martes, 23 de abril de 2013
lunes, 22 de abril de 2013
CASAS DEL ALMA ("SOUL HOUSES") EGIPCIAS
Casa del alma, terracota, finales tercer milenio aC, Museo de Dresde (almacenes)
Maqueta arquitectónica de piedra romano-egipcia, s. I dC, Museo Petrie, Londres
Objeto en forma de maqueta de casa romano-egipcia, Museo Petrie, Londres
Maqueta de santuario romano-egipcio, Museo Petrie, Londres
Casa del alma egipcia, terracota, finales del tercer milenio aC, Museo Petrie, Londres
Fotos: Tocho, marzo-abril de 2013
Las llamadas "casas del alma" egipcias, halladas por el egiptólogo William Petrie a principios del s. XX en la llanura de Giza, parecen sencillas maquetas arquitectónicas.
En verdad se trataba de modestas bandejas de ofrendas individuales, modeladas, al igual que los alimentos, en barro -a fin que éstos duraran para la eternidad-, que soportaban una maqueta de una construcción que representaba o simbolizaba quizá el hogar del difunto.
Estos objetos, populares, se depositaban sobre la arena que cubría un simple hoyo dentro del cual yacía el cadáver sin momificar, sobre, en el mejor de los casos, una estera. Las bandejas presentan un pequeño canal de evacuación por el que los líquidos ofrendados se vertían sobre la arena.
Las personas que no podían permitirse un monumento funerario de piedra ni un enterramiento que respondiera a un complejo ritual recurrían a estas modestas construcciones hechas a mano.
Se ha supuesto, pues, que estas "maquetas" eran, más bien, construcciones diminutas adaptadas a las almas (el ba) de los difuntos.
En cuanto a las maquetas romano-egipcias, habrían sido pequeños altares domésticos en forma de santuarios o de capillas, incensarios o pebeteros que podían reproducir el hogar del oferente o un edificio prototípico. La llama que albergarían simbolizaría el fuego del hogar.
ANDREA BEATY & DAVID ROBERTS: IGGY PECK ARCHITECT (2007)
Por fin, un libro imprescindible sobre arquitectura y para arquitectos.
Véase la web de este ilustrador inglés: http://davidrobertsillustration.com/home.html
viernes, 19 de abril de 2013
Burbuja universitaria en España
La Universidad Politécnica de Cataliña (UPC) en Barcelona está practicamente en bancarrota y está a punto de quebrar. La deuda ináudita de ciento once millones de euros, ante un presupuesto poco más del doble ( doscientos setenta y ocho millones) es inasumible. La venta de bienes, la expulsión de personal, la subida de matrículas, la reducción de sueldos, etc. son medidas desesperadas y posiblemente inútiles.
Algunos economistas piensan que este hundimiento solo es el inicio de la puesta en evidencia de, tras la burbuja de la construcción, de una segunda burbuja, de la universidad pública española.
Se han creado, con costes excesivos - materiales caros, derroches de medios - universidades en todas las ciudades. La dispersión por todo el territorio de facultades y centros casi vacíos es sorprendente. Los campus se han multiplicado. Son campus casi fantasmas. No hay suficientes estudiantes para llenar tantos edificios.
Cada ciudad, cada pueblo ha querido tener una universidad. Posiblemente por el rédito político obtenido, no respondiendo a ninguna necesidad. ¿Cuántos profesores no se han desplazado a universidades, un día laborable en pleno año académico, para impartir un seminario, que parecían vivir un día festivo, con las dependencias nuevas, abiertas y casi vacías?
Sabemos qué ocurre cuando estalla una burbuja. Lo primero que causa el derrumbe no levanta cabeza, pero todo el resto, a continuación, cae. La universidad pública española está malherida, posiblemente gravemente condenada, o a muerte.
Sólo cabe lo que está ocurriendo. La emigración de los mejores estudiantes al extranjero, siempre que puedan pagarse el viaje. Sin retorno previsto.
Algunos economistas piensan que este hundimiento solo es el inicio de la puesta en evidencia de, tras la burbuja de la construcción, de una segunda burbuja, de la universidad pública española.
Se han creado, con costes excesivos - materiales caros, derroches de medios - universidades en todas las ciudades. La dispersión por todo el territorio de facultades y centros casi vacíos es sorprendente. Los campus se han multiplicado. Son campus casi fantasmas. No hay suficientes estudiantes para llenar tantos edificios.
Cada ciudad, cada pueblo ha querido tener una universidad. Posiblemente por el rédito político obtenido, no respondiendo a ninguna necesidad. ¿Cuántos profesores no se han desplazado a universidades, un día laborable en pleno año académico, para impartir un seminario, que parecían vivir un día festivo, con las dependencias nuevas, abiertas y casi vacías?
Sabemos qué ocurre cuando estalla una burbuja. Lo primero que causa el derrumbe no levanta cabeza, pero todo el resto, a continuación, cae. La universidad pública española está malherida, posiblemente gravemente condenada, o a muerte.
Sólo cabe lo que está ocurriendo. La emigración de los mejores estudiantes al extranjero, siempre que puedan pagarse el viaje. Sin retorno previsto.
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El sueño de una sombra,
Modern Times
jueves, 18 de abril de 2013
El ágora (ateniense)
Erictonio, uno de los primeros reyes míticos, rey "autóctono", de Atenas, con un cuerpo de serpiente.
Tras un posible periodo de gobiernos asamblearios (de
jóvenes y de ancianos) en
ciudades-estado del sur de Mesopotamia en el cuarto milenio aC, la mayoría de
las estructuras políticas de las culturas mediterráneas, en el primer milenio
aC, descansaron en la figura de un monarca o un oligarca. Reyes o aristócratas asumieron
el poder.
