Tercera fotografía: Agradecimiento a Margarida Cortadella, Museo Picasso, Barcelona
Tres libros ilustrados por Picasso se desmarcan del resto de sus trabajos de ilustrador: La Poesía de las Palabras Desconocidas, editado por poeta georgiano Iliazd en 1949, y Poemas y Litografías, de 1954, que recogía poemas e ilustraciones de Picasso, compuestos en 1941, en parís, durante la ocupación alemana.
En ambos, aparecen dos grabados muy alejados de la figuración picassiana. No son obras abstractas, ya que, en verdad, son textos redactados en una lengua y una escritura imaginarias, en los que la diferencia entre grafismo y grafía se diluye. son dibujos y son textos escritos a manos.
Las letras, o los signos, recuerdan a los que el poeta y dibujante francés Henri Michaux componía desde que, en 1924, descubriera la escritura cuneiforme mesopotámica en un manual con transcripciones de tablillas mesopotámicas. Desde entonces, las imágenes de Michaux, a menudo se componían de signos que recordaban escrituras "primigenia" pictográficas, mesopotámicas y chinas, porque éstas, según Michaux, fueron las primeras escrituras, libres aún de convenciones, que nombraban las cosas directamente, ya que los signos remitían sin mediación alguna a las cosas, como si los signos fueran la huella que las cosas nombras hubieran dejado al posarse sobre el papel. Las cosas no acudirían a la llamada de la escritura, sino que ésta sería el recuerdo del pasado, del paso de las cosas ante nosotros, antes de desaparecer: huellas que habrían marcado indeleblemente sobre un soporte. Esas huellas, "naturalmente" recordaban bien a las cosas: éstas se habían inscrito en una superficie plana, se habrían proyectado en ella. Las marcas -los signos- coincidirían con la cara más relevante de la cosa a la que el signo remitía.
Picasso y Michaux se conocían. Además, Michaux admiraba profundamente a Picasso.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Picasso, encerrado en su estudio, vigilado por la policía alemana, escribió poemas que ilustró sobre la vida bajo llave. Las palabras anotaban el estrecho mundo físico y sentimental en que se hallaba. Redactó los poemas a mano. Los compuso. La propia manera de distribuir las palabras sugería que lo trababa de evocar. Pero las palabras, aunque libres de limitaciones, imperativos gramaticales, eran aún términos que no traducían directamente visiones y emociones. Hacía falta un ultimo esfuerzo, rebasar las convenciones de la escritura, remontarse a los orígenes, como cuando, treinta y cinco años, creyó hallar en el arte africano (e ibérico) soluciones formales más adecuadas para componer o recomponer lo que quería mostrar fuera de los requerimientos, la asunciones de la plástica. Seguramente Michaux le mostró el poder del signo "primigenio". Éste se inspiraba en la escritura mesopotámica.
Del mismo modo, cuando el poeta dadaísta Iliazd recopiló poemas en los que la grafía traducía directamente el sonido que los signos encapsulaban, y pidió a Picasso que ilustrara aquéllos, poemas que se anticipaban al Letrismo, Picasso, nuevamente, recurrió a la escritura cuneiforme.
Fueron, posiblemente, los únicos contactos de Picasso con la cultura mesopotámica -amén de la influencia del arte neo-asirio en sus imágenes de toros alados en la Suite Vollard de grabados. Pero constituyen dos de sus composiciones más poderosas, además de salirse de las convenciones, anunciando el Expresionismo abstracto de Pollock
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