El mito o alegoría de la caverna que Platón redactó en el séptimo libro de la República describe el universo como una caja negra poblada de proyecciones que los seres humanos, ignorantes de lo que se proyecta, confunden con la realidad. Fascinados por el teatro de sombras chinescas que acontece ante sus ojos, no desvían la mirada para saber lo que causa esas imágenes en movimiento.
Si pudieran descubrir lo que acontece a sus espaldas caerían en la existencia de unos titiriteros (Platón utiliza la palabra taumaturgos que, en griego, significaba productor de thauma -maravillas, golpes de efecto, actos de magia, siendo un taumaturgo un prestidigitador, que produce figuras de la nada) que manejan marionetas ante un foco de luz (una hoguera siempre encendida). El fuego proyecta la sombra de aquéllas contra la pared de la sala de proyecciones que es el mundo, dando la impresión que éste está poblado únicamente de sombras: entes y seres bi-dimensionales y sin consistencia, entidades similares a las habitantes del mundo de los muertos: espectros y fantasmas.
El mundo visible es una cárcel (desmooterion, Rp. 517b): Platón así lo define. Pero también lo califica de sede (edra) de las apariciones (phainomenos, de phainos: aparición luminosa, deslumbrante)) visibles (ophis), que compara con una habitación o casa (oikema) de representaciones (aphomoiooma, de apo omoiooo: lejos de lo mismo, de la misma naturaleza: designa lo que se parece pero no "es", lo que "es" otra cosa pese a las apariencias).
El mundo es, pues, un gran teatro (o un teatrillo), una desmesurada sala de espectáculos, en la que unos titiriteros crean y manejan sombras que los humanos confundimos con seres de carne y hueso.
El mundo es una creación artística: un lugar poblado de imágenes creadas por artistas, la casa de las representaciones que se confunden con -o que sustituyen a- modelos de los que no se tiene constancia. El modelo con el se compara o equipara el mundo es una sala de fiestas (un teatro, una sala de proyecciones). Lo que existe en primer lugar es este espacio donde se producen (en el doble sentido de la palabra: acontecen, pero también se crean) maravillas, una "fábrica de creación", a partir de la cual se determina el mundo.
El mundo es una imagen o réplica del teatro. Lo primero es el teatro. Éste no imita a la realidad, sino que la funda, y la vida imita al arte. El artista crea el mundo, primero como invención que luego deviene lugar común. Platón quizá minusvalorase a los artistas y los actores, pero les concedía un poder ejemplar: crear un mundo que pareciera una obra de arte.
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