En el siglo VI aC., Atenas estableció una nueva forma de
gobierno y dispuso nuevo tipo de gobernantes. El poder unipersonal (monárquico,
tiránico u oligárquico) dio paso, gracias a Clístenes, a un poder equilibrado
legislativo y ejecutivo en manos de dos asambleas: la “iglesia” (ekklesia) formada por numerosos ciudadanos
(hombres libres) que sometían a discusión todo tipo de propuestas y dictaban
leyes, y la boulé, un grupo ciudadano
más restringido encargado de aplicar aquéllas. La estructura de clanes se disolvió; el linaje
ya no fue la condición para acceder a cargos públicos (aunque si la fortuna). Al
mismo tiempo, los tres poderes, religioso, civil y judicial se separaron.
“Tenemos un régimen político que no se
propone como modelo las leyes de los vecinos, sino que más bien es él modelo
para otros. Y su nombre, como las cosas dependen no de una minoría, sino de la
mayoría, es Democracia. A todo el mundo asiste, de acuerdo con nuestras
leyes, la igualdad de derechos en los conflictos privados, mientras que para
los honores, si se hace distinción en algún campo, no es la pertenencia a una
categoría, sino el mérito lo que hace acceder a ellos; a la inversa, la pobreza
no tiene como efecto que un hombre, siendo capaz de rendir servicio al Estado,
se vea impedido de hacerlo por la oscuridad de su condición. Gobernamos
liberalmente lo relativo a la comunidad, y respecto a la suspicacia recíproca
referente a las cuestiones de cada día, ni sentimos envidia del vecino si hace
algo por placer, ni añadimos nuevas molestias, que aun no siendo penosas son
lamentables de ver. Y al tratar los asuntos privados sin molestarnos, tampoco
transgredimos los asuntos públicos, más que nada por miedo, y por obediencia a
los que en cada ocasión desempeñan cargos públicos y a las leyes, y de entre
ellas sobre todo a las que están dadas en pro de los injustamente tratados, y a
cuantas por ser leyes no escritas comportan una vergüenza reconocida”
(Tucídides: “Discurso fúnebre de Pericles”, Historia
de la guerra del Peloponeso, II, 37)
Esta distinción se plasmó espacialmente. El acrópolis, donde
setecientos años (s. XII aC) había morado el “Basileo” (el rey-sacerdote), se
dedicó a los dioses, mientras que el poder civil se asentó a los pies del
acrópolis, en una llanura, constituyendo el ágora. Se trataba de un espacio
abierto, situado en un cruce de vías, central y bien comunicado. Pronto se
convirtió en el signo identitario de toda ciudad y colonia griegas. Las sedes antes
citadas, junto con el pritaneo –que atesoraba el fuego sagrado de la ciudad-
donde se reunían los responsables de la ekklesia,
mercados, un teatro (durante un tiempo), y templos dedicados principalmente a
divinidades ligadas al mercadeo y a las técnicas artesanas –con las que se
fabricaban objetos en venta en el ágora-, se asentaron en el ágora. Cuando el
imperio helenístico conquistó Atenas y acabó con un gobierno democrático, el
ágora se convirtió en un escenario representativo y vacío, sin incidencia en la
vida de la ciudad-estado.
El ágora, sin embargo, no fue inventada por la democracia.
Se tratara originariamente de una plaza de armas temporal, descrita, por
ejemplo, en la Odisea: un espacio
abierto en cuyo centro se disponía el botín tras una victoria, que se repartía entre
los guerreros. Este espacio, delimitado para la ocasión, pertenecía a la colectividad:
los jefes de los guerreros se colocaban en el perímetro del ágora, y las
ganancias obtenidas entre todos se centraban.
El nítido escenario del gobierno de los ciudadanos
presentaba dos zonas oscuras, sin embargo: una declarada voluntad imperialista
que llevó a Atenas a mantener guerras incesantes para doblegar ciudades e islas
próximas, y la siniestra ideología de la autoctonía -ilustrada por los mitos de
origen de Atenas, según los cuales, los primeros reyes, con cuerpo de
serpiente, nacieron de la tierra-, que excluía a todos los que no eran atenienses
porque no pertenecían a la tierra-madre desde los inicios, no tenían hondas
raíces –una ideología que, reanimada por
los nacionalismos excluyentes de los siglos XIX, XX y XXI, ha llevado al sur de
Europa a su fragmentada y enfrentada situación actual.
miércoles, 17 de abril de 2013
MARIE AMAR (1962): LA MAISON (LA CASA, 2005)
Marie Amar (París, 1962) retrata, en fotografías de un cierto tamaño (unos 100x80 cm), polvo acumulado durante años, capas de telas de araña convertidas en frágiles esculturas traslúcidas, residuos imperceptibles, muebles abandonados, alacenas vacías, puertas que bostezan por el abandono, desvanes de los que cuelgan telas protectoras convertidas en espectros, y que recuerdan que esos espacios, un día, estuvieron llenos de vida.
La serie titulada La Maison (La Casa, 2005), junto con Poussière (Polvo, 2011) es quizá su mejor obra.
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arquitectura desde las artes,
Modern Art
martes, 16 de abril de 2013
Bouchra Khalili (1975): Vue aérienne (Vista aérea, 2006)
Vue Aerienne from Out the Window on Vimeo.
Véase sobre este artista cuya obra se centra en cartografías, la página web siguiente:
http://www.galerieofmarseille.com/artists/bouchrakhalili/text/khalili_text.html
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