Felix Ribas: proyecto de la Universidad Literaria de Barcelona, 1852
El Estudio General volvió de Cervera a Barcelona, o mejor dicho, regresó a Barcelona sin tener que abandonar Cervera, la importancia de cuyo Estudio, sin embargo, quedó debilitado tras la reapertura del Estudio en Barcelona.
El Estudio volvía a abrirse en Barcelona. Pero no tenía donde instalarse. Ya comentamos el trasiego de sede en sede, de convento en convento, hasta parar en el convento de nuestra señora del Carmen: un convento en ruinas. La penúltima sede, en el oratorio de San Felipe Neri, tuvo que mantenerse y no cerró hasta la inauguración de la universidad Literaria de Barcelona treinta años después.
Entretanto, el Ministerio y el Ayuntamiento no cesaban de invertir en el convento del Carmrn para evitar su hundimiento. Las reparaciones, las consolidaciones, eran un pozo sin fondo económico.
Pero hubo que esperar la muerte de un operario que participaba en un remiendo del convento para que la necesidad de un edificio en condiciones se hiciera patente a mitad del siglo XIX.
¿Dónde ubicarlo? Barcelona era una ciudad aún amurallada, sin solares libres suficientemente extensos. Solo cabía utilizar los jardines del convento del Carmen y el espacio obtenido tras el derribo de una parte del convento imposible de mantener para ubicar un nuevo Estudio. Y no solo un edificio, sino varios, o uno más extenso de lo que exigía la universidad, para dar cabida a un Instituto de secundaria y una biblioteca popular. Se pensaba también en ubicar la facultad de medicina, idea finalmente desechada por imposible.
El consistorio no veía con buenos ojos la implantación de la universidad entre las ruinas del convento el Carmen, ruinas agravadas por el bombardeo de Barcelona en 1842 que afectó gravemente a lo que quedaba del convento .
El bombardeo ordenado por el gobierno castigaba una revuelta popular. Este levantamiento se oponía a un acuerdo comercial entre los reinos de España y de Inglaterra. Dicho acuerdo reduciría los impuestos sobre los tejidos ingleses facilitando su venta en España, compitiendo así en igualdad de condiciones con los tejidos fabricados en el principado.
La altura inevitable del nuevo edificio universitario , junto con las calles angostas del barrio, atestadas de tráfico (carros y personas) podía colapsar aún más una parte de la ciudad. Eso inquietaba y hacía que no se viere con buenos ojos la proyectada nueva universidad.
Pero la urgencia de una solución definitiva al problema de la inexistencia de un edificio en condiciones llevó al Ministerio a encargar al arquitecto Félix Ribas un nueva sede, junto con la restauración temporal de las ruinas, parte de las cuales debían mantenerse e incluirse en el proyecto, para no impedir que el Estudio General siguiera abierto durante las obras.
Félix Ribas era un arquitecto y político reformista (fue diputado en las Cortes) de familia acomodada. Estudió arquitectura en la Lonja de Mar y se tituló en la Academia de San Fernando en Madrid como era preceptivo. Aunque realizó numerosos proyectos públicos de gran escala -el ayuntamiento de Tiana, por ejemplo-, pocos llegaron a buen puerto.
De hecho, se presentaba como un teórico.Tomó partido en el enfrentamiento entre ingenieros y arquitectos. Defendía que los ingenieros se limitaran a proyectar y construir puentes y caminos, y no participaran del embellecimiento de los edificios (ya que no sabían de ornamento), mientras que los arquitectos, por el contrario, no tenían que tener vetada ninguna atribución.. Es posible que esta defensa de la teoría y del saber frente a la ciega práctica le costará más de un proyecto. Como, por ejemplo…
Félix Ribas realizó varios proyectos para la sede universitaria. La Academia de San Fernando iba señalando errores, siempre subsanables, a los que un nuevo proyecto respondía favorablemente. El tiempo, los años pasaban.
Los fondos escaseaban. Aunque Ministerio y ayuntamiento debían repartirse los gastos, el Ministerio incumplía, y el ayuntamiento buscaba fondos ajenos.
