viernes, 26 de enero de 2024

Los Igigi











Fotos: Tocho, Sanliurfa (Turquía kurda), enero de 2024


 Los Anunaki era el nombre que colectivamente recibían los dioses mesopotámicos. An (o Anu, en acadio) era el padre de los dioses. Nammu, la diosa madre, y Enki, el dios arquitecto, el hijo. Éste habitaba en un palacio ubicado en el seno de las aguas originarias, llamadas Abzu, nombre que significa aguas vitales , pero también aguas sapienciales.

Abzu era otro nombre de la diosa madre Nammu, cuando rompía aguas, al dar a luz al dios An, por ejemplo, que emergió de las oscuras aguas de los orígenes.

La relación entre los dioses mesopotámicos y las aguas no era nueva. Los Anunaki estuvieron precedidos por una primera dinastía de dioses perfectamente adaptados a las aguas originarias: tenían forma de pez, de carpas, cuyas barbas, como así poseen las carpas, era un signo de sabiduría, que caracteriza a todos los sabios, ancianos y barbados. 

Los dioses primigenios se recogían bajo el nombre colectivo de Igigi.

Entre éstos destacaba Adapa, que formaba parte del séquito del dios de la arquitectura, Enki.

Un día, Adapa, en forma de gran carpa, o revestido de carpa, ascendió a la superficie, salió de las aguas, y trasmitió a los seres humanos todas las técnicas con las que habilitar el mundo, entre éstas, las técnicas edilicias.


El islam es una religión monoteísta. Por esta razón no adora más que a una divinidad. La sacralidad animal está proscrita.

Sin embargo, la ciudad kurdo-turca de Sanliurfa, de religión musulmana, cerca de la frontera Siria, en las estribaciones de los montes Tauro, posee, a los pies de la ciudadela, en medio de un parque frondoso, una hermosa mezquita otomana. Ante ella se extiende un profundo y extenso estanque, de aguas limpidas, en las que viven centenares de carpas de gran tamaño.

Se las considera carpas sagradas. Está prohibido pescarlas, y un dicho sostiene que quien ingiere su carne cae fulminado por la falta cometida.

Por las tardes, toda la ciudad se vuelca en alimentar a las carpas veneradas.

jueves, 25 de enero de 2024

Göbekli Tepe, o cuando la lógica descarrila





















Fotos: Tocho, enero de 2024


Pese a que las autoridades turcas proclaman que el yacimiento de Göbekli Tepe,  de finales del paleolítico (entre el 12500 y el 9700 aC), señala el origen de los tiempos -arqueología y nacionalismo con de parejo, como bien sabemos en culturas mucho más cercanas-, que los actuales arqueólogos alemanes denuncian las interpretaciones de quienes -arqueólogos alemanes, también, que iniciaron la sistemática exploración del yacimiento en 1994, y que prosigue hoy- les precedieron acerca de la función de los espacios construidos -templos, tal como se enunciaba hasta hace poco, en una época en que aún no existían dioses, o casas comunales, incluso viviendas, para poblaciones no sedentarias, según las interpretaciones actuales-, de las que arqueólogos turcos no quieren ni oír, lo cierto es que el extenso asentamiento de Göbekli Tepe sigue siendo un enigma, y quizá lo vaya a permanecer siempre.

Planificado y empezado a edificar solo dos mil años más tarde que las pinturas parietales de la cueva de Altamira, con espacios compuestos por bloques de piedra cubiertos de relieves, algunos con más de seis metros de altura, procedentes de una cantera a decenas de quilómetros del yacimiento, por constructores cuyo número excedía el de la población nómada paleolítica que se supone campaba por la región, no se sabe ni se sabrá nunca a qué responden esos descomunales espacios de planta circular, delimitados por muros y bancos adosados continuos, reforzados por grandes bloques de piedra monolíticos que acogen a dos bloques centrales desmesurados y enfrentados, a cielo abierto o cubiertos -pero ¿cómo?-, y que fueron intencionadamente enterrados tres mil años más tarde, desapareciendo de la faz de la tierra hasta los años60, si bien corrían rumores acerca de la existencia de una ciudad de gigantes sepultada. 

