jueves, 25 de agosto de 2022
F.G. OSSANG (JACQUES PLOUGEAUT, 1956): SILENCIO (2007) & VLADIVOSTOK (2008)
ROLF KÜHN (1929-2022): CITY CALLING (1974)
miércoles, 24 de agosto de 2022
TOM (THOMAS) WOOD (1951): LIVERPOOL (1978-2001)
El fotógrafo -autodidacta- irlandés Tom Wood retrató, durante años, en color (cuando la fotografía en color era desdeñada), la ciudad de Liverpool y sus habitantes, nunca cazados a escondidas, sino pidiéndoles si querrían posar, en unos entornos (pubs, centros deportivos, salas de fiesta) que los acogen y que dan sentido a los rostros, los gestos, las expresiones, a la manera de estar en el mundo.
Una exposición actual francesa, dentro del programa de los Encuentros fotográficos de Arles, evoca el trabajo de este artista:
https://centrephotographiemougins.
martes, 23 de agosto de 2022
Reliquia
Foto: Emmanuel Guigon, clavo de la cruz, iglesia de Arta, Mallorca
Una reliquia es, literalmente, lo que queda de un ente o un ser, una vez éstos han desaparecido.
La reliquia está relacionada con la muerte ciertamente: en latín, reliquae (siempre en plural) designa los restos de comida, pero también las cenizas de un difunto.
Mas, en tanto que resto, una reliquia evoca también la vida, la resistencia a la desaparición. La condición de estar en permanente estado “existencial” de define bien en el latín reliquus, que debería traducirse por un ver o en gerundio: quedando, lo que insiste en el presente, en el doble sentido de la palabra: es lo que está aquí hoy, y lo que se ofrece (a los sentidos, a los demás): es un regalo.
La muerte causa las reliquias, pero no puede con ellas. Éstas son algo más que las huellas de lo que o de quién ya no está. Una huella señala un vacío, la pérdida presencia de quien ha producido una huella. Las huellas siempre son negativos de seres. La reliquia, por el contrario, forma parte de un ser o un ente. Una reliquia es una metonimia. Concentra en su figura, que siempre queda, cuyo ser es seguir quedando aquí y ahora, lo que “es” un ser. La desaparición de éste no es completa, porque la reliquia lo representa.
En castellano, los restos de comida son las sobras: lo que ha quedado porque no se ha querido, lo que llega a las sobras a su desaparición, porque son prescindibles y son molestas. Testigos engorrosos, vergonzosos, de un banquete excesivo, desmesurado. La desmesura siempre es una falta (de contención)..
Una reliquia ciertamente en un recuerdo de un ser, pero también el testimonio de que la desaparición no ha sido en vano, pues la reliquia encierra lo que en verdad fue lo que ya no es -si no es a través de la figura de un resto que es un todo. El sentimiento de pérdida muta, a través de la reliquia, en un sentimiento de plenitud y de agradecimiento. Seguimos pidiendo aferrándonos a algo ante el que el tiempo se ha detenido, dotando a la reliquia del aura de una aparición: lo que hubiera tenido que ya no ser sigue siendo, y para siempre.
La iglesia gótica de Arta, en la isla baleárica de Mallorca, conserva un clavo de la verdadera cruz (sobre la que el hijo de dios fue crucificado).
Sin entrar en el carácter fácilmente risible de las reliquias, cuyo número y cuyo volumen supera ampliamente el volumen del ser del que sin una destilación, las reliquias, como las obras de arte, nos exponen a presencias visibles sobre las que la noche no cae, presencias perdurables, símbolos de resistencia que abren la puerta a lo inefable y a la esperanza , a lo que vence al tiempo, al mortal inmortal: no evoca la pérdida sino que encapsula lo que merece ser recordado, el carácter de lo que se niega a desaparecer.
Agradecimientos a Emmanuel Guigon, director del museo Picasso de Barcelona, por el regalo de esta imagen
lunes, 22 de agosto de 2022
Kovásznai György (1934-1983): Mesék a művészet világából (Historias del mundo del arte, 1965)
Uno de los mejores cineastas de animación europeos, húngaro, y el cortometraje de animación más desazonante que cabe imaginar. Obra maestra.
domingo, 21 de agosto de 2022
ANDY GOLDSWORTHY (1956): REFUGIOS DE ARTE (1995-2022)
Teoría, en griego antigua, significa tanto lo que es digno de verse, como la procesión que tiene como finalidad la contemplación de una maravilla (un significado que la moderna palabra teoría ha retenido).
viernes, 19 de agosto de 2022
¿Estética o Teoría de las artes?
La palabra estética y la expresión teoría del arte (o de las artes) son sinónimas; pero no se refieren exactamente a un mismo tema.
Ambas, ciertamente aluden a la relación que un ser humano (espectador o creador) establece con una creación -divina, en la relación que la palabra estética designa, humana, en la relación apuntada por la expresión teoría del arte.
Mas, ambas, estética y teoría, no enfocan la relación del mismo modo, no se centran en la misma manera como se establece la relación.
Ésta podría compararse con la que los mortales y los inmortales mantienen. En cultos politeístas, tales como el griego y el Romano (salvo en el bajo Imperio oriental), el culto, que establece la relación, solo se centra en los deseos de la divinidad, a la que es necesario alimentar, vestir y cuidar a través de la imagen de culto. Todos los esfuerzos están dedicados a contentar a la divinidad, de manera que no se revuelva contra los ceremoniantes.
En los cultos monoteístas ( y en cultos politeístas tardíos como el mitraismo), los desvelos se dirigen hacia el mortal. Éste es quien merece los cuidados, al menos su alma o psique es el objeto de las atenciones. El culto no pretende atender a la divinidad sino al ánimo del fiel, siempre a merced del derrumbe.
Esta tan distinta mirada es la que también prevalece en la estética y en la teoría. La estética se centra en el espectador: cuáles son sus necesidades, sus conocimientos y sus deseos que la obra de arte podría atender, esclarecer, alimentar o satisfacer. La relación es beneficiosa para el mortal. La estética estudia cómo debe prepararse el espectador para enjuiciar la obra de arte y qué beneficios estéticos y éticos puede esperar del encuentro.
La teoría, en cambio, se vuelca en la obra de arte: en las características o cualidades que debe poseer para poder ser considerada una obra de arte (digna de este nombre), qué misterios o contenidos encierra, cómo los comunica, qué pretende, cómo se relaciona con el mundo.
En la estética, la obra no es minusvalorada, pero la buena relación entre el espectador y la obra depende exclusivamente de cómo se dispone el espectador. En la teoría, en cambio, la relación será plena si la obra posee una serie de poderes ante los que cualquier espectador caerá rendido. La obra es la que manda en la relación, y por mucho que el espectador esté bien preparado, la relación solo será capaz de ser reveladora si la obra se dispone de un determinado modo, casi siempre de modo enigmático, poco evidente.
La estética se dio sobre todo en el siglo XVIII europeo, mientras que la palabra teoría se impuso a partir del siglo XIX, porque lo problemático en la relación ya no fue la capacidad perceptiva e interpretativa del espectador, sino la capacidad fabuladora de la obra, siempre presentada de modo a suscitar interés, fascinación o desazón, como un enigma nunca enteramente resuelto.