Regalo contundente: una obra de seis metros de alto, de acero Corten, compuesta por paralelepípedos encajados verticales y horizontalmente. Se titula Alerta. El escultor es Anthony Gormley, el Plensa inglés.
La escultura no pasa desapercibida a causa de sus “cualidades estéticas”. Pero no son éstas las que han excitado la imaginación de los estudiantes que se han confabulado para alertar de la llegada de un gigante erecto. Lo que estaría en alerta sería uno de los largos componentes horizontales.
¡Arte falocrata! Arte no representativo (en efecto, no lo es, es abstracto) de la presencia de los dos sexos en el college. La obra solo exalta uno; parece simbolizar el dominio de un sexo, o defender la inegalidad entre sexos. Inapropiada, claman. El tamaño importa.
Lo más curioso ha sido la reacción del escultor: la obra no sería una composición abstracta, ensimismada, referida solo a sí misma, vagamente constructivista, sino que representaría a un hombre (ay, esa palabra) de cuclillas -la imagen no es muy afortunada- que contempla el cielo y se une al mundo, un símbolo místico del saber.
La teoría está a la altura de la obra y de su interpretación.
Al menos los inquisidores del siglo de oro eran diestros teólogos y se enfrentaban a obras de artistas de la talla de El Veronés o de Teresa de Jesús.