sábado, 1 de octubre de 2022
Estética y Arquitectura (Cuando la estética contaba en arquitectura)
lunes, 15 de agosto de 2022
¿Qué es la teoría del arte (la teoría en la formación del arquitecto)?
lunes, 9 de mayo de 2022
¿Qué es una asignatura?
Nos hemos olvidado quizá de lo que significa la palabra asignatura, que designa -un verbo relacionado con el sustantivo que se comenta- la materia o tema que un estudiante debe saber, impartida por un profesor. El verbo latino adsignare significa otorgar una parte de un ente con motivo de un reparto. Lo que la universidad reparte son conocimientos o estudios asignados a diversos profesores, quienes explican y aclaran partes de los saberes que un estudiante deben poseer para convertirse en un especialista o sabio en un tema determinado, y poder ejercer o practicar con propiedad, con pleno conocimiento, con todas las armas en su mano.
El verbo latino se relaciona con el sustantivo signum, y es aquí donde la imagen despunta. Los diversos significados de dicha palabra se refieren a diversas manifestaciones imaginativas. Un signum era una huella impronta bien visible; una bandera, un estandarte, que son signos de reconocimiento y señales de pertenencia a un grupo; un sello, que personaliza e identifica a quien emite un comunicado escrito o gráfico; una constelación, un “signo” celestial que augura buena o mala fortuna, una señal que determina la vida, un anuncio profético que muestra, antes de que acontezca en la tierra, lo que nos espera; y una estatua.
Los signos son imágenes destacadas, relevantes, pues inciden, marcan la vida de los hombres. No se trata de “meras” apariencias insustanciales, sino de avisos a tener muy en cuenta. Por lo que una asignatura prepara el porvenir del oyente o estudiante, le señala opciones vitales o profesionales, y le adiestra no sólo en cómo obrar, sino en si debe obrar y en la importancia, valor y relevancia de su obra. Una asignatura determina una vida; son señales que acompañan o advierten de lo que se puede y no se puede hacer, de las bondades o peligros de la “práctica” profesional.
La imagen o el signo no son prescindibles ni deben ser ninguneados, porque solo con dichas imágenes el estudiante sabrá como operar en el futuro y estará capacitado para reflexionar sobre las consecuencias de sus actos. Las asignaturas son mensajes escritos y gráficos venidos del futuro que preparan a la vida, la facilitan y ofrecen pautas que evitan perderse o equivocarse sin remedio. Las asignaturas son voces consejeros que auguran una vida plena, satisfactoria, una creación y una reflexión que tenga “razón de ser”, evitando el desvarío, el bloqueo o la pérdida de criterios. Las asignaturas evitan males o daños futuros, tanto personales como para la comunidad. Y una señal siempre es una imagen a tener muy en cuenta.
Conocer el valor de las imágenes: tal es la misión de la teoría, una "asignatura" minusvalorada en los estudios de arquitectura en España.
jueves, 17 de febrero de 2022
XAVIER RUBERT DE VENTÓS (1939): CONFERENCIA EN LA ESCUELA DE ARQUITECTURA DE BARCELONA (1988)
martes, 28 de septiembre de 2021
Miralles goes to… ( the Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, ETSAB)
Fotos: Tocho, septiembre de 2021
Exposición Miralles a l’ Escola, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (UPC-ETSAB)
Montaje: Victoria Garriga
Agradecimientos a David Capellas por el envío del vídeo
martes, 14 de septiembre de 2021
Teoría ( Diálogo)
Una máscara mortuoria maya, del siglo VII dC, una máscara sumeria del cuarto milenio, una cabeza clásica del dios griego Apolo, un busto de Fernando, por Picasso, e principios del siglo XX, la testa de un Luohan u hombre sabio budista chino, del siglo XVI, una cabeza real de Benín, del siglo XII: son retratos naturalistas, de épocas y culturas diversas, que contemplamos. La imagen fotográfica está ante nuestros ojos, atraídos o distraídos, que contemplan, observan, escrutan estas obras -o sus imágenes fotográficas.
Mas, ¿no podríamos también considerar que dichas obras también nos observan? A veces casi inquisitoriamente, como la máscara maya, en otros casos, rehúyen nuestra mirada, todo y teniéndola presente, no por temor, sino por indiferencia, superioridad o ensimismamiento.
