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martes, 13 de agosto de 2024

De brazos caídos: la deposición




























 Funerales de Héctor, frente de un sarcófago romano, 120 dC, mármol. París, Museo del Louvre, Departamento de Antigüedades Griegas, Etruscas y Romanas

Diversas representaciones pintadas y talladas del Entierro de Cristo: Botticelli, El Greco, Caravaggio, Tiziano, tallas anónimas tardo-medievales y renacentistas.


Una mediocre exposición sobre Aquiles y la guerra de Troya, ahogada por proyecciones de gran tamaño inspiradas en las películas norteamericanas de súper héroes, en el Museo de la Romanidad en la ciudad francesa de Nimes, incluye, entre numerosas obras prescindibles y no siempre relacionadas directamente con el tema, un hermoso relieve funerario romano, del siglo II: un frente esculpido en perfecto estado, de un sarcófago de mármol, con una escena del enterramiento de Héctor, el príncipe troyano, gran rival del griego Aquiles, y muerto por éste.

La muerte de Héctor sucede como un acto de venganza tras la muerte del amigo, escudero y quizá amante de Aquiles, Patroclo, a manos de Héctor -una flecha lanzada por Héctor, y guiada por Apolo, que defendía a Troya cuya muralla había edificado, acabó con Patroclo.

La devastación de Aquiles se tradujo en la devastación que causó en la familia real troyana, matando a Héctor y mutilando su cuerpo dejado pudrirse al sol, si bien, por fin, tras la patético súplica del anciano rey Príamo, padre de Héctor, a los pies de Aquiles, éste permitió que el cadáver fuera retirado y se le diera sepultura.

El relieve muestra el momento en que el cuerpo inane de Héctor es levantado y transportado hacia la tumba, precedido por la dramática escena del anciano Príamo, con un gorro frigio, a los pies de Aquiles -del que el relieve fragmentado solo guarda el detalle de un bastón, en el extremo izquierdo-, y sucedido por la desesperación de Andrómaca, esposa de Héctor, la desorientación del pequeño Astianactes o Astianax , su hijo, y la desolación de la anciana reina Hécuba, madre de Héctor.

La muerte de Héctor se sugiere a través de un cuerpo inerte, aún hermoso, pero con el brazo izquierdo colgando, sin fuerza ni tensión, dejado ir, hacia el suelo, una imagen que evoca bien la falta de control del cuerpo, el brazo caído signo de entrega ante la victoria de la muerte. El cuerpo derrotado solo es un peso muerto, aunque su magnificencia aún impresiona.

Esta iconografía que compone derrota y esplendor, lo que acrecienta el patetismo de la escena por lo que pudo ser y se ha perdido para siempre, que pone ante los ojos, la inmensa pérdida irreparable, se repite en la iconografía del entierro de Jesús. 

La referencia a la iconografía fúnebre de Héctor salta a la vista, si bien se requerirían estudios para desvelar si esta relación es directa o es fruto solo de una misma consideración sobre los efectos de una muerte heroica o divina en el ánimo de los hombres, la conciencia que la historia ha dado un giro. 

La pérdida de Héctor que acarreó la caída de Troya, como la muerte de Jesús que llevó a la destrucción de Jerusalén pocos años después, fueron el germen de la nueva capital imperial, la nueva Troya, la nueva sede del poder imperial y religioso: Roma.


https://museedelaromanite.fr/exposition-temporaire/archives/achille-et-la-guerre-de-troie/lexposition

lunes, 11 de marzo de 2024

LA TORRE DE BABEL Y EL PUENTE : GUILLAUME APOLLINAIRE (1880-1918), LAZOS (ONDAS, CALIGRAMAS, 1918)





Babilonia era celebrada por su puente fijo que unía las dos riberas de la ciudad atravesada por el río Eufrates, y por el zigurat que dominaba el Etemenanki o santuario dedicado al dios protector de la ciudad, Marduk, que dio paso pábulo al mito de la torre de Babel.

El puente unía a los ciudadanos; el zigurat a éstos con los dioses.


Para Apollinaire, puente y torre se unen en una sola figura que pone en contacto a todos los hombres, del pasado y del presente, azotados por la Primera Guerra Mundial, en la que Apollinaire falleció, una vía de contacto para poder avanzar en aquellos tiempos siniestros.

El poema encabeza el poemario del siglo XX más célebre en Europa, Caligramas, subtitulado Poemas de la Paz y de la Guerra (1914-1916), dedicado a su amigo de infancia, el escritor René Dalize, fallecido en el campo de batalla a los treinta y siete años,  el 7 de mayo de 1917. 


