domingo, 14 de enero de 2018

Las ruinas en la antigüedad

Las ruinas son un destino turístico. Desde el siglo XVII, su imagen suscita toda clase de sensaciones y reflexiones, desde la fugacidad de la vida y la caducidad de los imperios hasta la sorprendente resistencia de las obras humanas a los envites del tiempo. En todos los casos, las ruinas son dignas -de ser tenidas en cuenta. Son entes que dan qué pensar, y que deben ser cuidadas -en tanto que ruinas. No son restos de lo que fue, sino que existen, de por sí, independientemente de dónde vienen. No son entres degradados, sino enteros. Son ruinas: tienen ser. Un ser que es distinto al de una construcción o un cobijo. Las ruinas son entes completos y autónomos. Entes que, en verdad, formamos (no porque -no solo- arruinemos edificios, sino porque percibimos éstos como entes de otro orden, que pertenecen a otro orden de cosas: somos nosotros, con nuestra manera de ver el mundo, quienes determinamos que existen, no edificios arruinados -listos para ser derribados o reconstruidos- sino ruinas -que deben ser conservadas en tanto que ruinas. Ruinas que son hogares para la imaginación, los sueños o la memoria, casas para la nostalgia.

Sin embargo, las ruinas, en la antigüedad, no existían. Nadie las percibía. Solo había edificios abandonados, en los que era imposible vivir. O, mejor dicho, en los que solo quienes no tenían derecho a la vida en la ciudad, podían recogerse entre construcciones devastadas, con muros caídos, sin techumbre, abandonadas.
Una prostituta humanizó a Enkidú, el salvaje escudero del legendario rey mesopotámico de la ciudad de Uruk, Gilgamesh. La humanización le permitió vivir entre los hombres, morar en la ciudad y convertirse en el amigo del rey. Dejó de estar solo, de ser arisco. Los animales con los que convivía se asustaron y le rehuyeron. La mujer le había hecho un hombre.
Pero también conoció la pérdida y la muerte. La muerte no era percibida como un final mientras fue un animal. Vivía sin saber que vivía. No tenía proyectos ni esperanzas de vida que la muerte sesgara de improviso. No tenía conciencia que su vida podía mejorar -o interrumpirse.
Por eso, cuando supo que tenía un destino y qué destino -aciago- le aguardaba, Enkidu maldijo a quien le humanizó. Le deseó lo peor: vivir a la intemperie, entre ruinas (edificios en ruinas):

"Que nunca consigas una casa con ajuar
ni muebles hermosos
Que una mesa bien puesta
-un lujo para la gente- 
no se ofrezca en tu casa.
Que el lugar de tus placeres
sea un portal;
que los cruces de los caminos
sean tus aposentos;
que las ruinas
sea tu cobijo;
que los abrigos de las murallas
sean tu puesto;
que el cardo y la zarza te desollen los pies
Que el borracho y el sobrio
te den bofetadas;
que el techo de tu casa
no lo arregle el albañil
que en tu cubil [con boquetes en las paredes y sin techumbre]
se pose la lechuza..."

(Epopeya de Gilgamesh, VII; 111-122. Traducción de Joaquín Sanmartín)

sábado, 13 de enero de 2018

¿Reconstruir Palmira?

Palmira es una ciudad moderna, en Siria, fundada en los años 60, que llegó a tener cien mil habitantes antes de la Guerra Civil. Hoy, al parecer, la mitad de la población, huida o asesinada durante la ocupación del ISIL y los enfrentamientos entre este grupo y los ejércitos ruso y sirio, ha regresado.

¿Reconstruir Palmira? Desde luego; la mayoría de las casas han quedado dañadas o destruidas, las infraestructuras son inutilizables, el territorio circundante está minado, los servicios básicos (escuelas, hospital) inservibles.

Pero Palmira son otras ruinas. Ruinas que atraían a turistas y contribuían a la vida comercial de la ciudad -al menos para una parte de la población: hoteles, restaurantes, guías y ciertos comercios.

