jueves, 30 de abril de 2020
La luna de Atenas y la luna de Corinto
"Las ilusiones del patriotismo no tienen término. En el primer siglo de nuestra era, Plutarco se burló de quienes declaran que la luna de Atenas es mejor que la luna de Corinto ; Milton, en el XVII notó que Dios tenía la costumbre de revelarse primero a Sus ingleses ; Fichte, a principio del XIX, declaró que tener carácter y ser alemán es, evidentemente, lo mismo. Aquí, los nacionalistas pululan (...) "
(Jorge-Luis Borges: "Nuestro pobre individualismo", Otras Inquisiciones , 1952)
miércoles, 29 de abril de 2020
El olvido (Somos nuestros recuerdos)
Según el poeta romano Lucrecio -que intentaba disipar la superstición en que en verdad consiste la creencia en la intervención divina-, aunque se produjera la reencarnación, la vuelta a la vida del cuerpo y del alma, no volveríamos a ser nosotros mismos (como postula el cristianismo) ya que habríamos perdido los recuerdos. El corte de la guadaña no tiene vuelta de hoja.
"Ni aunque el tiempo reuniese nuestra materia después de la muerte y de nuevo la dispusiese en el orden en que ahora se halla combinada, y de nuevo nos fuese otorgada la luz de la vida, en nada nos afectaría a nosotros este cambio, una vez que se nos ha interrumpido el recuerdo"
(Lucrecio: La naturaleza, III, 847-851)
Seremos otros (Lucrecio creía que unos mismos átomos, tras la disolución de los cuerpos, se reagrupaban para dar nacimiento a nuevos seres).
Lo que nos constituye son los recuerdos. Somos lo que recordamos haber sido.
martes, 28 de abril de 2020
RUDYARD KIPLING (1865-1936): IF (1895)
Si puedes mantener en su lugar tu cabeza cuando todos a tu alrededor,
han perdido la suya y te culpan de ello. |
Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de ti,
pero también dejas lugar a sus dudas. |
Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños, o si, siendo odiado, no te domina el odio Y aún así no pareces demasiado bueno o demasiado sabio. |
Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu amo;
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo; Si puedes conocer al triunfo y la derrota, y tratar de la misma manera a esos dos impostores. Si puedes soportar oír toda la verdad que has dicho, tergiversada por malhechores para engañar a los necios. O ver cómo se rompe todo lo que has creado en tu vida, y agacharte para reconstruirlo con herramientas maltrechas. |
Si puedes amontonar todo lo que has ganado
y arriesgarlo todo a un sólo lanzamiento; y perderlo, y empezar de nuevo desde el principio y no decir ni una palabra sobre tu pérdida. Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tus tendones, para seguir adelante mucho después de haberlos perdido, y resistir cuando no haya nada en ti salvo la voluntad que te dice: "Resiste!" |
Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud
o caminar junto a reyes, y no distanciarte de los demás. Si ni amigos ni enemigos pueden herirte. Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado. Si puedes llenar el inexorable minuto, con sesenta segundos que valieron la pena recorrer (...) |
If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on
you,
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting
too;
If you can wait and not be tired by waiting,
Or being lied about, don’t deal in lies,
Or being hated, don’t give way to hating,
And yet don’t look too good, nor talk too wise:
If you can dream—and not make dreams your master;
If you can think—and not make thoughts your
aim;
If you can meet with Triumph and Disaster
And treat those two impostors just the
same;
If you can bear to hear the truth you’ve spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to, broken,
And stoop and build ’em up with worn-out tools:
If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breathe a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are
gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: ‘Hold on!’
If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with Kings—nor lose the common touch,
If neither foes nor loving friends can hurt you,
If all men count with you, but none too much;
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds’ worth of distance
run (...)
lunes, 27 de abril de 2020
ZARINA HASHMI (1937-2020): REFUGEE CAMPS, TEMPORARY HOMES (2017)
Campamentos de refugiados, Casas Temporales, 2017
A los diez años, tuvo que huir de su casa de Aligarh cuando la guerra entre la India y Pakistán, y vivió en un campo de refugiados. Desde entonces, no tuvo un hogar fijo, entre Beirut, París, Londres y Nueva York. Pero cada casa, por temporal y frágil que fuera, fue su casa.
Toda la obra de la artista hindú Zarina Hashmi está basada en esta primera experiencia infantil de la huida y el refugio.
Todas las tiendas son iguales. Todas pueden ser un hogar personal -pues no se diferencian-, y ninguna lo es. Una raja vertical da acceso al interior. Tiendas, casas de tela sobre una urdimbre de varillas, cuyos cortes pueden ser remendados -como las heridas cicatrizan, dejando una marca indeleble.
