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sábado, 25 de octubre de 2025

El abrigo de las ruinas (Museo Arqueológico de Murcia, octubre de 2025 - enero de 2026)































 

Fotos: Tocho & Fernando Albaladejo, octubre de 2025
Filmación: Fernando Albaladejo, octubre de 2025

La exposición itinerante sobre intervenciones arquitectónicas modernas en yacimientos arqueológicos, en diversas partes del mundo, desde los Estados Unidos hasta China, que produjo y estrenó el Centro Cultural El Born de Barcelona en 2022 -una exposición que inició el Institut Català d’ Arqueología Clássica ICAC de Tarragona en 2019-, tras su paso por el Museo de Arte Romano de Mérida y el Museo de Medina Azahara en Córdoba, se presenta en el Museo Arqueológico de Murcia.

La exposición recoge datos y conclusiones de una jornada en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid COAM en 2019, y de un congreso internacional que la Universidad de Murcia organizó en Cartagena en 2020. 

Estudiar la relación entre la arquitectura moderna y los restos arqueológicos, y entre preservación e investigación, excavación y consolidación, destrucción -toda excavación abre un foso en la tierra- y conservación, es el objetivo de la exposición centrada en intervenciones que escapan a la intervención de empresas de ingeniería consistentes en cubriciones que a veces ahogan los restos y dificultan la visión y la interpretación de aquéllos.

La exposición nace de consideraciones en el seno de la misión arqueológica francesa, dirigida por la profesora Mariagrazia Masetti-Rouault de la École Pratique des Hautes Études de Paris, en Tell Massaikh (Siria) hasta 2010, y en Qasr Shemamok (Iraq) desde 2011. ¿Qué hacer con los restos, entre musealizar o momificar, y excavar, eliminando necesariamente las capas superiores de los asentamientos hasta llegar hasta los niveles de ocupación objetivos de la investigación?

Dirección: Tiziano Schürch y Pedro Azara
Montaje: Tiziano Schürch, Pedro Azara, Roger Badia y Fernando Albaladejo
Diseño gráfico: Lorena Ortiz



viernes, 17 de octubre de 2025

Los sueños húmedos del emperador Sennaquerib





































 

Relieves en el yacimiento de Khinnis con efigies del emperador Senaquerib en las fuentes que alimentaban las ciudades neo-asirias de Nínive y Arbales (Irbil)

Acueducto neo-asirio de Jewan para llevar el agua hacia Nínive y Arbales


Fotos: Tocho, octubre de 2025 


El título puede parecer fácil, zalamero, barato o provocador.

No lo es. Aunque los sueños de poder imperiales  suelen ser eróticos -se sueña con posee el mundo, como si el mundo se sometiera a nuestros caprichos-, el sueño -y su realización- del emperador neo-asirio Senaquerib, en el siglo VIII aC, era literalmente húmedo. Sueños y logros de descomunales trabajos hidráulicos, nunca emprendidos hasta entonces, y anteriores en cinco siglos a trabajos similares romanos, para llevar con éxito el agua de múltiples fuentes en las montañas del Tauro a trescientos cuarenta quilómetros de distancia, para el regadío de los “jardines colgantes” de Nínive -que no de Babilonia- y las necesidades en agua de la ciudad de Arbales (la actual Irbil). Trabajos con los que el emperador expresaba su dominio del mundo natural puesto al servicio de los humanos, dominio que los dioses concedían al soberano.

Múltiples fuentes fueron canalizadas y conducidas a una presa desde donde arrancaba un canal aún visible que cruzaba un río (hoy seco) por medio de un gigantesco acueducto de sillares de piedra antes de proseguir su camino por un canal exterior o un conducto interno que atravesaba montañas.

Las fuentes, que manaban de la roca bajo la atenta vigilancia de leones esculpidos, cuyas aguas se recogían en grandes receptáculos de piedra antes de verterse en un pantano, estaban bajo la protección de la efigie del emperador -el relieve neo-asirio más grande del mundo- en compañía de efigies divinas y de sus encarnaciones, símbolos o atributos animales en forma de León o de dragón. 

Efigies divinas esculpidas en hornacinas en lo alto del acantilado controlan el lugar. 

La inmensa pared rocosa esculpida presenta numerosos orificios. Son de época persa, cuando se extendió el culto monoteísta zoroástrico, a la caída del imperio neo-asirio, y numerosos anacoretas se recogieron cabe las fuentes de la vida, en un nuevo renacer.

Los relieves fueron muy dañados por bombardeos del ejército iraquí contra la población kurda en 1966. Entre los relieves prácticamente desaparecidos, uno singular, inesperado: un jinete a caballo -del que solo se conservan las patas: Alejandro, cuando visitó el yacimiento.

No lejos de las fuentes, un acueducto de sillares de piedra descomunal sortea el lecho de un río, hoy seco. Un canal surcaba la parte alta del acueducto , en perfecto estado. Multiples inscripciones perfectamente legibles, a ambos lados de la obra, proclaman el nombre del comanditario: el emperador neo-asirio de Senaquerib.

Las fuentes, el  acueducto y los canales formaban parte de una obra hidráulica que recorría una parte del imperio para traer el agua a dos de las capitales neo-asirias.

Las fuentes siguen manando. El agua es limpia. En el primer milenio aC, sin embargo, el caudal de las fuentes y del rio en el que desembocan no se secaba ni siquiera en pleno verano. En octubre, hoy, el agua ha vuelto.