Las obras no empezaban. Por varias razones: entre éstas, la pérdida o el extravío del proyecto -nunca recuperado- en dependencias ministeriales y la academia de San Fernando. Félix Ribas tuvo que repetir todo el proyecto cuatro años más tarde.
Mientras, Félix Ribas tuvo que proyectar la rehabilitación del deteriorado claustro del convento del Carmen, cerrándolo y cubriéndolo con placas de vidrio y estructura metálica, dándole un aire de invernadero.
Poco tiempo después, se inauguraba el célebre Palacio de Cristal de la primera Exposición Universal, en Londres, en 1851. La universidad del Carmen hubiera sido el primer recinto de vidrio y hierro construido. Pero los conocimientos técnicos del teórico Félix Ribas eran aproximados, también por la novedad de las técnicas constructivas necesarias para trabajar con estos nuevos materiales . Dichos defectos fueron señalados por los académicos de la academia San Fernando. No parecía que fuera ya posible un cambio de proyecto.
La situación devino insostenible. Las clases inaugurales ya no podían siquiera impartirse en el convento del Carmen. Tenían lugar en el oratorio de San Felipe Neri, en las salas nobles del consejo de ciento en el consistorio de Barcelona, o en la Diputación.
La llegada de un nuevo rector, conservador, desbloqueó la situación. Un joven arquitecto, también conservador, muy alejado del carácter reformista de Félix Ribas, recibió discretamente el encargo de una nueva sede para el Estudio General.
Poco tiempo después, el joven arquitecto Elías Rogent presentaba su propuesta, aceptada inmediatamente.
Los herederos de Félix Ribas pleitearon durante decenios para cobrar lo que el arquitecto nunca recibió . Su proyecto y su figura cayeron en el olvido. Silenciados.
El cambio de proyecto significó un cambio simbólica y políticamente decisivo que ha marcado la vida de Barcelona. A un arquitecto teórico y reformista le sustituía un arquitecto práctico y conservador.
Este cambio, y el ideario que lo sustentaba, se hicieron evidentes. Feliz Ribas había proyectado un templo clásico, racional, libre de connotaciones religiosas, coronado por divinidades griegas ligadas a las artes. Su proyecto estaba bajo la advocación de la diosa de las artes romana, la diosa Minerva.
Elías Rogent, en cambio, proyectó una fortaleza neo-medieval bajo la protección de la Inmaculada Concepción. Si el proyecto de Ribas era el reflejo de la pasada ilustración, la fortaleza de Rogent apuntaba a los nuevos tiempos, que miraban a un nebuloso origen medieval, un tiempo de héroes creadores de cerradas patrias dedicadas a una raza, una religión y una lengua propias y exclusivas, una concepción política muy distinta del universalismo al que aspiraba el siglo de las luces y la arquitectura clásica. Los nuevos tiempos exaltaban el arte y la arquitectura románicos presentados como un arte propio, étnico, nacional, en los orígenes de la “nación”.
La nueva sede de la Universidad Literaria de Barcelona debía ocupar el solar del derribado convento del Carmen, de las ruinas y de los jardines transformados en un jardín botánico.
Quizá por la falta de espacio, finalmente se optó por un nuevo solar, tras el derribo de las murallas. Este terreno se ubicaba fuera de la ciudad “antigua”, pero conectada visualmente con la antigua sede del Estudio General , derribado tras su conversión en cuartel. Su desaparición permitió abrir una nueva puerta en la muralla, la puerta de Isabel II, en 1847, al final de las Ramblas. Esta puerta, largamente requerida, facilitaba la conexión real y visual entre la ciudad antigua, los caminos que conectaban con los pueblos cercanos, y la nueva trama urbana, el Ensanche, en ciernes. Una trama defendida por Félix Ribas, una trama cuadriculada, racional, no dependiente de localismos, y obviamente denostada por Rogent. En este caso, la razón se impuso a la leyenda.
La errática historia de la universidad en Barcelona ¿había llegado a su fin a finales del siglo XIX
(continuará)