Casi toda la obra de Zarina Hashmi utiliza un soporte aparentemente frágil -se puede rasgar sin dificultad- y sin embargo más duradero que la madera carcomida: el papel. Obras de pequeñas dimensiones que desmenuzan lo que puede constituir una casa: una planta, una fachada, una descripción en una carta, una misma carta o un mapa que llevan a una casa o guardan lo poco que queda de ella: unos recuerdos transcritos en un papel de carta.
Sus obras fueron sus casas. En ellas se refugiaba. La absorbían. A través de su hacer, unía el pasado -técnicas y modos de representación propios de las miniaturas- y el presente -el esquematismo, el trazo reducido a una simple línea, del arte moderno o contemporáneo.
Zarina Hashmi acaba de partir hacia su última casa.
Mi casa negra (en la oscuridad) en Aligarh, 2017
Entrada pasada de este blog dedicada a Zarina Hashmi:
https://tochoocho.blogspot.com/2011/05/la-tela-de-arana-y-la-concha-louise.html
Una visita virtual al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), parte 1
Diseño de las dos primeras escenas: David Mesa
Carátula, montaje y edición: Lucas Dutra
Agradecimientos por toda la labor creativa realizada
Primera de las dos últimas sesiones de clases prácticas de la asignatura de Teoría II de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB), dedicadas a una visita "virtual" comentada de algunas obras de la colección permanente del Museu d´Art Contemporani de Barcelona (MACBA), actualmente expuestas.
Estas dos últimas visitas -la segunda: 8 de mayo- completas las realizadas al Museu de les Cultures del Mòn y al Museu Nacional d´Art de Catalunya, ambos de Barcelona.
domingo, 26 de abril de 2020
GENE DEITCH (1924-2020): MUNRO (1960)
Este cortometraje de animación checo del dibujante y animador norteamericano instalado en Praga Gene Deitch, recientemente fallecido ganó un Oscar en 1961.
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El sueño de una sombra,
Modern Times
¿Qué es la estética o teoría del arte?
La estética, propiamente, es un estudio de cómo nos relacionamos con el arte, y con la naturaleza percibida como una obra de arte: cómo lo percibimos y cómo actúa en nosotros, qué nos aporta -el encuentro con un concepto plasmado sensiblemente-, asumiendo que dicho encuentro solo se puede producir razonablemente con los sentidos, guiados o unidos al entendimiento (una facultad anímica superior, aunque no es la razón). Esto implica que, antes del encuentro y para que éste se produzca y nos podamos enriquecer de la manera o de la forma cómo se comunica dicho concepto, es necesario que se defina qué es una obra de arte. Exigencia que conduce a un razonamiento circular, pues la estética es el estudio de las condiciones para la percepción, el entendimiento de la obra de arte, definida ésta como lo que activa la labor conjunta del entendimiento y los sentidos.
Arte es lo que place sin que busquemos intencionadamente algo que nos satisfaga, y dicha satisfacción desinteresada, por el “ placer” que proporciona, por la apertura de miras que brinda -sin que lo hubiéramos perseguido-, solo lo produce el arte (la obra de arte) o todo aquello que juzgamos como una obra de arte.
La estética se centra en el aprecio de una forma y no en la función a la que ésta atiende.
Una obra de arte es cualquier ente o ser cuya forma se valora a través de los sentidos, en detrimento de su posible función que no entra en el juicio que el ente o el ser merece. La mirada estética se fija en cualidades sensibles -forma, color, proporción- y no en cualidades morales -el objetivo al que el ente atiende-, si bien las cualidades sensibles tienen o tienden a sugerir cualidades morales. Aunque la belleza no lleve necesariamente al bien, tendemos a suponer, erróneamente o no -no existe norma alguna que regule esta apreciación- que algo bello es algo bueno, y que el contacto con la belleza nos hace o nos hará mejor persona (lo que ocurre a veces).
Libros aconsejables:
Carlos Granés: El puño invisible: Arte, revolución y un siglo de cambios culturales, Taurus, Madrid, 2011
Libros aconsejables:
Carlos Granés: El puño invisible: Arte, revolución y un siglo de cambios culturales, Taurus, Madrid, 2011
José Luis Pardo: Esto no es música. Introducción al malestar en la cultura de masas, Galaxia Gutemberg, Madrid, 2007
José Luis Pardo: Estudios del malestar. políticas de la autenticidad en las sociedades contemporáneas, Anagrama, Barcelona, 2016
sábado, 25 de abril de 2020
En la incertidumbre....
