miércoles, 7 de julio de 2021

Novios

La asociación entre novios y nubes parece fácil, obvia y quizá vulgar. Pero dicha relación existe, y por las razones que creo podemos suponer.

El verbo latino nubere significa cubrir, velar. Dicho verbo pertenece al vocabulario de los esponsales. Las mujeres, en Roma, al desposarse, se velaban la cabeza, a veces incluso el rostro. Quienes lo mostraran, e iban con la cabeza descubierta, eran las prostitutas o las mal casadas -las mujeres casaderas no eran visibles, pues no salían de casa. Al morir, la mujer se quitaba el velo, salvo que se quisiera indicar que se entregaba al dios de los infiernos.

Nubere, es evidente, se relaciona con el sustantivo latino nubes que, amén de significar lo que la moderna palabra nubes, también se traduce por velo. También por oscuridad, noche; la sombra causada no era necesariamente negativa. Las nubes (en latín) ocultaban (lo que no se podía ver).

¿Qué era lo que se escondía?

En Roma, la ceremonia nupcial conllevaba una procesión. Durante ésta se portaban objetos. Uno de éstos, era una tela (o un velo) grueso, tejido para la ocasión. Esta tela se tendía y se portaba como un palio sobre los novios. La sombra que la tela, dispuesta cerca de sus cabezas, que colgaba por los lados, los aislaba del entorno. Creaba un techo y una muralla, constituía un espacio de intimidad, garantiza que los novios disfrutarían de su aislamiento o retraimiento. Es así como quedarían obnubilados. Hoy, obnubilar significa deslumbrar, maravillar; en latín obnubilare significaba cubrir con una nube, y también perder la cabeza (significado que se mantiene en las lenguas latinas modernas). Con la tela tendida sobre sus cabezas, los novios tenían la sensación de hallarse en otro mundo.

La tela había sido tejida para la ceremonia. En culturas antiguas, como en Grecia y en Roma, la urdimbre y la trama no estaban libres de imágenes sexuales. La urdimbre, que tensa el tejido, era masculina; la trama, que se inserta y zigzaguea entre la urdimbre, era femenina. La urdimbre era vertical, altiva, erecta, la trama, horizontal o recostada. Ambos hilos quedaban atados. De la íntima unión entre ambos hilos se tejía un velo. Éste, al tenderse sobre los esposos, significaba  que el matrimonio había tenido lugar, estaba consumado. Los hilos no se podrían deshacer -si bien Penélope, a fin de evitar esposarse son sus pretendientes, deshacía por la noche lo tejido durante el día.  La tela o la nube visualizaba el cambio de estatuto o condición de los esposos y su entrada en un mundo distinto. Por el simple hecho de cobijarse bajo el techo trenzado o tejido para la ocasión, ya poseían su espacio y una nueva condición.  Una tela tendida, tensada, constituía un refugio, un espacio segregado del mundo profano, prosaico: un espacio mágico.

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