Fotos enviadas por Marc Marin, reproducidas con su consentimiento. Se ruega se cite su procedencia si se utilizan.
Algunas personas habrán observado que una reciente entrada del blog estuvo visible solo durante unas pocas horas, sustituida por la entrada que precede a ésta.
La entrada se borró a petición de la fuente informativa, borrado lógico y comprensible. No era aún el momento de publicarla. La noticia era demasiado reciente. Faltaba contrastar datos y sobre todo permitir a los estudiosos poder anunciar cuidadosamente el descubrimiento con toda la información meditada.
La autorización ha llegado esta mañana.
El yacimiento arqueológico, una de las capitales del Imperio neo-asirio, Nínive (reiteradamente citada denostadamente en el Antiguo Testamento), hoy en la periferia de Mosul, en el norte de Iraq, fue saqueado por el Estado Islámico en 2014. Los restos del zigurat fueron barridos, estatuas y relieves de grandes dimensiones martillados. Y el yacimiento dañado por bulldozers que abrieron profundas zanjas, túneles y pozos en busca de restos arqueológicos comerciables.
Una parte del yacimiento parecía irrecuperable (por suerte, el yacimiento, en gran parte aún inexplorado, es mucho más extenso que lo que se ha estudiado desde el siglo XIX). El material constructivo original de los muros, las puertas, la muralla, el adobe, tampoco, permitía albergar muchas esperanzas de recuperar lo perdido.
La parte más conocida del yacimiento era la muralla con sus puertas de acceso enteras. Éstas fueron reconstruidas -o inventadas, inevitablemente, dada la falta de datos sobre la apariencia original-, en los años 80, por orden de Saddam Hussein. Falsos o no, éstos hitos que sobresalían sobre un yacimiento de adobe, ayudaban a tener una imagen comprensible de la antigua capital neo-Asiria.
Una parte de los destrozos del Estado Islámico se centraron precisamente en las reconstrucciones de hace unos cuarenta años, y no en estructuras originales.
El actual gobierno iraquí pidió a la misión arqueológica de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia (EEUU) que reconstruyera una de las puertas de acceso de la ciudad, tal como se levantaron en los años 80. Así, al menos, el yacimiento devastado literalmente empezaría a levantar cabeza.
Los arqueólogos aceptaron el encargo. Mas, recomendaron consolidar los cimientos de la puerta por reconstruir y solicitaron la autorización para emprender catas arqueológicas.
Fue durante éstas que se produjo un descubrimiento inaudito hace una semana. Siete (y no ocho) grandes relieves imperiales de alabastro aparecieron. Habían sido depositados, se supone que en el siglo VII aC, para reforzar los cimientos de la puerta.
Los relieves muestran escenas de guerra, dos campamentos militares, soldados, montañas y árboles. Podrían, se especula, representar o referirse a una batalla en el Levante citada en el Antiguo Testamento.
Dichos relieves no fueron esculpidos para los cimientos de la puerta, sino que fueron extraídos y transportados desde otro lugar, en concreto de la sala 36 del palacio del emperador Senaquerib (s. VIII aC) en Nínive. ¿Por qué? No se sabe. ¿Por quién ? El bisnieto del emperador y último monarca del Imperio neo-asirio podría ser quien ordenara el traslado, pero tampoco se sabe a fe cierta todavía. Uno de los relieves, inconcluso, podría proceder de otro lugar, distinto del palacio.
El descubrimiento es uno de los más importantes de los últimos veinte años en el Próximo Oriente, y quizá del mundo.
Los relieves, que, por ser de alabastro, sufren de las inclemencias del tiempo -ya fueron dañados en su época- van a ser trasladados a los museos de Mosul o de Bagdad.
Independientemente del destino final, su hallazgo constituye una de las buenas noticias referidas a Iraq, aún asediado por el Estado Islámico en algunas zonas del país.
Debo la noticia al arquitecto y arqueólogo Marc Marin (formado en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, y hoy doctorando becado en la Universidad de Pensilvania de Filadelfia), miembro de la misión arqueológica en Nínive, quien ha tenido la paciencia de contar detalladamente el descubrimiento, y a quien agradezco la noticia y las recomendaciones y correcciones.
Los errores en el texto son solo imputables al blog.
De Fackel:
ResponderEliminarParece mentira que a estas alturas de la historia se cometieran tantas barbaridades por parte del fanatismo ultra islamista. Pero por lo que se cita en el escrito ya hace milenios se practicaban destrucciones o borrados de obras, símbolos y nombres de personajes. Lo del ISIS es imperdonable. Sin duda en mercados occidentales del arte muchos se habrán beneficiado de las rapiñas.
De Tocho
ResponderEliminarLa destrucción de imágenes, la aniquilación del recuerdos de una persona, un lugar, ha sido una constante a lo largo de la historia. Las imágenes son demasiado poderosas para dejarlas activas, incidiendo en la vida, imágenes a las que se implora o de las que se abomina.
La destrucción parece un siniestro anverso de la creación