“En la incertidumbre de los peligros y en las situaciones adversas es donde conviene experimentar quién es el hombre, pues sólo entonces las palabras fluyen sinceras de lo más profundo del corazón, se arranca la máscara, y subsiste la realidad. “
(Lucrecio: La naturaleza, III, 55-59)
(Lucrecio: La naturaleza, III, 55-59)
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El sueño de una sombra,
Libro recomendado
Rap en Mesopotamia: Kanye West (1977) en Babilonia (2019)
El imaginario mesopotámico -bíblico, en este caso- sigue fascinando, o causando estragos. Reyes distantes y sanguinarios, dedicados a la caza y matanza de leones, monstruos descomunales, imperios extensísimos sometidos a los vaivenes de la fortuna, ciudades sin ninguna planificación, dominadas por palacios y santuarios, masas sometidas y ejércitos devastadores de arqueros, guerras permanentes, y una crueldad refinada, amén de imágenes decadentes de lujo y lujuria, siguen configurando la imagen de Mesopotamia.
El cantante Kanye West, esposo de Kim Kardashian, estrenó una "ópera" -que algunos críticos calificaron de oratorio- sobre el rey neo-babilónico Nabucodonosor II, conquistador de Jerusalén, y reconstructor de Babilonia a la que dotó de centelleantes puertas y murallas vitrificadas, conocido también a través del Antiguo Testamento que lo retrata como un monarca cruel, impío y loco, antes de caer ante la grandeza de Yahvé con quien rivalizaba -"ópera" que nada tenía que ver con la célebre Nabucco, de Verdi-, en Los Ángeles, el pasado noviembre, seguido de tibios comentarios.
La universidad del futuro ¿próximo?
Una escuela o facultad que, entre profesores, administrativos y estudiantes, acoge a unas cuatro mil personas no puede asegurar distancias mínimas de seguridad entre las personas. Grupos de entre setenta y cien estudiantes en aulas de sesenta a cien plazas son inviables si se quieren seguir las posibles recomendaciones sanitarias para el próximo curso. Los grupos deberían ser mucho más pequeños, el número de aulas, multiplicarse, así como el de profesores contratados, cuando, en cambio, puede ocurrir que no se renueven contratos de profesores asociados, como ocurrió en 2008: centenares de docentes y de administrativos quedaron en calle, debido a la crisis económica que, al parecer, se anuncia.
El primer cuatrimestre del curso que viene podría seguir impartiéndose a distancia, mediante vídeo conferencias, vídeos, grabaciones de voz, "plataformas" digitales, etc.. El contacto directo entre estudiantes y profesores -salvo dos veces en un curso, en una fecha y a una hora dada, en una sala habilitada, manteniendo una distancia de dos metros, para una corrección de trabajos individualizada- seguirá siendo imposible.
Los edificios universitarios abrirían , así como los despachos de administración y de los departamentos, pero las aulas, bibliotecas y salas de estudio seguirían cerradas.
Ya no se aceptarían estudiantes extranjeros con becas Erasmus, y los cursos de Másters y de Doctorado, que suelen acoger más a extranjeros que estudiantes del país, solo podrán impartirse a
distancia.
Durante un tiempo, no se sabe hasta cuando, el fundamento de la universidad, desde la Edad Media, que consiste en la transmisión directa de conocimientos, y el trabajo y la investigación en pequeños grupos, desaparecerá. Todo, estudios, investigación y administración, se llevara a cabo desde la distancia. El diálogo -término que significa palabra que cuenta la verdad, enunciada entre...., que colmata la separación- ya no será posible sin la mediación de la pantalla. Los congresos, las conferencias, los seminarios no tendrán lugar, salvo en pantallas.
Cabe preguntarse sobre las agudas observaciones de Platón sobre los efectos de las imágenes, y sus advertencias sobre la imposibilidad o la negación de la comunicación verbal (sin mediación alguna).
Hoy y quizá mañana no cabe otra solución. Lo que conlleva la disolución o la suspensión de la educación tal como se ha entendido tradicionalmente, durante un tiempo. La universidad a distancia era un modelo. Ahora es y será el único que existirá, no se sabe hasta cuándo.
Una cierta luz se apaga -o se transforma, sin que se sepa bien si alumbrará suficiente o correctamente.
No cabe el desánimo; sí la inquietud, entre la esperanza, la incredulidad y la desconfianza.
El primer cuatrimestre del curso que viene podría seguir impartiéndose a distancia, mediante vídeo conferencias, vídeos, grabaciones de voz, "plataformas" digitales, etc.. El contacto directo entre estudiantes y profesores -salvo dos veces en un curso, en una fecha y a una hora dada, en una sala habilitada, manteniendo una distancia de dos metros, para una corrección de trabajos individualizada- seguirá siendo imposible.
Los edificios universitarios abrirían , así como los despachos de administración y de los departamentos, pero las aulas, bibliotecas y salas de estudio seguirían cerradas.
Ya no se aceptarían estudiantes extranjeros con becas Erasmus, y los cursos de Másters y de Doctorado, que suelen acoger más a extranjeros que estudiantes del país, solo podrán impartirse a
distancia.
