Judia y alemana, la fotógrafa Ilse Bing, educada en Viena y la Bauhaus, no podía sino acabar como emigrante en NuevaYork a finales de los años treinta. Durante veinte años retrató la ciudad. Luego, abandonó la fotografía para siempre.
Curiosamente, en la ciudad de los rascacielos, éstos parecen, en sus imágenes, cuerpos poderosos pero extraños, cuerpos relucientes ajenos a la vida de la ciudad que se desarrolla principalmente en casas de una planta, pequeños comercios -las barberías, con sus signos abstractos giratorios, que recordaban el cine de animación vanguardista, le fascinaban-, en barrios nada acomodados, cuyo contraste abrupto entre luces y sombras, amenazados por alguna torre negra, acrecienta cierta sensación de abandono, de lugares desvalidos. Las calles parecen aún más estrechas entre Los Altos acantilados de los rascacielos, y parecen simbolizar la estrechez en la que se vive, calles a menudo desiertas. La ciudad más poblada del mundo parece insólitamente abandonada; solo unos pocos transeúntes, casi siempre vistos de espalda, empequeñecidos, no se sabe si huyen de Nueva York.
Una exposición en Barcelona recuerda hoy a esta fotógrafa un tanto olvidada: https://kbr.fundacionmapfre.org/exposiciones/