificar las semillas sembradas, y del fuego destructor que lanzaba contra los enemigos de Roma, Vulcano se convirtió también el el dios forjador de armas metálicas y de útiles de hierro por su asociación con el dios griego Hefesto, entre cuyas funciones no se hallaba la protección del hogar, entre otras razones porque su deformidad física, causada por el fuego de la forja y la fuerza hercúlea que tenía que desarrollar para manejar los útiles metálicos, le apartaba, como a un apestado, de las comunidades.
¿Qué es lo que Vulcano, hoy, quiere decirnos?
El Vesubio destruyó Pompeya cuando las Vulcanales del año 79.
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