Durante un tiempo, no se sabe hasta cuando, el fundamento de la universidad, desde la Edad Media, que consiste en la transmisión directa de conocimientos, y el trabajo y la investigación en pequeños grupos, desaparecerá. Todo, estudios, investigación y administración, se llevara a cabo desde la distancia. El diálogo -término que significa palabra que cuenta la verdad, enunciada entre...., que colmata la separación- ya no será posible sin la mediación de la pantalla. Los congresos, las conferencias, los seminarios no tendrán lugar, salvo en pantallas.
Cabe preguntarse sobre las agudas observaciones de Platón sobre los efectos de las imágenes, y sus advertencias sobre la imposibilidad o la negación de la comunicación verbal (sin mediación alguna).
Hoy y quizá mañana no cabe otra solución. Lo que conlleva la disolución o la suspensión de la educación tal como se ha entendido tradicionalmente, durante un tiempo. La universidad a distancia era un modelo. Ahora es y será el único que existirá, no se sabe hasta cuándo.
Una cierta luz se apaga -o se transforma, sin que se sepa bien si alumbrará suficiente o correctamente.
No cabe el desánimo; sí la inquietud, entre la esperanza, la incredulidad y la desconfianza.
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viernes, 24 de abril de 2020
Melancolía (I)
Edición, montaje y escenas introductorias: Lucas Dutra
Nueva grabación para la asignatura de Teoría II de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (UPC-ETSAB).
Este séptima sesión continúa la que se "colgó" la semana pasada y seguirá en la de la semana que viene.
Casi ninguna grabación coincide con la duración de una clase de dos horas, sino que se conciben como un único texto fraccionado, lo que implica -esperando que no sea un problema- la visión de sesiones anteriores y posteriores, si bien, en cada grabación se realiza un resumen de lo explicado hasta entonces y se enuncia el contenido de la sesión siguiente.
MARCEL DUCHAMP (1887-1968): READYMADE MALHEUREUX (READYMADE DESGRACIADO, 1919)
Marcel Duchamp: Readymade Malheureux, 1919, Col. Suzanne Duchamp
Tenemos el congelador lleno de pasteles que no hemos podido entregar, jarrones, en un círculo de pétalos caídos, cargados de rosas que no podemos regalar, la mesa cubierta de libros envueltos en papel de regalo, que se cubre de polvo, que no llegan a su destino.
Marcel Duchamp se enfrentó a una situación parecida. La Primera Guerra Mundial le sorprendió en Buenos Aires, cuando su hermana Suzanne le anunció su boda en París. Las líneas transatlánticas, de pasajeros y de mercancías, se habían interrumpido -y faltaban años para los primeros vuelos transoceánicos. No cabía posibilidad alguna de que Marcel Duchampo le remitiera su regalo de boda.
Entonces le dictó un breve texto: tenía que encontrar o comprar un libro de geometría, colgarlo con pinzas de ropa por el loma a una cuerda de tender, bajo su ventana, y dejar que el viento y la lluvia lo agitaran. Sería el azar el que decidiría, tras zarandear el libro y remover las hojas, por qué página se abriría. Las estrictas normas geométricas que encuadran el mundo en formas perfectas y lo miden, se mezclarían con dos de los elementos constituyentes del mundo: el agua y la lluvia, bajo el cielo gris.
Una foto tan solo recuerda esta obra efímera en la que lo ideal y lo terrenal, el azar y la norma se entremezclaban.
THE ROLLING STONES : LIVING IN A GHOST TOWN (VIVIENDO EN UNA CIUDAD FANTASMA, 2020)
Primera nueva canción en doce años....
Aunque no se puede comparar con sus mejores canciones, ofrece una mirada -un ojo de pez que hurga por las calles-, entre el lamento y la rabia, sobre la ciudad, en este momento.
miércoles, 22 de abril de 2020
Virtual, viral
¿Por qué a las “clases” virtuales, a través de filmaciones en directo o grabaciones divulgadas por internet en ordenadores y móviles, las seguimos considerando como sistemas o métodos educativos en vez de calificarlos de lo que, en verdad, son, recreativos -casi siempre aburridos, es cierto?
Distraen, no centran.
La enseñanza exige comunicación verbal y visual en un mismo espacio, la posibilidad mutua de verse las caras (a los ojos), a una cierta distancia que evite la pérdida de atención a la vez que la molesta sensación de estar bajo el ojo avizor de una cámara. La enseñanza se da a cara limpia, sin máquinas intermedias, lo que permite centrar la atención en un rostro, un cuerpo de quien explica o de quien escucha, insertos en un espacio acotado y acogedor, rodeados por un espacio por el que resuenan, se expenden las palabras, que resuenan en nosotros, en íntima comunión con nosotros. En un diálogo, en un intercambio de ideas, los silencios valen al igual que las palabras. En un aula, los alumnos se dan cuenta de lo que el profesor sabe y de lo que duda, de lo que busca, encuentra y cavila cómo transmitir; mientras el profesor percibe cómo sus palabras rebotan, caen o son aceptadas.