Nota: Dibujo de Picasso




Lazos

 

 

 Cuerdas hechas con gritos

 

Sonidos de campanas a través de Europa

 

Siglos ahorcados

 

Carriles que atan las naciones

 

Solo somos dos o tres hombres

 

Libres de todo lazo

 

Démonos la mano

 

Lluvia violenta que cepilla los humos

 

Cuerdas

 

Cuerdas tejidas

 

Cables submarinos

 

Torres de Babel cambiadas en puentes

 

Arañas – Pontífices

 

Todos los enamorados que un solo lazo ha unido

 

Otros lazos más tenues

 

Rayos blancos de luz

 

Cuerdas y Concordia

 

Solo escribo para exaltarlos

 

Oh sentidos oh sentidos queridos

 

Enemigos del recuerdo

 

Enemigos del deseo

 

Enemigos del lamento

 

Enemigos de las lágrimas

 

Enemigos de todo lo que todavía amo

 

 

 (Ondes, Calligrammes 1918)

  

sábado, 9 de marzo de 2024

El palacio de Arrakeen (Arrakis, Dune, siglo 101)







Quienes hayan conseguido ver la recién estrenada interminable película Dune 2, de Denis Villeneuve, hasta el final, se habrán fijado en un recurso escenográfico habitual: utilizar la arquitectura mesopotámica para evocar construcciones imperiales imposibles: en concreto, reproducir un zigurat, una pirámide escalonada, con siete niveles, que hacía las veces de base de un capilla ubicada en lo alto. El zigurat mesopotámico, situado hoy en medio de un desierto, es un volumen  macizo, cerrado, atravesado por una escalinata que asciende, recta hasta la cumbre. El ser humano empequeñece a su vera y el ascenso hacia la parte superior que parece infinitamente más alta de lo que es debido a la forzada perspectiva que producen los lados de la pirámide.

Pese a estar construida con ladrillos de adobe, la arquitectura mesopotámica, caracterizada por palacios descomunales tardíos, neo-asirios, y por imponentes cuerpos ciegos que dieron lugar al mito de la Torre de Babel, símbolo de la desmesurada, peligrosa ambición humana que ponía en peligro la estricta organización espacial y jerárquica del mundo, ha solido servir de inspiración para proyectar edificios en ciudades imperiales distópicas, marcadas por la tiranía y la violencia, ya fuera en el Los Ángeles en 2019, que retrató la película Blade Runner en 1989, o la ciudad de Arrakis, proyectada por el decorador canadiense Patrice Vermette (1970) en la elefantesca Dune de hoy mismo.

El palacio de Arrakeen está supuestamente construido no con ladrillos, sino en hormigón, un guiño al brutalismo y al grupo de arquitectos de los años setenta del siglo pasado Superstudio. Pocas veces el nombre de brutalismo ha estado tan acertado. Las referencias a la obra del arquitecto de Hitler, Albert Speer también son perceptibles.

La arquitectura monumental mesopotámica no se libra de asociaciones siniestras, ya claramente enunciadas en la Biblia.

Patrice Arquette ha comentado, en una cita publicada por todos los medios: 

“ There’s also influence from Egypt, from Mesopotamia’s ziggurat architecture, from Aztec architecture and from World War II bunkers”



Nota: 

sorprende el éxito de la saga novelesca Dune, de Frank Herbert, de los años sesenta y setenta del siglo pasado, frente al del poema modélico sobre una sociedad distópica como es el espeluznante Apocalipsis de Juan: la bestia, en el texto bíblico, es incomparable con las gigantescas lombrices del desierto 

lunes, 29 de enero de 2024

CARL ANDRE (1935-2024): PIRÁMIDES (PYRAMIDS, 1959)







El escultor norteamericano Carl André no quería hacer esculturas: objetos, de diverso tamaño, que se tuvieran que rodear. Tampoco quería que la escultura fuera “penetrable”, ni que aquélla englobara un vacío. Buscaba cómo componer una obra que fuera al mismo tiempo un espacio -ni definido por un objeto, ni presentado como un continente-:o, mejor dicho, que fuera un lugar por el que se pudiera tanto pasar cuanto evitar dando un rodeo, descubriendo, en estos movimientos tan distintos, nuevas caras de la obra.

También buscaba producir obras monumentales que no requirieran el esfuerzo de ayudantes para desplazarlas. André tenía que ser capaz, sin la ayuda de nadie, de levantar y desplazar solo la obra.

