Exposición Mediterráneo. Del mito a la razón (Caixaforum, Barcelona: en fase de instalación).
Heracles: relieve (Museo Arqueológico Nacional, Nápoles), testa (Museo Nacional Romano, Roma), estatua (Museo de Dresde), estauilla de mármol (Museo del Ágora, Atenas), testa de terracota (Museo Arqueológico, Pella)
Fotos: Tocho, febrero de 2014
"El padre de los dioses y los hombres (Zeus), tramaba en su corazón crear un defensor contra los peligros para los dioses y los humanos" (Hesíodo: El escudo, 27-30)
Los hombres estaban a merced de todo tipo de peligros. Es comprensible. Pero también los dioses se hallaban en la misma situación. Los dioses, omnipotentes, omniscientes, se asemejaban a los mortales. Los peligros les rondaban. Y necesitaban protección.
Por eso, Zeus, el padre de los dioses, concibió a Heracles (Hércules); éste, hijo de Zeus, defendería a los dioses; pero también a los humanos. Zeus se apiadó de los humanos y les regaló quien pudiera protegerlos de los monstruos externos e interiores, reales y soñados.
Los dioses tenían miedo. Existían fuerzas que les rebasaban; se sentían como humanos; y compartieron protección. Heracles igualó a dioses y humanos; a ambos los trató por igual. Pero los dioses no eran débiles; tampoco los humanos; no porque Heracles les protegiera; sino porque aceptaron que los peligros podían con ellos. Y hallaron la solución: compartir a Heracles; crear una comunidad entre dioses y humanos.
Es muy posible que el texto de Hesiodo -fuera suyo o no, fuera quien fuera Hesiodo, hubiera existido o no-, significara algo muy distinto en el siglo VII ó VI aC: pero no puede dejar de ofrecer una imagen del mundo, y de las relaciones humanas, que resuena extraña, modernamente. Por eso, por su capacidad de echar luz sobre la humanidad, Zeus, Heracles o Hesiodo son nuestros contemporáneos.
De un tema parecido trata la muestra Mediterráneo. Del mito a la razón, de próxima inauguración en Caixaforum (Barcelona)
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