Los seres humanos no construían en Mesopotamia. No era posible que hubieran construido. cuando una obra se terminaba, los constructores, los propietarios y sacerdotes cantaban himnos en los que se explicaba claramente que ningún ser humano había intervenido en la obra, aunque, a petición de los dioses constructores, y siempre bajo sus órdenes, algunos seres humanos habían podido colaborar.
Luego, se suplicaba a Kulla que abandonara el edificio, y partiera, en su nave, hacia otras obras donde los humanos aguardaban su llegada
Ya, en los inicios de la obra, los dioses habían sido conjurados. La tierra era bendecida con la sangre de un carnero sacrificado, y líquidos como la miel y la resina de ciprés. Luego, una vez abiertas las zanjas en las que se iban a levantar los cimientos del edificio, se depositaban muestras de metales preciosos (oro, y plata), piedras semi-preciosas, conchas, líquidos y alimentos: miel, leche, aceite, alcohol y resinas olorosas.
Es en este momento cuando Kulla llegaba. Kulla era la divinidad de los ladrillos; era, de algún modo, la pila de ladrillos que iban a ser empleados divinizada. Kulla fue creado por Enki -el dios de los constructores, hijo a su vez de An, el dios del Cielo-, y su esposa, la diosa madre Damkina. Kulla fue engendrado a imagen de Enki: uno de los epítetos de Enki, Nudimud, significa hacedor de imágenes. Enki lo creó -es decir modeló ladrillos- para restaurar un templo, y le confió el cuidado de la azada y del molde con el que fabricar los ladrillos. Kulla era, así, el ladrillo prototípico, moldeado por una divinidad.
Kulla no intervenía solo. Mushdama colaboraba con él en toda obra. Se trataba del dios de la cimentación. Estaba en el origen del proceso constructivo. Su madre era la diosa madre, la diosa de las montañas Ninhursag. Ésta era la esposa del dios del Cielo, y madre también de Enki.
Mushdama tenía un hermano, Kabta. Éste también era un divinidad de los ladrillos, pero sobre todo, era el dios que controlaba a los humanos que trabajaban a los órdenes de los dioses superiores, Enki, Mushdama y Kulla.
Kabta no era una divinidad menor. su esposa era Ninsianna: la diosa de la estrella Venus -se pensaba que era una estrella, en aquellos tiempos-, por lo que se equiparaba con Inanna (Ishtar, en Babilonia), la principal diosa celestial -que se contraponía a la terrenal Ninhursag- del panteón sumerio. La aparición y desaparición de Ninsianna (Venus) marcaba el paso del tiempo, y traía buenas nuevas. En verdad, cuando Venus declinaba, se transformaba en su terrenal espeso Kubta, el dios de los fundamentos terrenales.
Los fundamentos que Kubta establecía no podían ser más sólidos. Estaba unido a la diosa más brillante manifestada por el resplandor de Venus que alumbraba y guiaba al mundo. s por esto que Kabta era también el dios de la justicia. La rectitud que asumía y exigía se simbolizaba por la elevación de sus obras, bien enraizadas, alzándose hacia Ninsianna, hacia la estrella Venus.
Es así como la construcción era un obrar que ponía en relación el cielo y la tierra, y creaba espacios, en la tierra, a imagen del cielo. los ladrillos eran todas piezas idénticas que, juntas -un ladrillo no tiene sentido aislado-, que constituían hogares para los hombres y los dioses, espacios en los que se vivía justamente, bajo la luz de Ninsianna.
jueves, 18 de junio de 2015
Los dioses de la construcción en Mesopotamia
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