domingo, 20 de abril de 2014
DANNY LYON (1942): THE DESTRUCTION OF LOWER MANHATTAN (1969)
Destrucción tras destrucción. la erección de las Torres Gemelas exigió el arrasamiento previo de un barrio en el sur de Manhattan.
El fotógrafo y activista Danny Lyon, la próxima publicación de un nuevo libro ha devuelto a la actualidad, documentó entre 1967 y 1969 el estado del barrio, en el sur de Manhattan, su degradación -la construcción de las torres y del World Trade Centre conllevó la dejadez y la agonía del barrio condenado a desaparecer- y la vida de los pocos habitantes que se aferraron, en medio de estancias vacías, a sus recuerdos.
Las fotos no revelan a un barrio derrotado, sino su extraña entereza; barrio silencioso, habitado por ánimas y polvo, quieto, dormido para siempre, como el castillo de la Bella Durmiente -con la diferencia que el barrio sabía que no despertaría nunca.
sábado, 19 de abril de 2014
El santuario de Monte accoddi (Cerdeña), o un ziggurat extraviado
Fotos: Tocho (abril de 2014) y Google Images
Una pirámide escalonada de grandes dimensiones se alza en un llano del que solo se destaca, a lo lejos, desdibujado por la neblina, una cadena azulada de colinas. La base es rectangular. La construcción, perfecta. Los muros de las plataformas superpuestas son tan inclinados que impiden que se puedan subir por ellos.
Una larga y ancha rampa inclinada, flanqueada por piedras erguidas hincadas en la tierra, conduce hasta la cumbre. Se trata de la única construcción elevada en quilómetros a la redonda.
La descripción corresponde bien a un zigurat mesopotámico. Medidas (cuarenta metros de lado, por unos quince de alto), formas, seguramente función son las que se asocian con, por ejemplo, un zigurat menor.
Sin embargo, ni la época ni el emplazamiento coinciden. Tampoco el entorno, plano, ciertamente, pero herboso -aunque el entorno de las ciudades mesopotámicas no era desértico, como hoy, sino marismeño, floreciente, a finales del tercer milenio. El "zigurat" de Accorddi es de piedra -no de adobe-, como lo serían las pirámides precolombinas y egipcias, y se trata de una construcción maciza.
El conjunto antes descrito tiene seiscientos años más que los primeros zigurats sumerios. La primera plataforma se remonta incluso a dos mil años años más.
Por otra parte, nos hallamos en el Mediterráneo occidental. Las mastabas y las primeras pirámides egipcias también tardarían doscientos años en levantarse.
El santuario del Monte Accoddi, en la isla de Cerdeña, es único. No tiene, por ahora, parangón en todo el Mediterráneo. Recuerda pirámides y ziggurats, pero es mucho más antiguo.
Lugar de culto, sin duda. ¿Uso funerario? Cerca, se hallan sepulturas, con efigies femeninas interpretadas como imágenes de una diosa-madre. Mas estas sepulturas son posteriores.
Se ha supuesto que esta "montaña artificial" habría estado en relación con la constelación de la Cruz, lindante con la de Centauro, visibles sobre el horizonte hasta el abandono del Santuario hacia el 1800 aC., y que habría sido vista como un medio de enlace entre la tierra y el cielo.
Ningún documento puede probar cualquier interpretación que pueda ofrecerse.
Las comparaciones con Egipto y Mesopotamia también pueden ser vanas, ya que la pirámide de Accoddi fue levantada cuando ninguna montaña artificial se alzaba cabe los ríos Nilo y Eúfrates.
No se trata de un edificio "civil", aunque se insertaba en un poblado. Se trata, posiblemente, de una de las construcciones más extrañas occidentales. Dañada durante la segunda guerra mundial, y restaurada, quizá no se logre saber nunca qué era y qué función cumplía.
Hoy, aun destaca en medio de los campos cultivados.
miércoles, 16 de abril de 2014
De héroes y santuarios: estatuas y maquetas arquitectónicas del Monte Prama (Cabras, Cerdeña) de finales del primer milenio aC
Fotos: Tocho, Museo Arqueológico Nacional de Cagliari (Cerdeña, Italia), abril de 2014
Uno de los descubrimientos arqueológicos recientes más importantes en el mundo, ha tenido lugar en el monte Prama, en Cabras (Cerdeña, Italia) entre 1974 y 2014. Una exposición en el Museo Arqueológico Nacional de Cagliari (Cerdeña, Italia), lo recuerda hoy.
Son los llamados colosos o gigantes de Prama. Unas cuarenta estatuas antropomórficas, talladas en piedra blanca, de unos dos metros y medio de alto.
Se encontraron intencionadamente mutiladas y enterradas.
Datan de finales del segundo milenio o de principios del primero.
No tienen referentes evidentes. Parecen ser obra de tallistas del Mediterráneo oriental. Brazos y piernas exentos los distinguen de las estatuas egipcias, y son muy anteriores a las primeras grandes estatuas griegas. Tampoco existen obras semejantes en el Próximo oriente Antiguo, salvo en Anatolia, pero en una época muy anterior.
Junto a ellas se han encontrado grandes modelos arquitectónicos. Son imágenes de los nuraghi.
Hacía siglos que éstos habían decaído cuando cuando estas "maquetas" fueron talladas. Pero, sin duda, permanecían en pie, en el paisaje, a los pies de los cuales se levantaron poblados, y en la memoria.
Algunos estudiosos piensan que poblaciones de Cerdeña formaron parte de lo que se ha llamado los Pobladores o Invasores del Mar -quizá compuestos también por dorios y chipriotas- que, según crónicas egipcias, asolaron el Mediterráneo Oriental a finales del segundo milenio. ¿Por qué? No se sabe. Quizá por hambrunas.
Parece la cultura que levantó los nuraghi había entrado en crisis. Ya solo se construían poblados de chozas.
Es posible, sin embargo, que los nuraghi, aun bien visible, causaran admiración. Y se atribuyera su construcción a gigantes. Efigies suyas, así como de sus obras, se tallaron, se rompieron y se enterraron, como recuerdo de su grandeza, y a fin de evitar el inquietante poder de su presencia.
Del mismo modo, las salas comunales de los poblados estaban presididas por maquetas de los nuraghi. Éstas, como todas las numerosas maquetas, de piedra y de bronce, halladas, datan de una época posterior a la construcción de los nuraghi. Éstos constituirían símbolos comunitarios, y evocarían un pasado, mitificado, glorioso -y temido: el tiempo de los gigantes, o los héroes.
Su recuerdo perduraba en forma de ex-voto, las comunidades se organizaban y se reconocían gracias a los nuraghi a los que dedicaban, como si fueran divinidades, pequeñas efigies suyas, y los constructores heróicos fueron convertidos en antepasados -cuya presencia debía ser recordada y controlada, enterrando sus restos a fin de convertirlos en los ancestros que, desde el subsuelo, velarían por los vivos sin interferir con ellos.
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