El pintor Claude Monet se obsesionó con la catedral gótica de Rouen -las piedras góticas gozaron del aprecio de los artistas y arquitectos finiseculares-, al igual que con unas gavillas solitarias en un campo sesgado, cuya fachada labrada, como un complejo bordado, retrató , una y otra vez, de día y de noche, fijando el paso de las horas sobre la piedra transfigurada por la luz y las sombras.
Una obsesión y un trabajo parecidos parece haber conducido al arquitecto y fotógrafo veneciano Guido Guidi a documentar, durante diez años, en seiscientas fotografías, el juego del gato y el ratón entre la luz, el agua de un estanque con lentos peces rojos, y un enmohecido y alto muro de hormigón labrado del monumento funerario de la familia Brion -un muro ante el inframundo-, obra del arquitecto veneciano Carlo Scarpa, maestro de Guidi.
El monumento nunca se descubre enteramente, tan solo vistas parciales de la capilla y las formas geométricas ensombrecidas que se proyectan sobre un muro que se refleja en las aguas quietas o rizadas del estanque. En algunos casos solo una atención minuciosa logra descubrirnos los imperceptibles cambios de la luz y del fruncir de las aguas.
Un maravilloso trabajo que hoy se expone en una exposición en La Virreina. Centro de la Imagen de Barcelona.
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