¿Se debe reconstruir el Templo de Bel, severamente bombardeado por el ISIL? ¿Qué y cómo reconstruirlo?
Las ruinas del templo de Bel -al igual que todo el yacimiento- acogían a los modernos habitantes de la ciudad, desplazados a una población moderno en los años 60, para despejar y reconstruir parcialmente las ruinas, de modo que pudieras ser visitadas. Ruinas que eran vividas se convirtieron en un fantasmagórico -y fascinante- campo de ruinas.
El templo de Bel fue fue, durante mil doscientos años, una activa mezquita. ¿Se tiene que reconstruir la reconstrucción del templo llevada a cabo a partir de los años sesenta, es decir se tiene que reconstruir el templo tal como lució en los últimos cincuenta años, o cómo estuvo durante más de un milenio -templo utilizado por la población local, que lo mantuvo en vida? El templo, por otra parte, una construcción romana, se levanta sobre un tell -una colina artificial formada por las capas de las ruinas sucesivas de templos anteriores, que se remontan hasta el neolítico, ruinas formadas durante casi seis mil años. ¿Qué nivel favorecer? Una reconstrucción del templo tal como se mostró entre 1960 y 2015 sería o será una reconstrucción de una mínima parte de la vida del santuario, una reconstrucción de una reconstrucción -que acabó con la mezquita.

Mas, si se reconstruyera la mezquita, teniendo en cuenta que el Partenón en Atenas fue una mezquita durante cuatro siglos  medio, y un templo cristiano (bizantino) durante mil años, ¿qué se debería hacer en Atenas? ¿La situación del Partenón es similar al de templo de Bel, ambos severa y voluntariamente dañados por el hombre, no por el tiempo?
El templo o tesoro del Partenón que se está reconstruyendo -las partes nuevas empiezan a dominar sobre los restos- fue el templo pagano activo durante setecientos años, trescientos menos que el tiempo durante el cual sirvió de templo cristiano (tras lo cual se convirtió en mezquita). Por otra parte el Partenón "original" -que sustituyó a un templo o tesoro anterior destruido por los Persas- no solo estaba pintado sino que formaba parte de un largo circuito procesional en el que estatuas, monumentos y otros edificios jugaban un papel importante, sin los cuales el Partenón deja de tener sentido. ¿Se deberían "reconstruir"?
¿Qué sentido tiene una reconstrucción de un edificio cuya función, cuyo sentido, ha desaparecido? ¡Debe ser preservado como objeto digno de verse? El Partenón también fue erigido para ser visto -para impresionar desde el mar acerca del poder imperial ateniense-.
Un edificio cambia de función. Con cada nueva función evoluciona. Ser un objeto digno de contemplación, existir solo para ser visto, como una obra de arte ¿tiene sentido?
No es fácil responder a esas preguntas: ¿solo tiene razón de "ser" lo que tiene sentido? ¿Debe ser preservado el sinsentido? El arte ?¿debe atender a necesidades materiales o "espirituales"? Las visitas turísticas ¿atienden a esas últimas?
El templo de Bel, y el Partenón, tal como se muestran o se mostraban hace unos pocos años, son o eran símbolos de las ciudades que los acogen o acogían. ¿No son los habitantes de las mismas quien tienen que decidir acerca de la suerte de aquéllos? O ¿son "símbolos" universales, que no pertenecen a nadie en concreto? ¿que no representan a nadie, sino a todos? ¿Todos nos sentimos representados? 
La "reconstrucción" de las ruinas -una frase ¿sin sentido?- de Palmira invita a plantearse, quizá, cuestiones -quizá molestas -de difícil o posiblemente imposible respuesta unívoca. Es posible también que esta sea su riqueza: enigmas sin solución -a los que solo damos una solución desatendiendo otras, quizá porque no se pueda hacer otra cosa, salvo ser conscientes que actuamos de buena o mala fe, pero siempre de modo parcial o partidista.
¿Cabe reflexionar?

http://www.eurozine.com/we-should-do-nothing-on-the-history-destruction-and-rebuilding-of-palmyra/ 
 

viernes, 12 de enero de 2018

SIRINE FATTOUH (1980): ENTRE LES RUINES (ENTRE LAS RUINAS, 2014)

Entre les ruines (Musique originale de Sharif Sehnaoui) from Sirine Fattouh on Vimeo.

Este video, filmado entre las ruinas de un pueblo cercano a Beirut, tras la última guerra civil, desdibuja las barreras y las fronteras que la guerra civil levantó -barreras entre géneros, placeres y comunidades-, y muestra como, a través de la música y la danza, rebrota, siquiera fugazmente, la vida entre las ruinas.
La obra, de la artista libanesa Sirine Fattouh, se incluye en la presente exposición Home Beirut en el Museo de Arte Contemporáneo de Roma, MAXXI. -o como crear un hogar, o una sensación de hogar en medio de la desolación.

