El enfado del multimillonario francés François Pinault con la municipalidad de París ante la negativa de ésta al despliegue de su colección de arte contemporáneo en un edificio público, y el traslado y presentación de la misma en dos edificios emblemáticos en Venecia, ha cesado. El antiguo mercado del grano, del siglo XVIII -en su origen el palacio de ls reina medieval Blanca de Castilla-, un edificio de planta circular, transformado en la bolsa de comercio en el siglo XIX, cubierto por una cúpula liviana, y abandonado a finales del siglo XX, ha sido finalmente cedido a François Pinault, rehabilitado por el japonés Tadao Ando, y convertido en un museo monumental capaz de albergar las descomunales obras de las estrellas del firmamento artístico contemporáneo, obras en las que la discreción y la sutileza suelen brillar por su ausencia, salvo quizá las del pintor norteamericano Kerry James Marshall, lo más destacado de la colección, desplegada en una anillo circular de salas, dispuestas en tres niveles alrededor de un espacio central cilíndrico que acoge, como en un circo, obras capaces de enfrentarse a la altura y el diámetro del espacio. La intervención del arquitecto usa y abusa de su limitado vocabulario formal y material, que compone un sobrio contenedor gris, uniformemente iluminado, que mitiga la extravagancia de muchas obras a las que sirve como una discreta y eficaz ama de llaves. Un eco del mercado aún flota la contundente exhibición de obras chillonas. Un lugar perfecto para pasar la tarde distraídamente sin tener que reflexionar demasiado. Las obras son lo que muestran. No engañan. Bienvenidos al circo. Pasen y vean.
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