Fotos: Tocho, Julio de 2015
Lindando con la cuesta de una ruidosa avenida de la Ciudad Universitaria, entre zarzales y altas hierbas resecas, árboles dejados de la mano de dios, un suelo de tierra polvorienta, hojarasca (bajo un sol inclemente), una fuente sin agua que un día fue un estanque, con cantos y juncales, y un surtidor -el arquitecto afirmaba haberse inspirado en los jardines de la Alhambra-, las dependencias de la Facultad de Sociología, que parece cerrada, abandonada -la Universidad Complutense, como todas las universidades públicas, está en bancarrota-, fueron, en su día -y aún lo son, pese a la dejadez- , la mejor obra de Miguel Fisac -junto con la iglesia de San Pedro Mártir, anteriormente comentada-, y una (o ¿la?) obra maestra de la arquitectura española del siglo XX.
Sencillos pabellones de una planta o dos plantas (bloques alargados con ventanas superiores corridas, o paneles de cristal alternando con muros de ladrillo), dispuestos en ángulo recto en medio de lo que fuera un jardín con pinos, abetos y cipreses -como en la cercana serranía-, aislados del resto de la universidad, y unidos entre sí por una densa red de pasos porticados continuos -que bordean incluso las fachadas-, formados por una delgadísima cubierta ondulada de hormigón soportada por pilares huesudos y blanquecinos que parecen propios de una composición de Salvador Dalí.
Recuerda, en verdad -y así transmite la misma sensación-, un monasterio medieval que invita al paseo meditabundo sin principio ni fin.
No lejos, los cuatro rascacielos asestados de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, y el medio cilindro metálico de la "Ciudad BBVA" de Herzog y de Meuron recuerdan que la realidad sigue allí -aunque uno logre evadirse por un momento caminando por la adormecida Facultad de Sociología.
Véase la página web siguiente.
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