La Isla del Rey, en la bahía de Mahón, en Menorca, es, desde este verano, célebre por albergar una magnífica galería de arte Suiza ubicada en una dependencias de un hospital barroco de cuando el dominio inglés sobre la isla de Menorca. Los visitantes acudimos en masa en un barco perteneciente a la galería.
Pero la isla del Rey alberga un tesoro aún más valioso ubicado justo al lado de la galería.
Aunque San Agustín, autor de la Ciudad de Dios, es uno de los autores romanos de la tardo-antigüedad más conocidos, fundamental por estar en el origen de un nuevo género literario, las confesiones personales, menos conocido es otro escritor, también romano y cristiano, quien, alentado por San Agustín, redactó un libro decisivo sobre las relaciones entre paganos y cristianos: Historias contra los paganos. Pablo Orosio, que así se llama el escritor, del que poco se conoce a fe cierta, ofrece un muy matizado retrato de los paganos, a los que no se opone, defendiendo las buenas relaciones entre ambos bandos, aunque proclamando la superioridad cristiana. No obstante, el error de los paganos no residía en su fe -una consideración que muy pocos autores paleo-cristianos asumieron-, sino en el abandono del gobierno estoico republicano en favor del Imperio. El error de los romanos fue político. El cristianismo vino a corregir este error y hacer del Imperio un estado ético. Para Orosio, el Imperio Romano cristianizado podía y debía perdurar, aceptando la presencia de bárbaros en sus comunidades.
Pablo Orosio viajó a Jerusalén a principios del siglo V. A Roma le quedaba casi un siglo más de vida, pese a la presencia de huestes bárbaras, celtas, en sus dominios, particularmente en Hispania. Su estancia en Palestina coincidió con el descubrimiento de los restos de San Esteban, lapidado en los primeros años del cristianismo. Orosio de odio llevarse las reliquias del mártir quizá para proteger y santificar su ciudad natal que no se sabe si se hallaba en el norte de África o en Portugal. Por razones desconocidas, quizá un error de navegación, o el azar de los vientos, Orosio llegó a la ciudad de Mahón, donde depositó las reliquias. Hoy San Esteban es uno de los patrones de la isla. Un obispo, Severo, menorquín, un siglo más tarde, dio cuenta de la donación -aunque no menciona explícitamente el nombre de Orosio. Lo cierto es que las reliquias fueron un arma para la conversión forzada o voluntaria de las comunidades judías en la isla.
La cristianización de Menorca, a raíz de la breve estancia de Orosio en Menorca, dejó unos de los testimonios arquitectónicos paleo-cristianos más importantes en el mediterráneo: varias basílicas, de tipología oriental (Siria, un testimonio de las influencias culturales entre ambos extremos mediterráneos, entre oriente y occidente, pese a las barreras políticas), cuyos restos aún se conservan. Una de éstas, suntuosamente decorada con un pavimento de mosaico tardo-romano, descubierta a finales del siglo XIX, se encuentra precisamente en la Isla del Rey, y dibuja un amplio círculo creativo que se inicia con este mosaico y concluye por ahora con los cuadros contemporáneos que la galería de arte recién inaugurada expone.
Escribe Severo sobre la llegada de las reliquias a Mahón :
4. «Namque, diebus paene eisdem quibus ego tanti sacerdotii nomen, licet indignus, adep- tus sum, presbyter quidam, sanctitate praeci- puus ab Hierosolima veniens, Magonae non longo tempore immoratus est, qui, postquam transuehi ad Hispanias, sicut desiderabat nequiuit, remeare denuo ad Africam statuit. Hic beati martyris Stephani reliquias, quae nuper revelatae sunt, cum ad Hispanias por- tare constituisset, ipso sine dubio martyre inspirante, in memorati oppidi ecclesia co- llocavit».
31. «Haec beatitudo uestra die quarto nona- rum februariarum, uirtute Domini nostri Iesu- christi arrepta, octo diebus ab eodem con- summata esse cognoscat, post consulatum do- mini Honorii undecimum et Constantii iterum, viri clarissimi».
4. «En efecto, casi en estos días en que yo, aunque indigno, he recibido la fama de tan gran sacerdote, un presbítero que, preeminente por su santidad y procedente de Jerusalén, se detuvo en Mahón durante un tiempo no muy largo. Éste, después de no poder pasar a Hispania, como era su deseo, decidió regresar de nuevo a África. Por eso, las reliquias del bienaventurado mártir Esteban, recientemente descubiertas, como ha- bía concebido llevarlas a Hispania, las depositó en la iglesia de la mencionada ciudad, lo que hizo sin duda por inspiración del mártir».
31. «Vuestra beatitud sepa que esto172 fue iniciado prodigiosamente por el poder de Nuestro Señor Jesucristo el cuarto día de las nonas de febrero, y cumplido por él mismo en ocho días, después del decimoprimer consulado del señor Honorio y segundo de Constancio, varón ilustrísimo».
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