No, en el caso presente, no se puede decir que la realidad se ha impuesto a la imagen virtual.
Pero sí que podemos afirmar que quien ha ganado la partida es el decorado, el simulacro o la evocación de realidad; una realidad reconstruida o transfigurada. Una realidad de papel, pero real o con cierto grado de realidad, al fin y al cabo.
La película Gladiator II, de Ridley Scott, recién estrenada, ha prescindido que la recreación virtual del Coliseo Romano, que tanta admiración causó en la película Gladiator (y hoy Gladiator I) hace veinticinco años. Solo dos años antes, el buscador de internet más popular había sido creado. Faltaban siete años para que los teléfonos móviles “inteligentes”, dorados de conexión a internet, llegaran al mercado.
Hoy, en la isla de Malta, se han reconstruido partes del Coliseo. Un decorado, sin duda, pero un objeto tridimensional, al fin, cumpliendo la función del Coliseo original, de mármol. Los espectadores, en la película, ya no son figuras infográficas, sino de carne hueso: actores y extras, sentados en un decorado que reconstruye o evoca el edificio real.
Por una vez, cuando la imagen virtual se ofrece como un simulacro arquitectónico, la tercera dimensión, y las verdaderas dimensiones han regresado. Al parecer para bien.