Todo lo demás es distracción.
¿Inevitable en esos meses? La lectura y la escritura, la reflexión en silencio, suplen mucho mejor el desfile luminoso y vagamente cegador de imágenes parpadeantes en pantalla. Ésta disocia la imagen y la palabra; la primera se desdibuja casi patéticamente, la segunda adquiere un sonido de lata vacía.
Pero aquéllas, la lectura y la escritura, las líneas y las notas, angustian.
No somos capaces de concentrarnos en un texto para aprender de él. Necesitamos las pantallas para no tener que pensar, porque no podemos pensar.
Distraen, no centran.
La enseñanza exige comunicación verbal y visual en un mismo espacio, la posibilidad mutua de verse las caras (a los ojos), a una cierta distancia que evite la pérdida de atención a la vez que la molesta sensación de estar bajo el ojo avizor de una cámara. La enseñanza se da a cara limpia, sin máquinas intermedias, lo que permite centrar la atención en un rostro, un cuerpo de quien explica o de quien escucha, insertos en un espacio acotado y acogedor, rodeados por un espacio por el que resuenan, se expenden las palabras, que resuenan en nosotros, en íntima comunión con nosotros. En un diálogo, en un intercambio de ideas, los silencios valen al igual que las palabras. En un aula, los alumnos se dan cuenta de lo que el profesor sabe y de lo que duda, de lo que busca, encuentra y cavila cómo transmitir; mientras el profesor percibe cómo sus palabras rebotan, caen o son aceptadas.
Todo lo demás es distracción.
¿Inevitable en esos meses? La lectura y la escritura, la reflexión en silencio, suplen mucho mejor el desfile luminoso y vagamente cegador de imágenes parpadeantes en pantalla. Ésta disocia la imagen y la palabra; la primera se desdibuja casi patéticamente, la segunda adquiere un sonido de lata vacía.
Pero aquéllas, la lectura y la escritura, las líneas y las notas, angustian.
No somos capaces de concentrarnos en un texto para aprender de él. Necesitamos las pantallas para no tener que pensar, porque no podemos pensar.
La ciudad vacía (o vaciada)
La aspiración del escultor Jorge Oteiza (1908-2003) se ha hecho por fin realidad sesenta años tras su enunciación:
para ver el cielo"
"desocupación de la ciudad
en arquitectura en urbanismo vaciar la ciudadpara ver el cielo"
Solo que quizá los ángeles sean los únicos en ver el cielo....
martes, 21 de abril de 2020
El alma de la ciudad (Pericles ante la epidemia)
Dircurso de Pericles a los atenienses ante la pandemia que asola la ciudad-estado de Atenas:
"En cuanto a lo que al bien público toca, pienso que es mucho mejor para los ciudadanos que toda la república esté en buen estado, que no que a cada cual en particular le vaya bien y que toda la ciudad se pierda. Porque si la patria es destruida, el que tiene bienes en particular también queda destruido con ella como los otros. Por el contrario, si a alguno le va mal privadamente, se salva cuando la patria en común está próspera y bien afortunada. Por tanto, si la república puede sufrir y tolerar las adversidades propias de los particulares, y cada cual en particular no es bastante para sufrir las de la república, más razón es que por todos juntos sea ayudada que desamparada por falta de ánimo y poco sufrimiento de las adversidades particulares, como hacéis vosotros ahora, culpándome porque os di consejo para emprender esta guerra, y a vosotros porque lo tomasteis (...)
Las cosas que vienen de súbito y no pensadas quebrantan los corazones, como ha ocurrido en nuestras adversidades, mayormente en la de la pasada epidemia. Pero, teniendo tan grande y tan noble ciudad como tenemos, y siendo criados y enseñados en tan buenas doctrinas y costumbres, no nos debe faltar el ánimo por adversidades que nos sucedan y grandes que sean, ni perder punto de nuestra autoridad y reputación. »Que así como los hombres aborrecen y odian a quien por ambición procura adquirir la honra y gloria que no le pertenece, así también vituperan y culpan al que por falta de ánimo pierde la gloria y honra que tenía. Por tanto, varones atenienses, olvidando los dolores y pasiones particulares, debemos amparar y defender la libertad común."
(Tucídides: Historia de la Guerra del Peloponeso, II, 9)
"En cuanto a lo que al bien público toca, pienso que es mucho mejor para los ciudadanos que toda la república esté en buen estado, que no que a cada cual en particular le vaya bien y que toda la ciudad se pierda. Porque si la patria es destruida, el que tiene bienes en particular también queda destruido con ella como los otros. Por el contrario, si a alguno le va mal privadamente, se salva cuando la patria en común está próspera y bien afortunada. Por tanto, si la república puede sufrir y tolerar las adversidades propias de los particulares, y cada cual en particular no es bastante para sufrir las de la república, más razón es que por todos juntos sea ayudada que desamparada por falta de ánimo y poco sufrimiento de las adversidades particulares, como hacéis vosotros ahora, culpándome porque os di consejo para emprender esta guerra, y a vosotros porque lo tomasteis (...)