Quizá pudiéramos considerar que aunque seamos los sujetos quienes observemos a los objetos, quietos, como si fuéramos investigadores para los que las cosas no pueden tener secretos y deben revelarse, nuestro acercamiento y escrutinio puede ser debido al interés o a la fascinación que estas imágenes ejercen, voluntaria o involuntariamente sobre nosotros, como si hubiéramos caído presos de un hechizo. Aunque no queramos reconocerlo -pues dicho reconocimiento puede denotar debilidad-, las obras son capaces de emocionarnos, es decir de movernos hacia ellas, como si nos mandaran.
En ambos casos, estamos ante un encuentro, fecundo, frustrante o frustrado: un diálogo.
Éste recibe el nombre de teoría. En efecto, teoría, en griego, significa maravilla, espectáculo. Nombra algo digno de verse; algo sorprendente, inesperado y seductor, que puede con nuestra indiferencia y nos atrapa. Una procesión también se llamaba una teoría, pues designa a una comunidad movida por la presencia de un objeto singular: un altar, un templo, una estatua, que nos pone en contacto con lo que rebasa nuestros límites.
Teorizar, por tanto, significa observar. Nombra un encuentro visual o sensible. El teórico -el espectador, el observador- se aproxima a este objeto que le extraña y le atrae, o la inquieta, para contemplarlo, a fin tratar de averiguar qué es y qué significa. Teorizar designa la acción que tiene como fin desentrañar los misterios o mensajes que los objetos, naturales o artificiales, es decir artísticos, elaborados por el ser humano, encierran y tienen a bien -o no- comunicarnos. Dicha comunicación, que exige respeto, y voluntad de diálogo, se establece sin violencia. No podemos sacudir el objeto para extraer, para que suelte sus enigmas, sino que son los sentidos, y la sensibilidad, los que realizan una aproximación para tratar de saber lo que las apariencias, las imágenes esconden, para saber qué se encuentra detrás de las fachas, las máscaras, las superficies. La mirada, el oído, el tacto incluso -se requiere "tacto", en francés "doigté" sensibilidad en la yema de los dedos que rozan, acarician-, junto con la inteligencia, son los órganos o las facultades gracias a los que podemos intentar entrar en comunicación o comunión con lo que nos rodea, con lo que los hombres del pasado y del presente, y los seres del futuro, tienen a bien contarnos.
NOTA:
Tal es el tema del curso de Teoría II, con clases teóricas y prácticas, en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona
Tiziano Schürch, Joan Ramón Cornellana, Tocho
jueves, 17 de junio de 2021
Posible interrupción: entrada en el laberinto
Este blog se podría interrumpir durante diez días que corresponden a un viaje a Atenas y Creta para visitar museos y yacimientos arqueológicos minoicos (Cnossos, Faistos, Zakros, Kommos, Palaikastro, etc.), dentro del marco de una asignatura-viaje optativa e intensiva de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (UPC-ETSAB), que se inicia hoy.
Con 29 estudiantes matriculados , tres docentes y un asistente becado
domingo, 31 de enero de 2021
Inicio de curso
El curso de máster en la Escuela de Arquitectura de Barcelona empieza el próximo jueves. Las clases de grado, el quince de febrero. Serán, nuevamente, clases telemáticas.
Recuerdo, hace unos diez años, el año de clase tras un largo periodo fuera de la Escuela gracias a la concesión de un sabático, un sueño para un profesor. Llevaba un año y medio sin dar clases. Fue el peor año, con los peores resultados en las encuestas, un curso que exigió un replanteo completo del programa y de la manera de enseñar al año siguiente. ¿Qué había pasado? El programa no había cambiado, al igual que la docencia; hasta entonces con resultados satisfactorios. Ocurrió que, precisamente, el tiempo había pasado y no me había dado cuenta -o creía que no se había producido ningún cambio. Tan solo había pasado un año y medio.
