Maqueta de choza, El Obeid (Sur de Mesopotamia), 5000-4500 aC
Londres, Museo Británico
Foto: Tocho, Bienal de arquitectura, Venecia, agosto de 2014
Entre el despliegue del muestrario de marcos de ventana, puertas, manecillas, escaleras, rampas, suelos, techos, fachadas, chimeneas, etc, que constituye el núcleo de la Bienal de Arquitectura de Venecia, concebido por Rem Koolhass -para quien la arquitectura resultaría de la suma de elementos espaciales (pasillos) y constructivos "fundamentales" (techos, suelos, paredes, etc.), de los que, como en una feria de construcción, expone todo tipo de modelos antiguos y modernos, y de diversas culturas (los habitantes no aparecen en esta bienal)-, una única y preciosa pieza justifica casi la visita: una pequeña maqueta de terracota pintada, fragmentada, muy poco conocida (el Museo Británico no la expone) de hace siete mil años, procedente del sur de Mesopotamia (Tell El-Obeid, que ha dado nombre a la cultura de El-Obeid, anterior a la escritura), de una casa o choza con un tejado a dos aguas -insólito en un clima tan cálido, lo que plantea interrogantes sobre el imainario arquitectónico-, una de las primeras maquetas de la historia, que revela lo que no denota la exposición de Koolhaas: la importancia, el aprecio del hogar. Se trata, posiblemente, de una ofrenda votiva o parte de un ajuar funerario.
Entre el despliegue de tantos suelos que reaccionan a nuestros pasos, emitiendo sonidos, juegos de luces y fachadas de plástico movibles, esta maqueta, que cabe en la palma de la mano, muestra lo que la arquitectura es: un contenedor de vida, concebido como un sagrario.