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lunes, 18 de diciembre de 2023

Patrimonio

 Las palabras, a veces, dejan de tener sentido. Su sentido original ya no tiene sentido cuando se refiere a una realidad actual, o distorsiona, intencionadamente o no, lo que se querría o se debería comunicar.

Patrimonio viene del latín patrimonium. Dicha palabra, como se intuye, se compone a partir del sustantivo pater, padre en latín. Patrimonium designa los bienes de un padre, de su linaje. El sufijo monium se refiere a la cualidad de una posesión, de un acto de posesión que redunda en beneficio de quien adquiere dicho bien.

Patrimonium designa, por tanto, un bien privado, que caracteriza y cualifica a un gentilicio -una familia, un clan, representados por el pater familias. Dicho grupo se enorgullece del bien que lo identifica, manifestando su calidad y su poder.

Patrimonio, sin embargo, hoy, designa un bien público, incluso universal; un bien de todos, de la “humanidad”. Todos nos podemos sentir identificados por o través de dicho bien, somos partícipes de su existencia, bien que nos representa. Pero nadie puede sentirse dueño exclusivo del bien. 

La palabra, por tanto, poseía un sentido que o bien ha cambiado, o es una palabra inadecuada. Es cierto que por Patrimonio podremos aún hoy en día concebir un bien familiar, pero habitualmente está palabra de refiere a un bien histórico que cualquiera, idealmente, puede sentir como -y aquí la conjunción “como” es fundamental- suyo.

Bien es cierto, que por Patrimonio se entiende a menudo un bien exclusivo de una “patria”, gracias al cual ésta se siente distinta, marca distancias con respecto a otras culturas, y saca pecho, como si un bien humano sólo perteneciera a una parte de la humanidad, excluyendo al resto.

La confusión perversa entre lo público y lo privado se manifiesta con particular crudeza en la noción moderna de patrimonio, que designa a algo que se considera propio de un país, cuando debería ser el bien que trascendiera fronteras, presentando como un logro, un superviviente de la historia, de cuya existencia y de cuyo sentido todos debieran sentirse agradecidos.


jueves, 8 de diciembre de 2022

(In)maculada Concepción

 8 de diciembre: día de la Inmaculada Concepción para los creyentes católicos.

El tema de la Inmaculada Concepción constituye un problema físico y metafísico, un acicate intelectual.
Desde los padres de la Iglesia se ha debatido el estatuto de María. Es una humana. Por tanto, pecadora. Solo la divinidad está libre de mancha.
Más, María es su madre.
Una figura ambigua: humana, pero madre de una divinidad -lo que la acerca a heroínas griegas madres de dioses, como Semele, fecundada por Zeus, madre de Dionisios- o, mejor dicho, madre de un humano en el que se encarnó una divinidad, lo que dio nacimiento a un ser al tiempo mortal e inmortal, humano, plenamente humano, y divino, sin que ls divinidad se viera menguada por la humanidad que la divinidad asumió.
¿Cómo conjugar la marcha y la pureza, buscar el origen de la pureza en la mancha? Solo a mitad del siglo XIX, como se sabe,  se enunció que María nació Inmaculada, un edicto o dogma (los dogmas son edictos inspirados y por tanto, incuestionables, que deben de ser asumidos sin cuestionarlos, dogmas de fe en los que se basa la confianza en la existencia y efectividad de la divinidad) no aceptado por todos los Cristianos. Hasta entonces se sostenía -y aún se sostiene- que si María no estaba maculada, en el momento de ascender a los cielos, era porque las máculas con las que había nacido, como toda humana, habían sido lavadas tras la Resurrección de su hijo. Nació maculada y murió inmaculada, sin perder su condición humana ni alcanzar la divina (aunque la mariología es ambigua), una  teoría teológica muy distinta de la que Impera en el catolicismo desde hace siglo y medio.
La purificación -que no la pureza congénita- de María ya se enunció en el Corán, un texto cercano a los escritos de los Padres de la Iglesia, en una célebre Sura sobre los primeros profetas, anteriores a Mahoma:

“Y cuando dijeron los ángeles: ¡Maryam! Allah te ha elegido, te ha purificado y te ha escogido entre todas las mujeres de la creación.”

(Sura 3, 45)

La elección exigió la eliminación del pecado original que manchada a Maryam, lo que permitió que ésta adquiriera una una condición cercana a la de Eva, la primera humana.