Las cosas que vienen de súbito y no pensadas quebrantan los corazones, como ha ocurrido en nuestras adversidades, mayormente en la de la pasada epidemia. Pero, teniendo tan grande y tan noble ciudad como tenemos, y siendo criados y enseñados en tan buenas doctrinas y costumbres, no nos debe faltar el ánimo por adversidades que nos sucedan y grandes que sean, ni perder punto de nuestra autoridad y reputación. »Que así como los hombres aborrecen y odian a quien por ambición procura adquirir la honra y gloria que no le pertenece, así también vituperan y culpan al que por falta de ánimo pierde la gloria y honra que tenía. Por tanto, varones atenienses, olvidando los dolores y pasiones particulares, debemos amparar y defender la libertad común."
(Tucídides: Historia de la Guerra del Peloponeso, II, 9)
lunes, 20 de abril de 2020
LUCRECIO (99-55 AC): SOBRE EPIDEMIAS Y SOBRE LA PESTE DE ATENAS (DE RERUM NATURA, LA NATURALEZA, S. I AC)
romano Lucrecio escribiera sobre éstas, se basa en la descripción los hechos. existían pero nada tenían que ver con la creación del mundo ni con los asuntos de la tierra ni de los humanos. En tanto que seres perfectos, no necesitaban ocuparse.
"De las enfermedades
contagiosas
|
De estas plagas
terribles, que derraman
|
Sobre hombres y
ganados de repente
|
La mortandad. Primero
enseñé arriba
|
Que en la atmósfera
había una gran copia
|
De corpúsculos, que
unos dan la vida,
|
Enfermedad y muerte
engendran otros:
|
Cuando da ser Acaso a
los postreros
|
El aire se corrompe y
se inficiona:
|
La enfermedad activa y
pestilente
|
O de clima extranjero
es transmitida
|
Por la vía del airé,
como nubes
|
Y tempestades, o del
mismo seno
|
De la tierra se
engendra, cuando han sido
|
Corrompidos sus
húmedos terrones
|
Con el calor y lluvias
desregladas.
|
¿No
observas tú que la mudanza de aire
|
Y la del agua la salud
atacan»
|
Del hombre que está
lejos de su patria?
|
Porque allí encuentra
un aire diferente
|
Del que ha solido
respirar en casa.
|
¿Por ventura, no
encuentras diferencia
|
Entre la inglesa
atmósfera y Egipto,
|
Por do el eje del
mundo se ladea?
|
¿Y no difieren entre
sí los climas
|
Del Ponto, y el que
llega desde Cádiz
|
Hasta los pueblos
negros y tostados?
|
Como estas cuatro
plagas se hallen puestas
|
A cuatro vientos, como
estén situadas
|
Bajo de cuatro climas
diferentes,
|
En situación tan sólo
no difieren,
|
Sino también en el
color y forma
|
De sus habitadores, y
parece
|
Que están sujetos a
distintos morbos.
|
Es
una enfermedad la elefancía
|
Que nace hacia las
márgenes del Nilo,
|
No en otra parte, en
medio del Egipto:
|
En Ática, las piernas
adolecen,
|
Y los ojos enferman en
Acaya,
|
Y otras tierras atacan
otros miembros;
|
Del aire nacen estas
diferencias:
|
Porque si el aire de
extranjero clima
|
De peligrosa cualidad
dotado
|
Se muda y va viniendo
hacia nosotros,
|
Se arrastra lentamente
como nube
|
Altera y muda todas
las regiones
|
De la atmósfera por
donde camina:
|
Cuando llegó a la
nuestra últimamente
|
La corrompe, y así se
la asimila
|
Y nos la hace
contraria: se derrama
|
Este nuevo contagio y
pestilencia
|
Al punto por las
aguas, y se pega
|
A las mieses y humanos
alimentos
|
Y a la comida pastos
de ganados;
|
O se queda colgado
algunas veces
|
Su contagio en el
aire, y no podemos
|
Respirar este fluido
mezclado
|
Sin sorber su
infección al mismo tiempo.
|
Coge la pestilencia de
ordinario
|
Lo mismo al buey que a
la balante oveja:
|
¿Pué importa que
nosotros nos vayamos
|
A otro clima mal sano
y enfermizo
|
A una atmósfera nueva;
que nos traiga
|
Naturaleza un aire
pestilente
|
Y extranjeros
corpúsculos que puedan
|
Con su pronta
irrupción darnos la muerte?