Halló la solución en un recinto arqueológico de la Edad del Bronce inglés: Stonehenge, definido por círculos de piedra hincados en el paisaje -círculos compuestos por menhires y por dólmenes-, que solo se pueden apreciar como un conjunto del que, sin embargo, se obtienen vistas siempre parciales y cambiantes; un conjunto sin principio ni final.

La arquitectura de los inicios le influyó. Pero la serie de obras primerizas más conocida, se titula pirámides: monolitos que no componen ningún paisaje, si no nos fijamos que dichos volúmenes piramidales están compuestos por una superposición de vigas de cedro, de igual tamaño, que se apilan y se desmontan a voluntad, produciendo formas piramidales distintas, o conjuntos de vigas sueltas apoyadas en el suelo, o entre sí, en los que tanto los elementos como los espacios e intersticios tienen igual valor, aunque pueden desplazarse a voluntad. La obra se hace y se deshace según el humor del artista. Por un lado, exalta la forma piramidal egipcia, y por otro muestra que, siendo sólida, se puede dispersar, como los sillares de un edificio en ruinas que componen un paisaje que es, al mismo tiempo, un edificio -o el recuerdo borroso, pero perdurable, del mismo.


 

miércoles, 10 de enero de 2024

JORGE OTEIZA (1908-2003) Y EL ARTE PRECOLOMBINO ( YACIMIENTOS DE SAN AGUSTIN, COLOMBIA)






 








Entre 1934 y 1948, el escultor vasco Jorge Oteiza, célebre por sus abstractas esculturas, de los años 50,  llamadas Cajas Vacías, que pretendían dar cuerpo al vacío, partió a Colombia, donde dio clase en Medellín  y fue invitado a fundar una academia de escultura en Bogotá, para poder estudiar los cuatro grandes yacimientos arqueológicos de San Agustín, al sur de Colombia, cercados por la selva, próxima al Amazonas, caracterizados por estatuas y recintos funerarios, algunos del cuarto milenio aC, y que constituyen yacimientos solo comparables, incluso por la altura, al mucho más reciente yacimiento peruano de Machu Pichu.

Aunque el reflejo del arte griego y romano, y en menor medida, egipcio, en el arte moderno, académico a menudo, es conocido de sobras, el arte precolombino inspiró a escultores como Henry Moore y arquitectos, también del siglo XX,  como Frank Lloyd Wright.
A su regreso de Colombia, Oteiza publicó un ensayo, Interpretación estética de la estatuaria megalítica americana, en 1952. En estos años, empezaba a proyectar y tallar las estatuas y los relieves de la basílica de Nuestra Señora de Aránzazu, en el País Vasco. Las imaginerías cristiana y precolombina se encontraban.

En el ensayo antes citado, Oteiza escribió: 

“Es una cultura matriz [se refiera a la cultura precolombina de San Agustin]. Creó y elaboró sus mitos, inventó en un impresionante proceso creador las formas megalíticas de su estatuaria. No es un pueblo que recibió ideas, no heredó, sino que, independientemente, buscó y descubrió las que tuvo y dejó expresadas a todo lo largo del fantástico repertorio de piedras, en las que se encierra el costo espiritual y el drama heroico de su fabricación original”.


A F. S-B

miércoles, 3 de enero de 2024

Museo de Antioquia (Medellín, Colombia): un modelo de museografia y museología






 








































 
Fotos: Tocho, Medellín, enero de 2024

La colección permanente del museo de Antioquia en Medellín, compuesta de obras precolombinas, coloniales y contemporáneas, de calidad irregular, se presenta con un guión, y unos textos claros, concisos, sugerentes, reveladores (que merecen ser leídos atentamente), que ponen al descubiertos temas latentes o explícitos comunes u opuestos a artes del pasado y del presente, propios de Colombia, mostrando como las imágenes religiosas han estructurado tanto el ideario de la independencia como de la sociedad actual.
Lejos de aplacar unos textos que poco tienen que ver con las obras, o que las utilizan como meras ilustraciones de ideas que se quieren tratar, casi independientemente de las obras expuestas, como a veces acontece en la museografía de algunos museos de arte contemporáneo, los textos, en este caso, echan luz sobre unas obras en apariencia distintas, pero imbuidas de ideas, juicios y prejuicios que los textos ayudan a sacar a flote, de manera aleccionadora, y que de pronto se hacen evidentes. La lectura de los textos merece la pena. Esperamos que las fotos no profesionales sean legibles.
 A nuestro entender, un modelo de interpretación.
Las salas de la colección permanente, llenas de un público atento. 

Para HT, AM y SP