No constituyen pueblos, sino barriadas o aglomeraciones extensas de modestas casas unifamiliares, alrededor de ciudades inglesas.
La imagen es aún tiempo nostálgica, conmovedora y deprimente. Se diría que toda la tierra se configura como un triste ensamblaje de árboles muertos y casas desatendidas.
El pintor inglés George Shaw, candidato al premio Turner en 2011, retrata, con pintura de esmalte que agudiza, por contraste, la tristeza de los barrios periféricos que no han llegado a construir una ciudad, formados por casas relegadas, desparejadas o idénticas, indiferenciadas y despersonalizadas, a las que la pintura ha prestado raramente atención, porque se prefiere no verlas ni imaginarlas. Shaw tampoco las impone. Las señala. Y su señal no se borra fácilmente.
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