|
Unas
enfermedades de esta especie,
|
Causadas por
mortíferos vapores,
|
En los pasados tiempos
devastaron
|
Los campos de los
términos Cecropios,
|
E hicieron los caminos
soledades,
|
Dejaron la ciudad sin
pobladores;
|
Porque naciendo en lo
interior de Egipto,
|
Después de atravesar
vastos espacios
|
De aire y de mar, por
último se echaron
|
Y sobre el pueblo de
Pandión cayeron:
|
Todos los habitantes a
millares
|
Se rendían al morbo y
a la muerte:
|
La enfermedad cogía la
cabeza
|
Con fuego devoraz, y
se ponían
|
Los ojos colorados y
encendidos;
|
Estaba la garganta
interiormente
|
Bañada de un sudor de
negra sangre,
|
Y el canal de la voz
se iba cerrando
|
En fuerza de las
úlceras; la lengua,
|
Intérprete del alma,
ensangrentada,
|
Débil con el dolor,
pesada, inmóvil,
|
Áspera al tacto:
cuando descendía
|
Después aquel humor
dañoso al pecho
|
Desde las fauces, y se
recogía
|
Alrededor del corazón
enfermo,
|
Entonces los apoyos de
la vida
|
A un tiempo vacilaban,
y la boca
|
De adentro un olor
fétido exhalaba
|
Como el de los
cadáveres podridos;
|
Y las fuerzas del alma
se perdían,
|
Y con su languidez
tocaba el cuerpo
|
En los mismos umbrales
de la muerte.
|
Se juntaba a estos
males insufribles
|
Una congoja de
inquietud perpetua
|
Y una queja revuelta
con gemidos,
|
Y sollozar perenne
noche y día,
|
Que sin cesar los
nervios irritando,
|
Envarando los
miembros, desatando
|
Las articulaciones,
consumían
|
A los que sucumbían ya
cansados
|
A la fatiga. Las
extremidades
|
De sus cuerpos no
obstante parecían
|
Estar no muy
ardientes, ofreciendo
|
Tibia impresión al
tacto: al mismo tiempo
|
Estaba colorado todo
el cuerpo,
|
Con úlceras así como
inflamadas,
|
Como si hubiera sido
derramado
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Fuego de San Antón
sobre sus miembros.
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Un
ardor interior los devoraba
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Hasta los mismos
huesos, y la llama
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En su estómago ardía
como hornaza:
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La más ligera ropa los
ahogaba;
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Al aire y frío
expuesto de continuo,
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Unos a helados ríos se
tiraban
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A causa de aquel fuego
en que se ardían,
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En las aguas más frías
zabullendo;
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Desnudo el cuerpo se
arrojaban otros
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En hondos pozos; con
la boca abierta,
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Ansiosos de beber, a
ellos venían,
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Y su insaciable sed no
distinguía
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Las aguas abundantes
de una gota
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Cuando sus cuerpos
áridos metían:
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Ningún descanso el mal
les otorgaba;
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Tendido estaba el
cuerpo fatigado;
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La medicina al lado
barbotaba
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Con temor silencioso:
revolvían
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Noches enteras sus
ardientes ojos
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A un lado y otro sin
probar el sueño.
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Y muchos otros
síntomas mortales
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Se notaban también
además de éstos:
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Alma agitada de temor
y pena
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Sobrecejo furioso y
hosco rostro,
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Los oídos inquietos
con zumbidos,
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Viva respiración, o
fuerte y lenta,
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Cuello bañado de un
sudor brillante,
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Poca saliva como
azafranada
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Y cargada de sal de
sus gargantas
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Con fuerte tos apenas
arrojada.
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Se aticiaban los
nervios de las manos,
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Los miembros
tiritaban, y subía
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El frío de la muerte
poco a poco
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Desde los pies al
tronco: últimamente,
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Al acercarse el tiempo
postrimero
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Tenían las narices
encogidas
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Y su punta afilada,
ojos hundidos,
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Huecas las sienes, la
piel fría y ruda,
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Los labios abultados,
resaltaba
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Tirante frente; a poco
fallecían:
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El sol octavo o nono
los veía
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Las más veces lanzar
su último aliento.
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Mas si alguno escapaba
de la muerte,
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Como a las veces
sucedía, en fuerza
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De secreciones de
úlceras malignas
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Y de negros despeños,
sin embargo,
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La misma podre y
muerte le aguardaban,
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Aunque más tarde:
sangre corrompida
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De su nariz corría en
abundancia,
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Con dolores muy
fuertes de cabeza;
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Todas las fuerzas,
toda la substancia
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Del hombre así
llegaban a perderse.
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Si no salía el mal por
las narices,
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Y si no ocasionaba
esta hemorragia,
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Atacaba los nervios,
se extendía
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El morbo por los
miembros, y cogía
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Hasta las mismas
partes genitales:
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Y unos, temiendo la
cercana muerte,
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Vivían por el hierro
mutilados
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De su virilidad;
privados otros
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De manos y de pies,
quedaban vivos;
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Y perdían, en fin,
otros la vista:
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Tan poderoso miedo de
la muerte
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Cogió a estos
infelices, y hubo algunos
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Que perdieron del todo
la memoria
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Y aun a sí mismos no
se conocían.
