La palabra monumento viene del sustantivo latino monumentum -lo que mantiene vivo el recuerdo- que a su vez deriva del verbo latino memoro que significa recordar, contar.
Un monumento es un ente artificial conmemorativo. Recuerda a una persona o un hecho del pasado.
Un monumento es una obra de arte que evoca a los muertos.
El primer monumento descrito quizá fuera la espléndida muralla de la ciudad sumeria de Uruk. El rey Gilgamesh, habiendo asumido su condición mortal, tras la pérdida para siempre de la planta de la inmortalidad, descubrió, a la vista de las murallas que había edificado, que su nombre perduraría gracias a su obra, convertida en un monumento, dotada de sentido, a su muerte.
Un monumento no es práctico. Práctico es la característica de o útil y eficaz. Un objeto que cumple perfectamente la función para la que ha sido concebido y fabricado, es decir que responde a la finalidad y presenta un manejo sencillo, es declarado un objeto práctico. En griego antiguo practikos significaba eficaz y activo.
Lo práctico es una "virtud" ligada a la acción. Una persona práctica es resolutiva: tiene una imagen clara de un problema y sabe cómo abordarlo de manera rápida y "feliz".
Un monumento no "sirve" para nada. No actúa ni se presta a ninguna actuación. No cumple ningún fin. No sirve de manera más rápida y drástica algún fin. Lo práctico se asocia a la actividad humana. Es un modo de solventar un fin. Práctico es la cualidad de lo que está "bien" solucionado, de lo que se está resolviendo con prestancia y celeridad.
Un monumento tampoco es necesario. Se puede vivir sin monumentos. Se podría incluso afirmar que pueden resultar molestos porque evocar hechos o personas cuya figura y cuyos actos querríanse olvidar. Lo necesario es la cualidad de lo que atiende a la vida, de lo que es imprescindible. La necesidad es imperativa. Manda sobre cualquier otra consideración. En la Grecia antigua, la Necesidad, virtud divinizada, se imponía incluso a los dioses. Se hallaba por encima de ellos. Cuando la necesidad apretaba, los dioses no podían oponerse. Tenían que actuar de un modo determinado a fin de logran un fin dado.
Un monumento, como una obra de arte, responde a un fin, tiene sentido, y no es un capricho, pero la función a la que atiende no es evidente. No es gratuito, pero tampoco es un objeto de uso. Objeto o acción enigmático, plantea cuestiones acerca de su existencia. Se puede vivir sin él, incluso mejor, porque un monumento es molesto. Plantea preguntas que no siempre queremos tener presentes.
Pero ayer, en una reunión pública acerca de las obras de arte públicas en la Sala de La Virreina Barcelona, un especialista determinó que la construcción de monumentos (públicos o parte de los poderes públicos) debería autorizarse siempre y cuando fueran prácticos y necesarios.
Es decir, siempre y cuando no fueron monumentos.
Esos son los criterios que imperan hoy en las consideraciones sobre la existencia de la obra de arte en Barcelona.
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