(El uso de ) la madera y la "sostenibilidad" se han convertido hoy en los dos caballos de batalla de los estudios de arquitectura. La lista de asignaturas, cursos, seminarios sobre ambos temas es inabarcable.
Pero, ¿qué es la madera?
Curiosamente, se trata de un material que se dice de maneras muy diversas, sin relación alguna entre ellas, en algunas lenguas modernas, como si cada una tuviera una mirada propia sobre este elemento: madera, fusta, legno, bois, wood, holz.
Madera viene del latín materia, la cual,. a su vez, procede de mater. Este encadenamiento de etimologías produce un cortocircuito. Por un lado, materia, en latín, puede significar madera para la construcción, madera cortada; pero, en tanto que derivada de mater, la madera aparece como un material vivo -no separado ni tallado-, como el primer material, el material básico, originario, que da lugar a las obras fundamentales. De algún modo, no hay vida si no existe la madera. La madera es el sustento de la vida, el origen de la misma. De la madera nace todo lo que vive en la tierra. Un material generoso -palabra emparentada con generación- que alumbra, sustenta y alimenta lo que se halla alrededor. Una madre que se sacrifica, que da su vida en favor de la vida de una comunidad.
El catalán fusta procede también del latín, mas de una palabra muy distinta, aunque quizá con un mismo matiz, a la que alumbra madera. Fustis, en latín, significa tronco y, sobre todo, bastón. Un bastón puede ser una rama trabajada: cortada, pulida, conformada: un obra humana. Pero un bastón es algo más: se trata de un soporte, un elemento vertical que brinda apoyo. Recordemos el enigma que la esfinge planteaba a las puertas de Tebas a todo aquel que intenta acceder a la ciudad: ¿qué era lo que nace con cuatro miembros, vive con dos y muere con tres? La respuesta al acertijo, que halló Edipo, era "anthropos" que, en efecto, en la senectud, se apoya en un bastón, convertido casi en un miembro, una parte indisoluble del cuerpo.
Legno, en italiano, procede del latín lignum, relacionado con el verbo lego: escoger, y recoger. La madera es un árbol caído. Un material básico, dejado caer, propio de la tierra, que devuelve la luz y el calor a quien lo cuida. El legno (leño) podría ser visto como un desperdicio, pero, en verdad, es también un fruto de la tierra, dispuesto que pueda ser utilizado fácilmente por los humanos. Un material transportable y apilable, que se conserva, que se lleva del suelo a la carbonera, listo para cuando lo necesitamos, un material atento, que se ofrece para dar vida (luz, calor).
Holz, en alemán, evoca las mismas virtudes que el legno posee, aunque el origen de las mismas sea distinto. Sin embargo, holz introduce un matiz propio, un sello distintivo. Una raíz proto-germánica significa cortar, derribar. La madera conlleva un cuerpo a cuerpo con el árbol. Éste debe ser aserrado, mutilado al menos. La madera no aguarda al ser humano. Se tiene que obtener o ganar de un enfrentamiento con el árbol. La madera es el fruto de una sangría, de un daño o una herida -no mortal- que se inflige al árbol. Aquélla se obtiene directamente del árbol. No se recoge lo que ha caído, lo que ha perdido la vida, sino que se gana directamente de la fuente. Se trata de un bien preciado que exige un doble sacrificio: el esfuerzo humano y la mutilación del árbol. La obtención de la madera no se logra sin un sentimiento de culpa. Se trata de un elemento o un ser vivo que requiere un corte: la separación definitiva de la madera del ente del que forma parte.
Bois y wood, en francés y en inglés, proceden respectivamente del bajo latín boscus y del germánico. Aunque ambas palabras originarias no tengan relación entre ellas, ofrecen una mirada similar a lo que es la madera, que quizá puede tener que ver con las imágenes que holz evocan. Bois y wood nombran la madera, ciertamente, pero también el bosque, de donde la madera se extrae. Son palabras que no designan a un árbol -como en algunas ocasiones lignum hacía- sino a una comunidad de árboles: un conjunto vivo que define un lugar que simboliza la naturaleza virgen, primera. El bosque es la morada de las bestias, de lo que aun no ha sido civilizado, de los primeros seres, "primitivos". El bosque nos retrotrae al origen, al mundo de los inicios cuando la tierra no estaba habitada, en la que ninguna comunidad, cuyo establecimiento exige un claro en el bosque, el desbroce del mismo (lo que proporciona "leña"), se halla instalada. En los inicios., érase un bosque, que puebla nuestros temores. En el bosque no se ve nada, no se puede circular, no existen caminos. Es imposible orientarse. Se trata de un lugar del que no se puede salir -si no se es astuto y previsor como Pulgarcito. El bosque se asocia a la noche. En el bosque uno se desorienta para siempre. El bosque se relaciona con la muerte. Los seres que viven -las brujas y los ogros- se oponen a la vida: son criminales, comen seres vivos, niños. El bosque puebla las pesadillas.
Pero, en tanto que lugar originario, el bosque también brinda la materia primera, la madera, como la misma palabra evoca. La vida y la muerte, los inicios y las postrimerías, la noche y la luz (el fuego, la lumbre) se recogen y se articular en la madera, un material sin el cual la vida no se concibe ni puede darse (xylon, en griego -que encontramos, por ejemplo, en la palabra xilografía- significaba madera muerta, trozo de madera; instrumento de tortura y, ya intuimos, cruz, la cruz para crucificar, tal como se cita en los Evangelios). La madera da y es vida. Y la puede quitar.
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