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Aunque
en tierra yacían insepultos
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Montones de cadáveres,
las aves
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Y voraces cuadrúpedos
huían
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Su hedor intolerable,
y no tardaban,
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Si los probaban, en
perder la vida:
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Las aves, sin embargo,
no salían
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Impunemente por
aquellos días,
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Ni dejaban las fieras
alimañas
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Las selvas por la
noche; casi todas
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Sucumbían al morbo y
fenecían:
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Principalmente los
leales perros
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En medio de las calles
extendidos
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Enfermos daban el postrer
aliento,
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Que arrancaba el
contagio de sus miembros.
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Precipitadamente
arrebataban
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Sin pompa los
cadáveres: no había
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Allí un seguro y
general remedio:
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La pócima que había
prolongado
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La vida a unos, a
otros daba muerte.
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Pero
allí lo más triste y deplorable
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Era que algunos de
estos infelices
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Que se veían presa del
contagio
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Se despechaban como
criminales
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Condenados a muerte,
se abatían,
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Veían siempre a par de
sí la muerte,
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Y en medio de terrores
perecían.
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Multiplicaba empero
las exequias
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Principalmente el
ávido contagio,
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Que no cesaba ni un
instante solo
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De irse comunicando de
uno en otro;
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Porque aquéllos que
huían las visitas
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De dolientes amigos
por codicia
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De la vida o por miedo
de la muerte,
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Víctimas insensibles
perecían
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Dentro de poco tiempo,
abandonados,
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Necesitados y
menesterosos,
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Como lanar ganado y
como bueyes:
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Mas los que no temían
presentarse
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Al contagio y fatiga
se rendían,
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Viendo que el pundonor
y tiernas quejas
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De amigos moribundos
precisaban
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Entonces a llenar
estos deberes.
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Porque el más virtuoso
ciudadano
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Acababa la vida con
tal muerte:
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Y después de enterrar
la muchedumbre
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De sus prendas más
caras, se volvían,
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Fatigados de llantos y
gemidos,
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A encamarse, muriendo
de tristeza:
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Por fin, en estos
tiempos de desastre
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Muertos o moribundos,
o infelices
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Que los lloraban, sólo
se veían.
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Además, ya pastores y
vaqueros
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Y el fuerte conductor
del corvo arado
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Enfermaban también, y
los buscaba
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La contagión dentro de
sus cabañas,
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Y allí los daban
muerte inevitable
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La pobreza y el morbo:
se velan
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A veces los cadáveres
tendidos
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De los padres encima
de los hijos,
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Y los hijuelos el
postrer aliento
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Sobre padres y madres
exhalaban.
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El contagio en gran
parte provenía
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De la gente del campo,
que a millares
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A la ciudad enfermos
acudían:
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Todos los sitios
públicos y casas
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Estaban llenos; por lo
mismo entonces
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Con más facilidad
amontonaba
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Apiñados cadáveres la
muerte.
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Muchos de sed morían
en las calles;
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Y después de haber
otros arrastrado
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Hacia las fuentes
públicas sus cuerpos,
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Sin vida allí quedaban
extendidos,
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Ahogados al sentir la
gran dulzura
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Que les causaba el
agua que bebían:
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Y las calles estaban
ocupadas
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De unos lánguidos
cuerpos medio muertos
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Hediondos y sucios y
andrajosos,
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Cuyos miembros
podridos se caían:
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La piel sola tenían
sobre el hueso,
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En la que ya las
úlceras y podre
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Habían producido el
mismo efecto
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Que hace la sepultura
en el cadáver.
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La
muerte, en fin, llenó de cuerpos muertos
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Todos los templos
santos de los dioses,
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Y estaban de cadáveres
sembrados
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Todos los edificios de
deidades;
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Los hicieron posadas
de finados
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Los sacristanes:
importaba poco
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La religión ya
entonces y los dioses,
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Porque el dolor
presente era excesivo.
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Y se olvidó este
pueblo en sus entierros
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De aquellas ceremonias
tan antiguas
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Que en sacros
funerales se observaban:
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Andaba todo él
sobresaltado,
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Y en este general
abatimiento
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Cada cual enterraba a
quien podía:
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Y la necesidad y la
indigencia
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Horrorosas violencias
inspiraron;
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Porque algunos
gritando colocaban
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A sus parientes en la
pira ajena,
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Y poniéndola fuego por
debajo,
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Con mucha sangre a
veces pendenciaban
|
Antes que los
cadáveres soltasen."
(Lucrecio: La naturaleza, VI, 1610-1890)
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