Los griegos tenían un respeto absoluto por el cuerpo, tanto en vida como tras la muerte. El cuerpo del difunto tenía que ser preservado ya que permitía que la psique -el espíritu, la energía vital- se mantuviera. Dado que el cuerpo se descomponía, una estatua antropomórfica -llamada un kolossos- se erguía sobre la tumba, de manera que la psique tuviera un soporte, un lugar de anclaje en la tierra. La suerte de los desaparecidos en el mar, cuyos cuerpos no se encontraban, era considerada la pena más grave, pues su espíritu revoloteaba como un alma sin saber dónde caerse muerta. de ahí que en la épica, desde el Más Allá, los muertos cuyos cuerpos no habían sido hallados y debidamente enterrados suplicaban, en sueños, a los vivos que les erigieran un monumento funerario. La tumba actuaba como un espacio liminar entre lo visible y lo invisible, y anclaba la psique en el más allá, permitiéndole, no obstante, manifestarse, ocasionalmente, entre los seres vivos, ya que existía un puente de regreso, la estatuaria funeraria -el kolossos-, hacia el mundo de las sombras.
Los egipcios también sentían un respecto absoluto por el cuerpo. La necesidad de preservarlo, sin embargo, llevaba a su manipulación. El cuerpo se evisceraba antes de momificarlo. Los egipcios, pues, conocían a la perfección la existencia de los órganos, pero nunca se preocuparon por conocer su función. Creían, por ejemplo, que el corazón era la sede del pensamiento.
La conquista alejandrina de Egipto permitió la unión de dos maneras de abordar el estudio del cuerpo.
Los griegos, desde el siglo VI aC se interrogaron sobre la estructura y la composición del mundo y del cuerpo, del mundo exterior e interior, del cuerpo y del alma, de los astros y de los espíritus. Mas el tabú que existía acerca de la manipulación del cuerpo, les impedía estudiarlo en profundidad.
Los macedonios heredaron la curiosidad griega. La conquista de Egipto levantó el tabú.
Ptolomeo I el primer faraón helenístico, tras la muerte de Alejandro, fue quien decidió por primera vez, una práctica que se convirtió en habitual desde entonces, entregar a condenas a muerte a los científicos de la escuela de Alejandría. El progreso de la ciencia fue sorprendente. El conocimiento del cuerpo humano dio un salto adelante. Se descubrió la función del corazón y del cerebro, se descubrió cómo funcionaba el órgano de la vista. La vivisección fue determinante. Prefiero no pensar cómo se lograron tales descubrimientos.
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