Pompeya (o la ciudad dormida)





























Fotos: Tocho, enero de 2018

Pompeya: ciudad de un o unos pueblos de la Italia central (oscos, samnitas, pero no romanos) sepultada por las cenizas cuando la erupción del volcán Vesubio en 79 aC.
Desaparecida hasta finales del siglo XVIII.
Aún parcialmente excavada, dejada a la intemperie, degradada por la incuria, los visitantes y las inclemencias, aunque las restauraciones han empezado en serio recientemente.
Vacía en un frío día de invierno.
y, sin embargo, extrañamente vital. Pompeya está más viva que ciudades modernas arruinadas, que ciudades de vacaciones degradadas apenas se acaban de construir, como tantas que asolan la costa levantina y mediterránea en general.
La casi totalidad de los habitantes murieron sepultados. Pero era una ciudad de intercambios, negocios, cultos y comunidades: una ciudad pensada y levantada para acoger vidas, en la que se encontraban comercios, mansiones y tabernas, templos, anfiteatros dedicados a espectáculos lúdicos, crueles y religiosos.
Las cenizas no solo preservaron las estructuras, sino, de algún modo extraño modo, algo del bullicio de las calles -a la que se abrían un sinfín de tabernas y de lupanares-, de la vital imperfección humana, en la que se cruza el ingenio, las soluciones prácticas -como las  altas piedras plantadas en la calzada que permitían cruzar la calle sin mojarse cuando las riadas, dejando pasar el tránsito de carros-, las adaptaciones a las necesidades y los caprichos, y cierta veneración temerosa o supersticiosa en los poderes del cielo, los bosques y la tierra.
Pompeya no es una ciudad muerta, sino temporalmente vacía a la espera del retorno ineludible de los muertos a la vida; una ciudad en suspenso por un tiempo, en la que la vida, en sueños, puede retornar.

martes, 9 de enero de 2018

La imagen de la mujer en la antigüedad










Bronces latinos: mujeres veladas, Museo de la Villa Giulia, Roma
Foto: Tocho, enero de 2018


Bronces y terracotas griegos y helenísticos, Museo del Louvre (París)


Contrariamente a lo que ocurría en Etruria e Iberia, la mujer en la Grecia antigua no tenía ningún estatuto. No existía. No formaba parte de la ciudad. No tenía derechos cívicos. Vivía recluida en casa del padre hasta que se esposaba. En este momento, transitaba de la casa del padre a la del esposo (o de los padres del esposo). En esta ocasión, mientras se hallaba al aire libre, a la vista de todo el mundo, debía taparse de pies a la cabeza, cubrirse la testa y esconder el rostro con un velo que solo dejaba a la vista los ojos. Una vez esposada, ya en su casa, podía descubrirse. En tanto que no eran ciudadanas y que la persona se identificaba por el rostro (persona, en latín, significaba rostro o, más precisamente, máscara, un tipo de rostro que definía lo que uno era y el papel que cumplía en la sociedad), su no-adscripción a las normas sociales se significaba por la ausencia de rostro, literalmente escondido.
La vestimenta nupcial era similar a la funeraria. Las difuntas también se tapaban el rostro. En este caso, la conexión nupcial no andaba lejos. Una difunta se esposaba con el dios de la muerte. Dejaba la morada del padre o del primer esposo para partir hacia la última morada, la morada de Hades. De algún modo, la mujer en la Grecia antigua estaba enterrada en vida.

Nota: Todas esas estatuillas se expondrían en la muestra Habitar el Mediterráneo que el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) de Valencia, a partir de finales del próximo mes de noviembre.

Agradecimientos a Françoise Gaultier, conservadora-en-jefe del Departamento de Antigüedades Griegas, Etruscas y Romanas, Museo del louvre (París)

domingo, 7 de enero de 2018

FRANCE GALL (1947-2018): MONOPOLIS (1976-1979)


France Gall - Monopolis (1979) from Claude1943 on Vimeo.

Sacrée France Gall....

In memoriam.

EVERYTHING EVERYTHING: IVORY TOWER (2017)



Sobre este grupo inglés, véase su página web