Explicaba lo mismo. Trataba de recordar lo que explicaba y sobre todo cómo explicaba. Sabía dónde introducir un chiste, una salida de tono, qué imagen mostrar, qué decir en cada momento. Solo estaba atento al pasado, tratando de revivirlo, sin atender a los estudiantes. Donde se daban risas otrora, se producía un silencio embarazoso, glacial. Allí donde los estudiantes intervenían en años anteriores, ninguna mano se levantaba. Nadie intervenía. Yo hacía ver que me interesaba en lo que contaba, cuando tan solo recitaba de memoria. Tenía la lección aprendida. La hubiera podido repetir en cualquier circuntancia, es decir, en ninguna circunstancia. Nunca como en aquel año, me sentí como un disco rayado, gastado.
En un año y medio, la mirada, la perspectiva de los estudiantes habían cambiado -casi dos años en personas de veinte años, son años. Mi perspectiva también: en vez de mirar adelante, miraba hacia atrás. Trataba de hcer lo mismo, de decire lo mismo, de comportarme cómo me comportaba, sin atender a qué los estudiantes no eran los mismos, desatendiendo a quiénes me dirigía, evitando suscistar sus comentarios que no llegaban porque no hubieran encajado con las lecciones memorizadas, con una mala interpretación de una clase que no sentía, que no construía, sino que repetía "de memoria".
Las clases son diálogos, verbales o mudos, pero diálogos y careos. Una clase no se da por sabida. Acontece -a medida que se explica (que no se recita). Es necesario saberse el texto para jugar con él, cambiarlo, alterarlo, deformarlo, transformarlo, en función de lo que uno siente, percibe en clase. Porque para dar clase hay que sentir, sentirse bien, pero nunca dar por sentado que irá bien, que se va a encontrar a gusto. Cierta incomodidad, y temor, son necesarios. ¿Qué ocurrirá?, una pregunta que parte del presupuesto que "algo" va a ocurrir que dará qué pensar. No se sabe qué va a ocurrir, qué diremos. Las palabras, a menudo, tienen vida propia y se salen del guión aprendido, se adelantan, exploran terrenos y comunican ideas no previstas: palabras vivas, no letra muerta que se trata de revitalizar penosamente.
¿Qué ocurre con una clase telemática, en la que los estudiantes son puntos de colores, o tan solo una letra inicial en maýúscula, en la que lo que uno se ve dando clase? Ocurre que no es una clase sino un recitado, en la que el silencio está proscrito, una sesión que concluye abruptamente, que empieza y cesa con un simple tecleo, desprovista de este tiempo incierto que prosigue fuera del aula cuando estudiantes preguntan, y las respuestas -si se hallan- dan lugar a una próxima clase. ¿No intervienen los estudiantes en una clase telemática? Sí, preguntan, pero preguntan al profesor, no dialogan entre ellos -porque no se ven, no saben quién asiste, como tampoco lo sabe el profesor que tan solo tienen una lista de nombres sin cara, o caras sin cuerpos. Las palabras van -y a veces vienen-, pero no recorren el espacio del aula, porque un aula virtual es un mal juego de palabras: es un oximoron, no existe.
No, las clases no empezaran este jueves. Tan solo se iniciará un programa de televisión con un locutor, si uno se acuerda de encender la pantalla. Un curso sin curso, sin fluidez, sin saltos ni sobresaltos que mantienen en vilo, despierto, atento.
Con todo el ánimo -pero no la ilusión- que uno le ponga.
jueves, 29 de octubre de 2020
Departamento
La renovación en la próxima dirección de algunos departamentos universitarios, considerados a menudo como unos reinos de taifas, nos puede llevar a pensar brevemente sobre lo qué es un departamento.
Aunque la palabra departamento sea un préstamo del francés département, que se utiliza para designar una unidad política, una pieza del puzzle, bien encajada, con el que se organiza un territorio, lo cierto es que, en última instancia, departamento deriva del latín pars y de una familia de términos asociados a este sustantivo.
Pars es parte o porción. Implica, necesariamente, el ejercicio de una división, que debe lograr partes iguales. En francés, hacer partes se dice partager (y no diviser, aunque el partage conlleva una division). Partager significa distribuir partes iguales, de manera que ningún receptor se sienta ninguneado o desfavorecido. En latín el verbo partior significa tanto dividir cuanto repartir, dos momentos de una misma acción, que implica que se tenga en cuenta a todos, que nadie se queda con el todo, que existe la preocupación para que todos puedan disfrutar de un mismo bien, evitando envidias. El reparto se hace a la vista de todos, a plena luz. La mano no esconde nada.
