"¿Te has fijado en ese momento artesanal de los entierros en el que una veintena de familiares y amigos del difunto contempla como el albañil prepara la masa de yeso y embadurna las filas de bardos de la pared que cierra el nicho? Nadie se mueve hasta que el paleta ha concluido la obra, todos pendientes de sus gestos. Cada vez que he tenido que contemplar esa escena, no he podido dejar de sentir emoción: ese trabajo me ha parecido el mejor antídoto contra el dolor, contra la punta de nihilismo que te amenaza cada vez que se te muere alguien a quien quieres, o con quien has convivido. Esos veinte doloridos amigos y familiares contemplan el trabajo del paleta que evoluciona ante ellos, un elegante y sobrio bailarín, un atleta de gestos precisos, que despliega auténtico arte, ¿o es que el arte no es precisamente la mezcla de trabajo y representación? Prepara la masa, mide, coloca las hileras iguales de bardos, revoca, enluce. Con su trabajo nos anuncia que la vida sigue."
(Rafael Chirbes: Cremación, 2007)
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