Ubicada en lo alto de una colina, extendiéndose por las laderas -las excavaciones no han logrado aún determinar la extensión del yacimiento-, dominando el valle de Mesopotamia que se entiende hasta el horizonte, Göbekli Tepe parece un asentamiento permanente para unos habitantes nómadas: una paradoja o un contrasentido a los que no se logra ofrecer una respuesta convincente. En todos los casos, un yacimiento fascinante e inexplicable.

 

Sueños de piedra ( la tumba de Antíoco I en Nemrut David, Turquía)
















 Fotos: Olimpia Solà Inaraja (las dos primeras), Tocho (las dos siguientes) & David Mesa (las siguientes), enero de 2024


Ruego que si se reproducen las fotos de Olimpia Solà Inaraja y de David Mesa se citen sus nombres y apellidos. No es necesario en el caso de las de Tocho.
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Menos diez de temperatura bajo un cielo cegador. Ventisca que derriba salvo que la nieve llegue a las rodillas o a los hombros lo que impide caer -y avanzar con facilidad sin desaparecer sepultado.
A dos mil doscientos metros, una cumbre perfecta con una forma que recuerda una pirámide cubierta de dos metros de nieve. La evocación no es gratuita. Se trata, en efecto, de un túmulo que recubre la tumba del rey Antíoco I de un reino oriental con influencias helenísticas y romanas, del siglo I ac, en la Mesopotamia del Norte, en Anatolia cabe las estribaciones de los montes Tauro, donde nacen los ríos Tigris y Eufrates.
La tumba no ha podido ser aún explorada. Antioco I se llevó a la tumba el secreto de las técnicas constructivas de semejante mausoleo.
Rodeando la tumba, gigantescas estatuas de culto, hoy decapitadas, y cabezas de piedra de colores, alguna de grandes dimensiones, con el retrato del rey, de guardianes y de águilas protectoras, todas orientadas hacia el sol, en comunión con el astro con el que Antioco I se identifica. Dominan la inmensidad del valle de Mesopotamia, en un paisaje altivo, arisco y rocoso, de muy difícil acceso, especialmente en invierno cuando los vientos zumban enloquecidos alrededor de la cumbre.
A un nivel inferior, templos dedicados a Zeus y sin más abajo, sobre plataformas de piedra, a Hércules.
Una de las muestras más grandiosas y terribles de la soberbia humana de igualarse con sus suelos divinos.


martes, 23 de enero de 2024

La figura femenina en el mundo anatólico (VII -III milenios aC)






















































Fotos: Tocho, Museo de las Civilizaciones Anatólicas, Ankara (Turquía)

Estatuillas femeninas, casi todas de terracota, casi todas diminutas (entre tres y seis centímetros de alto en muchos casos), decapitadas intencionadamente o no, de entre el 6500 y 1800 aC, procedentes de Anatolia, casi todas de los imperios antiguo y medio hititas.

Caras de pájaro, ojos desorbitados, ausencia de boca; manos bajo los pechos. Figuras desnudas, de pie, sentadas o recostadas.
Representaciones no naturalistas -algunas muy estilizadas- de figuras  con formas tomadas del natural o exageradas. 
¿Divinidades, sacerdotisas, reinas, mujeres sin cargos ni atributos?¿Estatuillas sagradas, mágicas, educativas, juguetes?  Representaciones de mujeres singulares o corrientes? ¿Reales o imaginarias? ¿Deseadas, condenadas, o ajenas al imperio del deseo (¿masculino?).
¿Moldeadas por hombres, o por mujeres, para hombres, mujeres o niñas? 
¿Amuletos protectores, de la fecundidad, estatuillas funerarias? ¿Ex-votos?

Las interpretaciones varían según las épocas. El contenido sagrado, mágico o religioso, estaría de baja en favor de interpretaciones más “terrenales”, sin desdeñar la función lúdica. 
No se conocen respuestas a fe (nunca mejor dicho) cierta. 

Lo que sí se descubre es la duración de una determinada  iconografía a lo largo de milenios y en un territorio muy extenso -sin que se pueda demostrar que las figuras respondan siempre a funciones o necesidades idénticas-, y los contactos e intercambios culturales: algunas figuras estilizadas -que consideramos femeninas sin estar ni siquiera seguros que sean representaciones antropomórficas- son semejantes a objetos cicladicos.

En cualquier caso el arte del siglo XX ha mirado a Anatolia, y cabe preguntarse si la fascinación por algunas de estas figuras no está azuzado por el arte del siglo XX.