La arquitectura y la danza tienen más relaciones de las que en apariencia deberían tener. Pese al contraste u oposición entre la movilidad y la inmovilidad, toda vez que la arquitectura es construcción vivida, disfrutada, en la que uno se encuentra y se mueve "bien", a "gusto" -calificativos éticos y estéticos-, la arquitectura es construcción en movimiento o, mejor dicho, que acoge y suscita movimiento, siquiera el movimiento vital.
Recordemos el mito de la erección de la muralla de Tebas: las piedras se desplazaban solas, creando una coreografía única, a merced y siguiendo las pautas del sonido de la lira interpretada por Anfión, mientras su hermano gemelo Zeto ayudada a que los enormes sillares de piedra encajaran perfectamente.
El coreógrafo de danza contemporánea Hervé Robbe, con estudios de arquitectura, ideó un espectáculo que combina danza y arquitectura (y cine), en la Villa Noailles, en Hyères ( Costa Azul francesa), obra maestra del arquitecto francés Robert Mallet-Stevens en 1931.
Sobre el coreógrafo y arquitecto Robbe, véase por ejemplo, su página web: