Perrot & Chipiez: Zigurat de Babilonia,
Historia de la arquitectura de la antigüedad, 1884
Bruno Taut: Pabellón del acero, Leipzig
Adolf Loos: Gran Hotel Babilonia, Niza (nunca construido)
Le Corbusier: altar ante la Capilla en Ronchamp
El zigurat es una tipología arquitectónica sumeria -o neo sumeria, "aparecida"
en la ciudad mesopotámica de Ur -hoy en el sur de Iraq- hacia el 2100 aC. Se asemeja mucho a la pirámide escalonada egipcia de Saqqara, y las pirámides escalonadas precolombinas, pero se diferencia no
solo por el material y el sistema constructivo, sino por la función: es la base
de un templo, y no un monumento funerario o un altar -en este sentido, el altar
escalonado ante la iglesia de Ronchamp de Le Corbusier remite, al menos
funcionalmente, más al mundo precolombino que a Babilonia.
El zigurat de Babilonia inspiró el mito de la Torre de Babel.
Sin embargo, La Septuaginta no nombra a la torre Babel -se refiere, por el contrario, una y otra vez, en Ge. 11, a una ciudad y una torre- ni la sitúa en
Babilonia, sino que la nombra Confusa –Sukhrusis-, traduciendo el nombre hebreo
que se traduce precisamente por confusión pero que es un juego de palabras con
Babel -término sí utilizado en la Vulgata- o Babilonia como a veces se escribe en
lenguas modernas –ya que el juego de palabras hebreo es intraducible; este juego
es el que permite asociar la torre de Babel con Babilonia, asociación más
ambigua en la Biblia en hebreo.
Las imágenes de la Torre -a veces confundidas con las del Faro de Alejandría-
se dieron ya desde la Edad Media. La torre de Babel antes del siglo XIX solió
tener una planta circular -aunque no siempre- mientras que a partir de
entonces, la planta cuadrada fue la norma. Hubo una razón.
Al mismo tiempo, Herodoto describió el tardío zigurat de Babilonia en su
Historia. Este texto, perdido en la Edad Media occidental, se recuperó a
principio del siglo XVI -en griego tan solo, lengua que pocos estudiosos occidentales leían
La referencia a la Torre de Babel y al zigurat de Babilonia, tan común en
el siglo XX en la arquitectura de los rascacielos de Nueva York hasta los años
40, y en monumentos de Le Corbusier, Taut, o Loos, por ejemplo, no prosigue
directamente la iconografía bíblica establecida desde la Edad Media. Ambas
construcciones antiguas eran conocidas, pero la referencia ya no fue la imagen
bíblica convencional, común en pinturas y grabados, sino láminas de libros de
historia de la arquitectura (como la célebre monumental historia de la arquitectura occidental en diez volúmenes de Perrot y Chipiez -que incluía un libro sobre Caldea y Asiria, y que Le Corbusier manejaba), a partir de mediados del siglo XIX, que trataban
de reconstruir el zigurat de Babilonia a partir de los casi inexistentes restos
arqueológicos, y descripciones, medidas y gráficos –muy a menudo mal
interpretados- en tablillas que se iban descubriendo, así como en imágenes en
sellos-cilindro.
Los arquitectos de finales del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX
interpretaron el zigurat de Babilonia desde un punto de vista más arqueológico
o “científico” que mítico o religioso –aunque el simbolismo de la Torre de
Babel (presente también en un conocido texto de Derrida) no estaba lejos,
simbolismo probablemente más evidente en Taut (para quien la torre de Babel simbolizaba la aspiración hacia la unidad y lo espiritual necesaria para la vida urbana, que la Primera Guerra Mundial había destruido) que en Le Corbusier, sin
embargo, aunque sus referencias directas a la torre de Babel en proyectos de museos que debían albergar todos los conocimientos del mundo, todas las lenguas, como el proyecto del Mundaneum, no eran casuales ni gratuitas-.
Nota:
Estoy en deuda con la historiadora alemana Brigitte Pedde, a quien agradezco toda la información sobre las babeles modernas, y con el arquitecto Marc Marín. Juntos estudiamos la influencia del arte sumerio en Joan Miró gracias a una beca de la Fundación Pilar Juncosa, parte de cuya documentación formará parte -junto con proyectos de Le Corbusier y Loos, entre otras obras- de la exposición Sumer y el paradigma moderno que la Fundación Joan Miró de Barcelona prepara para octubre de 2017 hasta enero de 2018