Maqueta de arquitectura (tres edificios sobre una plataforma o un tell simbolizado por la base cuadrangular, rayada horizontalmente, y con óculos), terracota, Gumelniţa, Căscioarele, 4600–3900 BC
National History Museum of Romania, Bucharest: 12156
Maqueta arquitectónica -destacan la puerta y el umbral, así como el espacio interior entendido como un cuenco- con siete estatuillas, terracota, Cucuteni, Ghelăieşti, 3700–3500 BC.
Neamţ County Museum Complex, Piatra Neamţ: 12550–12552, 13209–13213
Photo: Marius Amarie
El recién fundado (2006) Institute for the Study of the Ancient World, en Nueva York, relacionado con las Universidades de Nueva York y de Princeton, presenta una bellísima e inteligente exposición dedicado a las grandes culturas neolíticas de Centro-Europa, llamadas culturas del Danubio, que ocupaban lo que hoy son Moldavia, Bulgaria y Rumanía: The Lost World of Old Europe. The Danube Valley, 5000-3500 bC.
La muestra, que presenta una extraordinaria selección de piezas procedentes de museos centro-europeos (y que debería mostrarse en España), centradas en la imagen femenina y en maquetas de arquitectura del sexto y del quinto milenios, revela como, tras la última glaciación, la cultura, los nuevos modos de vida y de ocupación del espacio, y las creencias de poblaciones que dejaron de cazar y recolectar para subsistir, se iniciaron en el Levante, hace unos once mil años, y se extendieron a través de Anatolia, hacia Grecia; de allí, hacia el norte (el centro de Europa), mientras que otra corriente pasaba al sur de Italia, Cerdeña para, finalmente, hacia el 4000 aC, alcanzar la Península Ibérica y las costas mediterráneas francesas.
En este largo proceso de nueva aculturalización, los pueblos lindantes con el Danubio crearon o poseyeron formas de vida y un imaginario complejo, anterior a la escritura, quizá el más rico que se dió en todo el mundo por esa época.
Destacaron los asentamientos, con grandes moradas de madera defendidas por empalizadas, construidas y reconstruidas en unos mismos lugares durante casi dos mil años.
Esas culturas desaparecieron entre el 4000 y el 3000 aC, quizá debido a invasiones venidas del Caúcaso, que basaban su superioridad en el uso del caballo recién domesticado, desconocido en Europa (y el Próximo Oriente). Esos supuestos invasores, con una cultura indo-europea muy distinta a la de las poblaciones centro-europeas, estarían en el origen de las grandes culturas, ya históricas, del Mediterráneo.
Se pensó durante tiempo que los pueblos del Danubio, vencidos por hordas caucásicas, eran pacíficos e igualitarios. Las excavaciones han puesto en evidencia, sin embargo, la existencia de armas de piedra, y de enterramientos principescos que revelan que la inegalidad social estaba implantada.
Un sinmúmero de estatuillas femeninas con características sexuales acentuadas dieron lugar al mito de la gran diosa madre europea (diosa de la fecundidad y de la fertilidad, considerada como una divinidad benigna, derrotada por la cultura patriarcal caucásica).
Sin embargo, estas estatuiillas han sido halladas mayoritariamente en contextos domésticos. No parece que los asentamientos, algunos extensos y muy poblados, poseyeron templos o recintos dedicados al culto (de una divinidad). Éste se practicada seguramente en el seno del hogar, y podría haber estado dedicado a anccestros o a figuras femeninas de quienes dependía la supervivencia del clan.
La exposición pone en relación las estatuillas femeninas y las maquetas de arquitectura, y sugiere que revelan que el hogar era tanto una morada para los mortales como para los inmortales, moradas consideradas como espacio de vida, "maternales". El conjunto indisoluble de maquetas y figuras femeninas revelaría la importancia y el aprecio del espacio doméstico, y la creencia que la vida del ser humano -y quizá su propia esencia en tanto que humano- estaba garantizada, y generada, por el espacio interior, cuyos poderes vitales las figuras femeninas simbolizaban, constituían o acrecentaban.
Estamos ante culturas anteriores a la escritura, si bien se han hallado sellos o tampones de piedra -utilizados para imprimir motivos decorativos sobre tejidos- que indican la existencia de marcas diferenciadas, quizá ya de un lenguaje sígnico. Todas las interprewtaciones, por tanto, siempre son controvertidas.
Pero, desechada la creencia en la existencia en una única diosa madre europea, cobra crédito la importancia de los contextos en los que esas figurillas femeninas han sido halladas, y aquéllos son siempre arquitectónicos: casas individuales. Si las figurillas -divinidades, ancestros o simples humanas- evocan o invocan la vida, ésta se proyecta o se recoge en la casa. La casa aparece como la cuna y la tumba.
Poco sabemos de esas culturas, fundamentales para entender el papel y el imaginario arquitectónicos. Seguimos creyendo que solo el conocimiento de la arquitectura de los siglos XX y XXI puede ilustrarnos. Así nos va.
http://www.nyu.edu/isaw/exhibitions/oldeurope/objectchecklist.html
(Dedicado a Carlos, & Carolina, y Victoria)
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Compre Sr Tocho, compre que esto no nos lo podemos perder!!!!!!!!!!!!!!!!
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