jueves, 13 de enero de 2022

La otredad (Mesopotamia “africana”)

 


Antón María Zanetti: escena de la ópera Semiramis reconocida, siglo xviii 

El título de la entrada quizá sorprenda. Pero es correcto, aunque le falta una precisión. Los mesopotámicos eran negros…en la ópera barroca.

La ópera es un género artístico europeo que aparece a finales del siglo XVII y se desarrolla en el siglo XVIII, un género de gran difusión y audiencia, quizá el que más éxito tuvo, popular y cortesano, que atrajo al pueblo llano y a la corte por igual. 

Los temas procedían de temas clásicos (greco-latinos) y bíblicos. Algunos, sin embargo, se referían a la historia  y a personajes del próximo oriente antiguo, una época y una cultura de las que no se tenía un conocimiento directo -las primeras misiones arqueológicas tardarían un siglo y medio aún en explorar Babilonia y Asiría-, sino libresco, a través de autores clásicos.

La representación de personajes mesopotámicos carecía de referentes. ¿Cómo vestían? ¿Cómo se comportaban?  No se disponían de modelos.

El vestuario se tomó de los otomanos. Turbantes, plumas, penachos, túnicas y cimitarras sirvieron para evocar al próximo oriente antiguo. La distancia espacial entre las cortes europeas y otomana sirvió para expresar la distancia temporal entre los siglos dieciocho antes y después de Cristo. Los disfraces otomanos eran suficientemente exóticos para evocar al desconocido habitante del próximo oriente antiguo.

La distancia se acentuó con otro recurso: los cantantes y actores a veces se cubrían el rostro con una fina tela negra y portaban fuentes de seda negros, o se pintaban el rostro de negro para parecer africanos, aunque no pretendían evocar a un negro sino que el color negro servía para figurar a un habitante de Babilonia. La otredad que un rostro negro expresaba se aplicaba para marcar otra otredad, temporal y cultural. Un negro, como un turco y un mesopotámico era un no-occidental. 

El recurso a un rostro tiznado recuerda el muy posterior maquillaje que actores blancos utilizaban en los Estados Unidos para representan a personajes negros. En estos casos, sin embargo, ls burla rondaba, mientras que el maquillaje negro no implicaba ningún desprecio en el teatro y la ópera barrocos, sino que servía para evocar la lejanía temporal de los personajes y su pertenencia a una cultura pasada que asombraba y fascinaba. La suma de rasgos árabes, turcos y africanos denotaban bien que los mesopotámicos eran de una época muy distinta, sin conexión alguna con la Europa ilustrada. Eran casi inimaginables.

Una exposición de bocetos de disfraces de fiestas y obras de teatro barrocos, sobre todo del siglo de Luis XIV en Francia, en el Museo del Louvre, evoca bien esta curiosa manera de aludir a un pasado desconocido que las artes escénicas francesas utilizaron.

https://www.louvre.fr/es/programacion/exposiciones/en-escena









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