Foto: Tocho, Máscara de la diosa Hera, s. VI aC, terracota, santuario de Hera, Posidonia, Museo de Paestum (Italia).
Los dioses, inmutables, sonríen, distantes y condescendientes, ante las plegarias humanas.Ni tan siquiera miran a los trémulos fieles. Los ojos entornados, la mirada velada, ensimismada, se diría que apuntan hacia la lejanía, por encima de las testas angustiadas. No son humanos y están muy lejos de los temores humanos.
Mas, en ocasiones, están a la escucha. Son todo oídos. No sabemos si atenderán a nuestros ruegos, pero confiamos que nuestras oraciones les lleguen, aunque no manifiesten emoción alguna. La sonrisa no desaparece ni se agranda. La mirada no desciende. Pero parecen prestarnos atención.