Poco antes de la caída de Berlín en 1945, las tropas alemanas de las SS dinamitaron los mayores almacenes de Europa, cuyos sótanos almacenaban alimentos que no debían caer en manos soviéticas.
El inmenso edificio estaba coronado por dos pirámides escalonadas o zigurats, que actuaban de base de dos altas lámparas cilíndricas verticales, a cuyos pies, en la terraza superior, se ubicaba un jardín colgante público que acogía un bar y un restaurante al aire libre. Ascensores, escaleras mecánicas, y la presencia de bienes de todo el mundo, expuestos en plantas descomunales, convirtieron los almacenes en una imagen de Babilonia que los volúmenes del conjunto acentuaban.
Esta obra maestra art decó de inspiración entre norteamericana y asiria, fue parcialmente restaurada en varias fases a partir de los años 50 y reconstruida, perdiendo su imponente aspecto, que el arquitecto David Chipperfield derribará y volverá a levantar tal como lucía a principios de los años treinta (aunque añadiendo un gymnasia y un hotel, lo que está generando polémica tanto por el coste como por la consideración del pasado, polémica que por desgracia otras reconstrucciones actuales de edificios desaparecidos, a menudo construcciones temporales, como el pabellón Barcelona de Mies van der Rohe, o el pabellón de la República de José Luis Sert, ambas de los años treinta (1929, 1937), levantadas de nuevo en los años ochenta del siglo pasado, no han suscitado.
Agradecimientos a la estudiosa alemana, especialista en la recepción moderna de la arquitectura mesopotámica, Brigitte Pedde por la comunicación.