El zigurat (2100 aC) y las tumbas reales (2600 aC) son las dos estructuras arquitectónicas sumerias en mejor estado, junto con edificios posteriores como el templo neo-babilónico del rey Nabónibo (s. VI aC).
Apenas se conservan trazas de barrios residenciales: fueron poco excavados en los años treinta (no almacenaban tesoros dignos de museos), y las viviendas y callejuelas desenterradas han ido desapareciendo por la erosión.
La ciudad, sobre un tell, poseía quizá dos puertos fluviales de los que se intuye uno. El Éufrates que bordeaba la ciudad a finales del tercer milenio se halla hoy a quilómetros de distancia. El curso seco del río, sin embargo, aún bien visible, sigue ciñendo las ruinas.
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