La partición permite ordenar y repartir. Introduce una división que pauta espacio y tareas, asignando a cada uno el lugar pertinente. Una partitura facilita la transmisión del conocimiento de una música. Son signos que fijan y pautan el adecuado trascurso de aquélla.
Pero partager, compartir, también implica que varias personas posean y utilicen una misma parte, que pasa así de mano en mano, sin pertenecer a nadie. La noción de partage aúna la división, la compartimentación, la distribución equitativa, y la co-pertenencia. Todos nos sentimos partícipes del uso de una parte. Tal es la igualdad de las porciones, que se requiere el verbo départager -que significa romper el empate, negar o anular el acto del justo compartir- para poner fin a la posesión o al uso colectivos.
La partición lleva a la existencia de al menos dos entes o seres, dos bandos; pero la partición conduce a la "participación" que, literalmente, significa dirección o gestión de unas mismas partes. La participación invita a tomar parte (literalmente) en la organización de un conjunto de partes, sin que nadie pueda arrogarse el derecho de mandar o de apoderarse de más partes que le corresponden. Participare, en latín, significa invitar o animar a formar parte, lo que denota el desvelo para que nadie quede rezagado ni nadie se sienta excluido. Se intenta ampliar el espacio donde todos tengan cabida y se sientan a gusto. De hecho, ninguna parte corresponde a nadie, sino que todas están al alcance, un uso al que sucede un intercambio, un gesto que posibilita el establecimiento de relaciones que, a su vez, facilitan el compartir bienes o ideas.
Un departamento no es solo el lugar donde se comparte espacios y proyectos; es también donde se departe. El acto de departir requiere la previa existencia de dos seres, separados pero no divididos, frente a frente pero no enfrentados, que acuerdan dialogar. La "departición" es el intercambio de impresiones o ideas distintas , es el manejo de puntos de vista diversos sobre los que, sin embargo, nos hemos puesto de acuerdo, evitando que rompamos.
Es cierto que "partir", ya tardíamente, en la Alta Edad Media, ha acabado por significar romper, no para distribuir sino para dar la espalda, quedándose con una parte, o con todo. La partición, en este caso, es sinónimo de ruptura, de voladura de puentes. Un bando, al menos, ya nada quiere saber del otro. Pero esta situación de violencia no puede producirse en un departamento que es un territorio acordado en el que solo se puede estar si se ponen sobre la mesa unas maneras de operar y de relacionarse.
Un departamento es el lugar de la palabra. Todo se acuerda de palabra. La palabra es sagrada. Nadie le puede faltar a la palabra dada, que implicaría faltar al respeto. Sin el debido respeto, el reconocimiento mutuo, el cuidado con el reparto de derechos y deberes, un departamento se convierte en un campo de minas, o en una tierra baldía.
Departamento, un medio y un vehículo de formación personal y de las personas, compañeros y estudiantes, con quienes nos relacionamos. Un departamento no es una cátedra: nada se da por sentado. Las relaciones, las transmisiones, los intercambios, las cesiones y las comunicaciones, en cambio, fundan lo que es o debería ser un departamento.
domingo, 25 de octubre de 2020
Clase bajo la pandemia
lunes, 14 de septiembre de 2020
Construcción y destrucción durante la Guerra Civil española (de las regiones devastadas y Belchite a los pueblos de nueva planta) (1936-1939)
viernes, 3 de julio de 2020
¿Qué es la teoría del arte?
Montaje y edición: Lucas Dutra
La Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, a final de curso, en el mes de Junio, organizaba una exposición, titulada OpenEtsab, con una selección de documentos gráficos y escritos producidos por o representativos de las distintas asignaturas de cada curso.
Este año, como medida de seguridad, se ha sustituido la exposición por una página en Instagram, en la que se "cuelgan" imágenes, textos y vídeos que "dan una idea" de las características, objetivos y resultados de las asignaturas de la carrera.
Con este video, la asignatura troncal (u obligatorio) cuatrimestral de Teoría II, en quinto curso, se intenta resumir lo que se ha podido hacer, y cómo, durante este cuatrimestre confinado, tratando de atender al programa de la asignatura, que consta de clases teóricas y prácticas.
