lunes, 12 de diciembre de 2011
¡POP! Arquitectura burbujeante
Aunque en Barcelona se hayan construido edificios con fachadas llenas de aire, que son pompas de jabón, y en Cataluña viviendas que son globos hinchados, la arquitectura no parece haber tenido mucho que ver con las burbujas (que no sean inmobiliarias).
Pues ya no.
Una arquitecta posa en lo que parece un antiguo almacén lleno de cajas de cartón o de madera apiladas en estanterías de madera situadas contra la pared. Vestida como para una fiesta (collar hawaiano de coral, falda estampada y gabán azul noche), está sentada sobre una maqueta (su obra le sirve de peana), mirada hacia lo alto y sonrisa muy natural (los dientes, bien apretados, a la vista, como cuando uno hace un típico esfuerzo físico de cuclillas), rodeada de más cajas y maquetas de torres.
Un texto impreso, escrito a mano, anuncia: "Mi trabajo es mi juego favorito". La alusión al juego se simboliza por el portaminas caro que empuña para dibujar: lo toma al revés. La mina apunta al cielo. De donde vienen las ideas.
La mano siniestra está escondida.
El pie de foto aclara: Adora viajar. Las cajas quizá sean baúles con recuerdos. Le gusta viajar en el tiempo; el viaje es mental; el arquitecto es un soñador. Imaginar Roma, Egipto, Persia. ¿Persia? ¡Ah, las Mil y una Noche! Vivir de l(os) cuento(s). Pero, de niña, la arquitecta no soñaba con ser princesa, sino hacer edificios con naipes. Una alusión quizá peligrosa si se sabe lo que le ocurrió a un polideportivo construido por su estudio unos años antes. Pero ya se sabe, se nace arquitecto.
También le gustaría viajar a Marte.
La frase no es una marcianada. Solo le gusta soñar. Su realidad no es la realidad. Así es el mundo de los verdaderos artistas. No son de este planeta.
Aunque lo que más le gusta es cocinar espaguetis con almejas para sus hijos mientras toma una copa de cava Codorniu. Un gesto la mar de normal. ¿No es lo que hacen las madres, cocinar, copa alta de cristal en mano?
Es una pena que el anuncio sea de Codorniu, y no de Freixenet. ¡Ah, las mallas doradas que se podrían lucir!
Se abre un nuevo por venir para la "pobre" profesión. Y no solo para las arquitectas. A nosotros también nos podrían contratar. Para anunciar puros, por ejemplo. Antes de que nos pongan uno.
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Compré Altaïr y National Geographic al mismo tiempo. En la primera estaba Haussmann, por el cual he llegado aquí. En la segunda estaba ella, por la cual volveré.
ResponderEliminarUn saludo.