Los vídeos grabados que han sustituido a las clases teóricas y a una parte de las prácticas presenciales se han ido presentado en este blog entre mediados de marzo y finales de mayo.
jueves, 14 de mayo de 2020
La última luz: visita de la colección permanente del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA)
Prólogo y efectos: David Mesa
Carátula, Montaje, y edición: Lucas Dutra
(Nota: Me excuso: el video ha estado desaparecido durante unas horas)
Con este vídeo, dedicado a una segunda visita "virtual" a algunas obras de la exposición permanente de las colecciones del Museu d´Art Contemporani de Barcelona (MACBA), concluyen las prácticas de la asignatura de Teoría del arte y Estética (Teoría II) de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (UPC-ETSAB), unas sesiones virtuales que han tratado de suplir las visitas "reales", imposibles en estos meses de reclusión.
Estos vídeos completan los dedicados a las clases propiamente teóricas centradas en qué es teorizar, cómo y sobre qué se teoriza, y se persigue o se obtiene con este ejercicio teórico, reflexiones a las que estas prácticas, en las que se presentan y se comentan algunas obras de arte, pueden aportan unos ejemplos cuyo comentario o cuya reflexión parte de o se basa en conceptos y aproximaciones a la obra de arte enunciados en las clases teóricas.
jueves, 20 de febrero de 2020
XAVIER RUBERT DE VENTÓS (1939)
El próximo martes, a las una de la tarde, la Escuela de Arquitectura homenajeará uno de sus profesores, el catedrático Xavier Rubert, que más contribuyó a renovar la enseñanza en esta escuela.
Filósofo y teórico de las artes, abandonó la facultad de filosofía a principios de los años setenta, anclada en el tomismo, y entró en la Escuela. Creó o ayudó a crear el Departamento de Composición (hoy de Teoría e Historia), introdujo la asignatura de estética (la escuela de Barcelona, desde entonces y durante unos largos años fue renombrada internacionalmente por impartir estética, algo único en el mundo -una asignatura que tras la jubilación de Xavier Rubert el departamento suprimió-), hizo entrar o acogió a jóvenes profesores como Ignacio de Solá Morales (posteriormente catedrático de Composición y fallecido demasiado joven a causa de las exigencias inasumibles de quienes llevaban la reconstrucción del Liceo de Barcelona - a cargo de Ignacio Solá) -quien a su vez hizo entrar a los actuales profesores titulares y catedráticos de la Sección de Teoría-, Josep Quetglas -catedrático de historia, posteriormente, y responsable de la entrada de los profesores titulares y catedráticos, jubilados y aún activos, de la Sección de Historia-, todos los profesores titulares y catedráticos de la Sección de Estética (profesores como los filósofos Félix de Azúa y Eugenio Trías), y contribuyó a que una escuela se practicaba pero no se pensaba se convirtiera en la facultad española donde se pensaba más y mejor.
Sus clases, en los años setenta y ochenta eran multitudinarias. Acudían incluso estudiantes de otras facultades, sobre todo de Filosofía. Clases sin guión establecido, dedicadas a mostrar la importancia de gestos y obras juzgados banales, insustanciales o superficiales -y sin embargo reveladoras de cómo pensamos-, a descubrir lo que el velo de la apariencia cubre y descubre. Clases que arrastraban a los estudiantes a disgusto con las enseñanzas mecánicas de otras asignaturas.
Dejó la Escuela en los noventa para dedicarse a la política, y descubrió el juego que se practica en los despachos. Y regresó hastiado, esperando volver a encontrar el gusto por las historias que no son mentiras. Pero ya no pudo ser.
Muchos le debemos no haber abandonado los estudios y haber podido disfrutar de lo que nos rodea, triste o hermoso, de haber intentado mirar el entorno con curiosidad y sin avidez.
martes, 27 de junio de 2017
FRANÇOIS SCHUITEN (1956) & BENOÎT PEETERS (1956): LA TOUR (LA TORRE, 1987)
La torres es tan grande como el mundo; se pierde, hacia abajo, por debajo de las nubes que coronan los árboles y se adentra no sé sabe a qué profundidad; la cumbre no parece existir; por mucho que uno ascienda, por fuera o por dentro de espacios cada vez más estrechos, los muros siguen rasgando la niebla permanente. pero nunca se descubre en su totalidad.
La torre es un mundo vertical, empinado y desolado. Como el mundo, la torre se estructura en varios niveles. Cada uno está poblado de seres muy distintos. Se cuenta que el gobierno se halla en la cumbre. La torre cruza el espacio y surca el tiempo. Tan alta es que no rige el mismo tiempo en cada parte: la parte central, dotada de amplias terrazas, parece hallarse en el Renacimiento, aunque las altas ventanas que iluminan el corazón de la torre sean góticas. Los niveles inmediatamente superiores acogen construcciones que parecen directamente trasladadas de un grabado de Piranesi, cuando el Siglo de las Luces. Aún más arriba, se intuye el constante bramido de mecanismos industriales del siglo XIX. En lo alto, aún no se sabe.
La torre, de planta circular y muros exteriores inclinados como la panza de un muro de contención, está construida con sillares imponentes. Acoge a vivos y muertos. Altísimos columbarios, donde reposan los muertos, recorren las paredes catedralicias de ciertas estancias. Pero la torre se cae. Algunas partes, por la que cuesta circular a causa de montañas de piedras, están derrumbadas. El chasquido de bloques que se precipitan puntea la vida como las puntuales campanadas de una iglesia. La torre no está deshabitada aunque en algunas zonas solo se hallan cadáveres. La conexión entre niveles no es fácil ni siempre posible. Imponentes túneles, escaleras de caracol, rampas, puentes colgantes, pasarelas, pasadizos, a menudo tendidos en el vacío, y bloqueados por toda clase de restos, entre cuerdas, cadenas y poleas que cuelgan desde no se sabe dónde, y que se hallan en malas condiciones, revelan que la circulación es o fue posible, solo para quienes superaran el vértigo. Si no, la subida y el descenso solo se puede realizar por el grueso muro exterior, punteado, como una construcción romana, por pilastras, contrafuertes y molduras que no siempre resisten el peso de un hombre.
"En un principio, la Torre fue concebida como imagen del universo. La construcción debía permitir el ascenso a los diferentes niveles para acercarse a poco a lo Divino. A medida que se ascendiera, ésta debería afinarse y depurarse, librándose de toda pesadez y despojándose de todo recargamiento. Así se alcanzaría el Alma de la Torre, el verdadero objetivo del edificio (...)
Construir la torre ha sido algo tan absurdo como querer tocar a Dios con los dedos. La distancia entre el cielo y nosotros es tan grande que por muy alta que sea nuestra Torre, jamás nos aproximará lo más mínimo al mundo.
¿Está seguro que la Torre no es lo más grande que existe?
Sí, estoy seguro... la Torre no es nada. Representa menos en el Universo que una piedra en la Torre."
Pese a que, cuando se recorre la Torre, se salga al exterior y se vague por montes empinados, atravesados por fallas abismales, y uno se adentre en bosques impenetrables, siempre se está en la Torre. Es imposible salir de ella, aunque, desde las ventanas, se perciba un mundo poblado de nubes.
Existe, sin embargo, una única salida -si es que una salida se trata: En algunas estancias cuelgan cuadros descomunales: cuadros barrocos y decimonónicos, enmarcados por gruesas molduras, que abren ventanas a otros mundos -no siempre deseables: si algunos cuadros muestran escenas mitológicas protagonizadas por diosas carnales que se ofrecen a la vista del espectador, otros documentan batallas mortíferas, pero también revueltas... E imágenes de la torre de Babel.
Quizá aquí estaría el secreto de la torre...
El célebre cómic belga La Tour (La torre), publicado hace treinta años exactamente, que forma parte de la serie de doce libros Las ciudades oscuras, publicado inicialmente en francés, y que ha dado pie a un sinfín de estudios, tesis doctorales y exposiciones (una de las últimas en la Cité de l´Architecture de París) ha sido recientemente reeditado cuidadosamente en español.
Quizá centre algunas clases prácticas de la asignatura de Teoría II en la UPC-ETSAB el curso que viene....